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Briseño, Hebe, Carrasco y Flores - Viaje Al Espacio Visceral (1981)

Publicado el 20 febrero 2024 por Moebius
Briseño, Hebe, Carrasco y Flores - Viaje Al Espacio Visceral (1981) Y seguimos con más del cantautor mexicano Briseño. En 1977, mientras Briseño preparaba grabaciones y lanzamiento de Briseño, Carrasco y Flores en ese contexto del que hablábamos al comentar ese disco (el de la vigencia de la música folclórica y de protesta en México), el exilio lleva al DF a dos de los integrantes del grupo folclórico argentino Huerque Mapu: Naldo Labrín, que pasaría a ser la primera guitarra del cuarteto de Alfredo Zitarrosa, y una joven Hebe Rosell, multiinstrumentista (cello, vientos, teclados, voz) que se incorporaría al grupo multinacional del floclor Sanampay y que actuaría también en la puesta en escena de la suite Guitarra negra de Zitarrosa. El exilio alcanzó a los integrantes de Huerque Mapu justo después de lanzado el álbum Montoneros (también conocido como “La cantata Montoneros”), dando voz al movimiento social revolucionario que fue cruelmente desbaratado por sucesivas dictaduras. Hebe ─por cierto, hermana de Andrés y Javier Calamaro─ se quedó a vivir en México hasta hoy, donde hace teatro, música, musicoterapia y docencia, y es una voz permanentemente despierta sobre el acontecer político de ese país tan hecho pedazos. Probablemente los intereses y capacidades de Hebe a finales de los 70 estaban más allá de los límites del movimiento de música folclórica latinoamericana de la capital mexicana (eso creo yo al menos), y Briseño tuvo la suerte de entrar en contacto con ella, incorporándola al trío que formaba con Carrasco y Flores, y pasando a reformarlo como cuarteto: Briseño, Hebe, Carrasco y Flores, con el que salió en 1981 un disco fundamental en la historia del rock progresivo mexicano: Viaje al espacio visceral.
Artista: Briseño, Hebe, Carrasco y Flores Álbum: Viaje al espacio visceral
Año: 1981
Género: Rock Progresivo Latinoamericano
Duración: 32:15
Nacionalidad: México

Briseño, Hebe, Carrasco y Flores - Viaje Al Espacio Visceral (1981) Un viaje al recóndito interior, como su nombre lo indica, y a la vez apasionado. La contratapa del vinilo cuenta así su propia historia:

Sobre el nacimiento de este discoEsta vez el embarazo duró poco, así que se teme que el sonido producido durante el parto pueda descontrolar de por vida a quien lo escuche. Además es de esperarse que el producto nazca hablando y caminando, por lo que se realizan esfuerzos para suministrarle, por vía umbilical, datos que le permitan saber para dónde camina y de qué habla. En este sentido el trabajo durante un año como trío, las sesiones etílico-profilácticas para escribir las letras de varias canciones con José Manuel Pintado, la renovada inmersión en la televisión, esta vez por conducto de RTC [Radio, Televisión y Cinematografía, una dependencia gubernamental], el contacto con la gente del canto politizado, la aparición de Nuestra Señora de Hebe, la formación de LIMAR, la solidaridad de los cuates de Audiodimensión, la oportuna llamada de la Universidad de Sinaloa y el placer de tocar con toda la rabia, para luego escucharlo, nos hacen pensar en que esta criatura caminará hacia la independencia, la creatividad y, por lo mismo, la libertad. Y que hablará de sus ganas de cambiar cosas, de saberse parte de la lucha de clases y de su necesidad de creer que se puede ser mejor humano. Por el momento conminamos a la maraña mercantilista a desenredarse, ya que este niño pronto tendrá un hermanito. Y es probable que una vez agremiados dentro del Sindicato de Hijos Desobedientes (el SIDHD Campeador) puedan hacerla de tos.

