Revista Cultura y Ocio

Breve historia del palacio de Cervelló

Por David Herrera @vlchistorytour

El palacio de Cervelló aunque data del siglo XVIII, su origen hay que buscarlo en la persona que dio origen al linaje; Juan Cervelló, que provenía de Cataluña, primer señor de Oropesa, Caballero de la Orden de Calatrava en el primer tercio del siglo XVI. Sin embargo, el que realmente estrenó el título de conde de Cervelló fue Gonzalo de Cervelló y Mercader en 1654.

La historia propiamente dicha del palacio se inicia a partir de 1810, cuando el palacio del Real,  al otro lado del Turia, es destruido a causa del inminente ataque de las tropas francesas durante la invasión napoleónica. Hasta ese momento había sido la residencia oficial de los monarcas españoles que visitaban la ciudad.

Durante el dominio francés, pronto fue aprovechado por el Mariscal Suchet, que organizó conciertos de música en el año y medio que vivió en la morada de los Cervelló.

Acabada la contienda,  vivió en el palacio el barón de Albalat, no por mucho tiempo, pues acabó de manera trágica. Un día se congregó ante sus puertas una muchedumbre gritándole y acusándole de afrancesado. El noble pensó trasladarse a la Ciudadela en compañía de un sacerdote para sentirse e seguro, pero tal circunstancia no calmó a la gente, sino más bien todo lo contrario, y fue asesinado.

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De distinto modo, fue recibido el monarca Fernando VII cuando vino a la ciudad y se alojó en el palacio de los Cervelló. Corría el año 1814, durante el cual pasó 20 días, jalonados de fiestas y actos en honor al nuevo rey.

Seguramente más importante resulta saber que un día antes de volver a la corte, el 4 de mayo, Fernando VII firmó el Decreto disolviendo las Cortes y eliminando la Constitución de 1812.

El palacio no volvería ser ocupado hasta 1840 por otro rey, en este caso la reina Regente, Maria Cristina, también en una época convulsa para el país, tan difícil que la reina abdicaría ese mismo año teniendo que exiliarse, siendo sustituida por el general Espartero.

Cuatro años después, Isabel II, hija de Fernando VII, alcanzaba la mayoría de edad, convirtiéndose en la nueva reina del país. Visitó la ciudad alojándose en el susodicho palacio.  No tuvo que estar a disgusto cuando en las dos ocasiones posteriores que vino a Valencia, fijó su residencia en el mismo lugar.

Una vez más, como parecía estar destinado, el palacio fue visitado en difíciles circunstancias históricas, esta vez por Amadeo de Saboya, rodeado de un modesto trajín (1871). La fiesta no estaba para bollos, como suele decirse. 4 únicos días pasó en la ciudad, en los que visitó fábricas, centros, edificios importantes, eso sí… ¡de incógnito! … sin escolta y de paisano. Así no llamaba la atención y aprovechaba para conocer mejor los problemas sociales de aquel momento. Sería el último monarca en alojarse en el palacio.

Años más tarde, durante la II República, el palacio es atacado, como otros tantos de renombre de la ciudad. En esa época, se convertirá en sede de la Derecha regional. El palacio volvía a ser protagonista de decisiones políticas.

Tras la guerra civil, fue alquilado por zonas, utilizándose para diferentes menesteres; como un carpintería, una academia… Después de unos años, cerró sus puertas, comenzando un periodo de decadencia hasta que el Ayuntamiento, ya en época democrática, lo adquirió, haciéndose cargo de su restauración.

Hoy en día, además de museo es sede del Archivo Municipal de la ciudad y también se ubica una biblioteca municipal.

¿Qué queda del palacio original después de tanta “vida”? Pues únicamente la fachada principal, ya que el resto ha sido modificado en diversas ocasiones.

Para los que tengan más interés; Palacios y Casas Nobles de la ciudad de Valencia. Francisco Pérez de los Cobos. Ayuntamiento de Valencia. 2008. Valencia


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