Briseño, Hebe, Carrasco y Flores - Viaje Al Espacio Visceral (1981) En “Gata hidráulica” la letra y la musica son de Briseño. En las demás canciones las letras fueron escritas por José Manuel Pintado y Guillermo Briseño, la música es de este último. La mezcla estuvo a cargo de Briseño, Hebe y Alanís. La ilustración de la portada es de Arturo Jiménez G. Las láminas interiores son de Eduardo Herrera y José Luis Fernández. Las fotos las hicieron Javier Calamaro y Daniel David. El diseño gráfico, Carlos Arthur C. El dinero lo puso la Universidad Autónoma de Sinaloa. El instigador fue Fernando Betancourt, director del Departamento de Difusión Cultural de la misma. Finalmente la producción, arreglos y concepción del álbum son de Briseño con la sensible colaboración de los participantes. Producido en 1980, impreso en 1981. El Viaje... es estructuralmente similar a lo que ya le conocemos a Briseño (de antes y de después), en términos de inlcuir algunos temas cortos en ritmos tradicionales como el blues, el rock 'n' roll y el boogie, pero siempre con esos quiebres, síncopas y desequilibrios en la armonía propios del rock progresivo. Hay, gracias a la presencia de Hebe Rosell, un trabajo coral más desarrollado y una coloración instrumental más rica que en la música de Briseño Carrasco y Flores Destacan en el lado A los temas “Presagio charro” y “La gata hidráulica”. Sobre ellos, vamos a reproducir aquí el concienzudo análisis que hace el bloguero Pingüino elemental en su estupendo blog Las 100 mejores canciones del rock mexicano (http://100mejoresrockmexicano.blogspot.com) Presagio charro (letra: José Manuel Pintado y Guillermo Briseño / música: G. Briseño) Un charro, en su nacimiento, con presagio nacional,

arriaba lluvia a caballo, con lazos de temporal,
y el presagio le decía,
que otros campos andaría,
con ganado de metal,
acelerando la ordeña,
jineteando un escritorio,
ganándole territorio al público en general.

Logró meter en un armario a la realidad.

Se hizo fantasma centenario de fama internacional.
Sembró un grupo partidario
sobre la tumba del calendario,
y acondiciona la historia para su comodidad.

Un charro de nacimiento, con prestigio nacional,

tiraba de un largo carro, repleto de personal;
se descuidó cuarenta años,
reventaron sus engaños
y se empezó a desinflar.

El carro del que tiraba,

con el vuelo que llevaba,
le impartió la extremaunción.
Presagio ya mencionado,
yace en el suelo aplastado,
y los de adentro del carro cantamos esta canción:

“Un charro en su nacimiento, con presagio nacional,

arriaba lluvia a caballo, con lazos de temporal,
se descuidó cuarenta años,
reventaron sus engaños
y se empezó a desinflar”.

“Un charro de nacimiento, con prestigio nacional,

arriaba lluvia a caballo, con lazos de temporal,
se descuidó cuarenta años,
reventaron sus engaños
y se empezó a desinflar”.

“Un charro en su nacimiento, con presagio nacional,

arriaba lluvia a caballo, con lazos de temporal,
se descuidó cuarenta años,
reventaron sus engaños
y se empezó a desinflar”.

“Un charro de nacimiento, con prestigio nacional,

arriaba lluvia a caballo, con lazos de temporal,
se descuidó cuarenta años,
reventaron sus engaños
y se empezó a desinflar”.
El comentario de Las 100 mejores:
En esta canción narrativa, Guillermo Briseño se mete en un aspecto de la sociedad mexicana muy poco tratado por el rock: la política. En este caso, el sector sindical, y su sello particularísimo en México, lleno de corruptelas, arreglines y malas artes, al ser un tentáculo más al servicio del gobierno en turno, un aparato de control de los trabajadores, como bien señala León Chávez Teixeiro en 15 m. 3’’ 8/8 16. La palabra charro, además de su significado más conocido de jinete y lazador rural, designa, en el argot sindical, al líder corrupto, trácala. Y la figura clásica del charro en la época en que fue compuesta la canción era sin duda Fidel Velázquez (aunque Rodríguez Alcaine, los que han seguido o el líder actual responden a las mismas características), decrépito entreguista al servicio de los presidentes del PRI, y protagonista de esta canción de Briseño. Pocos se han atrevido a crear canciones de esta temática, más propias de la llamada trova o Canto nuevo, seguramente por temor a caer en el panfleto. Pero Guillermo Briseño logra un texto magistral, pues, como todo artista auténtico, entiende que el valor artístico se centra sobre todo en la propuesta formal, y no en el sobado compromiso. Así, realiza esta fábula a partir de una postura de Materialismo dialéctico; es decir, bajo la premisa de que los excesos del charrismo propiciarán su propia antítesis, su caída. En este sentido, Presagio charro es un buen deseo, lamentablemente aún irrealizable, en una democracia mexicana que no termina nunca de cuajar. Pero eso es lo de menos; lo importante aquí es la altura de sus imágenes poéticas, la gran originalidad de su tema, y el riesgo que corre en su tratamiento, del que sale muy bien librado. La analogía sostenida de los dos significados del charro, y la amplitud del juego semántico que deriva de ella, hacen que la alegoría urbana se logre perfectamente. Y otro de sus méritos es el uso de la estructura de caja china y boomerang, pues la letra termina ahí donde comenzó, lo que crea un efecto de canción dentro de la canción.
En el plano de la música, Briseño siempre se caracteriza por la alta exigencia técnica, y el arreglo aquí, como en la mayoría de sus canciones, apuesta por las figuras permanentes, y no por el mero sostenimiento del ritmo. Para finalizar, remata la melodía con un final de canción ranchera, lo que apoya el juego de la ambigüedad semántica del término charro.
Por todo ello, Presagio charro es una verdadera joya de ingenio, admirable inteligencia, ambición estilística y fondo profundo.


Gata hidráulica (letra y música: G. Briseño) Una gata

con las rayas al revés,
que cuidaba
cuatrocientos diez bebés,
calculaba
con los dedos de los pies
cuántos gatos
podrían aprender inglés.

Cuántos metros

le tomaría al tiempo
reconocer que no hay muerto
que pueda decir quién es,
y agregar una mirada
a su trabajo de nana,
pero muy de cuando en vez.

Una gata

de cuarenta días por mes,
atrapaba
ratas, autos y ciempiés.

Cuántos litros

le tomaría a un hombre
beberse del sur al norte
el trato que viste a un juez,
y agregar una mirada
a su trabajo de gata,
porque un gato no es un pez.

Un gato rompió el telón,

se corrió el encantamiento;
a escena, la humanidad;
al filo, la gata viendo.
Un gato rompió el telón,
se corrió el encantamiento;
a escena, la humanidad;
al filo, la gata viendo.

Una gata,

que arañaba su después,
masticaba
lo que hablaban sus bebés.

Cuántas vidas

le tomaría a un gato
trepar a la orilla de un plato
que a todos les sirva bien,
y agregar una mirada
a la siguiente mañana,
donde el hombre ve lo que es.
Comenta Las 100 mejores: A lo largo de esta lista he resaltado la importancia de la búsqueda de la originalidad, por ser componente fundamental del verdadero arte. Hemos podido repasar varias canciones muy originales, auténticos logros de los rockeros mexicanos. La gata hidráulica de Guillermo Briseño es de las más logradas. Ya hemos revisado algunas canciones inspiradas en la Ciudad de México, tanto laudatorias como dolidas. Pero la alegoría magistral y simbólica de La gata hidráulica es sin duda alguna una obra maestra del ingenio, la inteligencia y la inspiración. Una canción profundamente imaginativa. Una fábula moderna, que si bien hereda la tradición de Rosas Moreno y Fernández de Lizardi, se emparenta directamente con la formalmente mucho más compleja y elíptica de Augusto Monterroso. Es impactante ver cómo las rimas juguetonas pueden connotar un fondo profundísimo, tan vivo y conmovedor, porque todos padecemos y traicionamos esa patria pequeña, esa madre de cemento y cables, ese hormiguero, esa gata gigantesca y relamida. Y todos sabemos cuánto la destrozan, y a la vez avivan y definen, nuestros apetitos, nuestras pulsiones, nuestra comedia humana. Es decir, animal, felina. Somos criaturas inconscientes y lapidarias, cachorritos salvajes y caníbales, o como dijera León Felipe, “el hombre es un insecto que vive en las partes pestilentes y rojas del mono y del camello”. O, siguiendo a Briseño, bebés de gata, víctimas y victimarios. Y la ciudad, impávida: “al filo, la gata viendo”. Briseño acude a la fábula simbólica para deslizar su crítica (ética, no moral; o mejor dicho, artística), a la manera de Piggies de los Beatles (específicamente de George Harrison, vale la pena resaltarlo), o en la trova, El Rey de las flores de Silvio Rodríguez y La boa, las rosas y las espinas de Gabino Palomares. Pero ninguno de estos ejemplos alcanza el nivel poético de La gata hidráulica, más cercano al de La oveja negra y demás fábulas del mencionado Monterroso, Álbum de zoología de José Emilio Pacheco o Bestiario de Juan José Arreola. Así, la letra de La gata hidráulica es prodigiosa; su sencillez casi de canción infantil engaña completamente, y exige un esfuerzo interpretativo amplio.


Para esta canción, Guillermo Briseño escoge una interpretación solo al piano. Como dije antes, Briseño suele realizar arreglos llenos de notas, y sin duda se agradece ese esfuerzo, muy enriquecedor para su escucha. Pero cuando escoge el piano solo, como en Suburbia madre, Comparaciones (apariencias), Te digo, compañero o las Ausencias, suele concretar algunas de sus mejores canciones. En La gata hidráulica el piano parte con una figura introductoria fuerte, muy disfrutable, que amaina para introducir la voz y la letra. En los estribillos crecerá el forte y el uso del pedal de resonancia, para volver a la figura mayor, más cortada. Pero Briseño introduce aún otra parte, un segundo estribillo repetido, con función de glosa, que ensancha los límites de la melodía muy atinadamente. Y todo esto con el mejor momento de su voz, crean una pieza magnífica, enormemente disfrutable, aun si no se alcanza a comprender la trascendencia de su fondo, gracias a que la letra es una verdadera lección del manejo de la elipsis. Una maravilla.

Pero no termina aquí el comentario porque ¡nos falta el lado B! Ahí Briseño nos encuentra con una de las fórmulas más características del rock progresivo, la suite al estilo sinfónico o ciclo de canciones, herencias del romanticismo del siglo XIX que han dado al rock progresivo el carácter de vínculo y eslabón entre lo complejo y lo sencillo, entre el arte de búsqueda y el acceso a lo popular. El estilo de suite tipo sinfónico está presente en algunas de las mejores producciones del rock progresivo: “Atom Heart Mother” de Pink Floyd, “Supper's Ready” de Genesis, “Close to the Edge” de Yes, “The Snowgoose” de Camel, “A Plague of Lighthouse Keepers” de Van Der Graaf Generator, y un glorioso etcétera. En “Viaje al espacio visceral”, Briseño aborda con gran éxito esta fórmula de composición tan característica del progresivo. La suite se compone de cuatro tiempos o etapas: “Primera etapa: Despegue”, “Segunda etapa: Los pliegues de este naufragio”, Tercera etapa: Te digo compañero” y “Cuarta etapa: La piedra y el viento (aterrizaje)”. El arranque es un cadencioso vals que se descompone en una fuga hacia una serie de unísonos hasta llegar a un puente instrumental en donde aparecen sintetizadores tipo moog casi espaciales. La segunda etapa empieza con un piano solo sin romper el compás de 3/4 pero abundando en modificaciones armónicas sorprendentes que luego insisten en una instrumentación compleja y virtuosa, por fin resuelta en cuatro cuartos para la improvisación pianística casi serial. Nuevamente retoma el compás triple durante un par de vueltas y baja la cadencia hasta alcanzar una fórmula clásica que da pie al ingreso de la voz de Hebe sobre piano eléctrico: “Te digo compañero” en son de balada sobre tonalidades menores. Es claro en este punto que Briseño se encuentra en el proceso de experimentación que lo llevará después a Ausencias e Irreverencias. En esta parte el recurso a la métrica y la armonía de la música clásica da pie al ingreso de la última etapa, “El viento y la piedra”, en la que la ejecución pianística se hace acompañar primero de una flauta traversa que abre la participación de la banda para acometer un coro bluesero: “Aunque el tiempo está perdido / lo quiero pasar contigo”. El final regresa al compás de 3/4 por un momento y desenlaza en otra muestra del uso de las fórmulas clásicas para cerrar. Una de las más importantes piezas del rock progresivo mexicano, contemporánea de los aportes de Chac Mool (que son más bien crossover) y anticipada por varios años al arranque de bandas como Iconoclasta o 0.720 Aleación.


Briseño, Hebe, Carrasco y Flores - Viaje Al Espacio Visceral (1981)
Para seguir conociendo a Briseño, copiamos esta semblanza aparecida en el libro México. Cinco décadas de rock. Retratos de Fernando Aceves (Sonidos Urbanos Producciones, México 2009, p. 161, la foto en la p. 160 es de 1997. Se puede ver este libro de fotos, semblanzas y ensayos sobre la historia del rock mexicano en: http://issuu.com/rommx/docs/777).

Guillermo Briseño es un pianista y compositor que, además de una presencia continua en el rock hecho en casa, ha formado a diversos músicos que después fundaron sus propias agrupaciones. “El primer grupo con el que toqué se llamó Los Masters, después toqué con Los Sleepers; formé una banda que se llamó Cinco a Priori, y también toqué con El Antiguo Testamento y luego con Soul Force junto a Javier Bátiz. Posteriormente tuve una banda que se llamó La Bella Fuerza Bruta que después se convirtió en La Cossa Nostra, de donde me salí para hacer mi propio proyecto ya como Briseño, Carrasco y Flores, después Briseño, Hebe, Carrasco y Flores; y con otros músicos formé Briseño y El Séptimo Aire. A finales de los ochenta formé Briseño y La Banda de Guerra, y a partir de ese momento me acompaña un grupo de músicos para tocar en ocasiones como trío, dúo o como una gran banda pero siempre bajo mi nombre”. El compositor posee una amplia discografía: Viaje al espacio visceral, El conexionista, El descubrimiento de Europa, Verde, blanco y colorado, Sangre azul Briseño Blues, Variaciones sobre la inteligencia, entre otros álbumes. Más que abarcar distintos estilos, se ha preocupado por definir el suyo. También ha publicado poemarios: Versos para beber, Versos para después y Adiccionario. Es además director de la Escuela de Música del Rock a la Palabra: “Nosotros no enseñamos a tocar rock. De una u otra manera abrimos las puertas a los muchachos para que pregunten a los libros, a los discos, a los especialistas qué quieren saber para hacer música; recorremos desde el blues hasta lo que hoy se hace y se toca. Leen desde sonetos de Quevedo y Sor Juana hasta literatura contemporánea y conversamos sobre el país, sobre el mundo y sobre nuestras vidas. Nuestro ejercicio está en las variaciones sobre la inteligencia y la jardinería del pensamiento”. Como dijo Moe al inicio de este post, los archivos que originalmente nos había compartido Carlos tenían algunas deficiencias de digitalización. Pues ahora Carlos M. se dio a la tarea de re-ripear el vinilo: lo hizo a 32 bit y 96khz y limpió los clicks y errores a mano con la intención de que el material esté lo más cercano posible al original, tratando de mantener el rango dinámico con el menor ruido posible, y luego los redujo a 44100 y 16 bit para facilitar el acceso de todos a esta música (y nos cuenta que hará lo mismo con Ausencias e irreverencias). Agradecemos el aporte de todos los Carlos para que podamos tener acceso a esta joya del progresivo latinoamericano que no se consigue en ningún otro lugar. Lista de Temas:
1. La estaca
2. Festival de telarañas

3. Presagio charro
4. Gata hidráulica
5. Ojo de ballena
6. Viaje al espacio visceral

Alineación:
- Guillermo Briseño / voz, teclados, piano
- Hebe Rosell / voz, teclados, vientos

- Mario Carrasco / bajo
- Gilberto Flores / batería
Briseño, Hebe, Carrasco y Flores - Viaje Al Espacio Visceral (1981)

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