Ayer la prensa de Navarra se hacía eco de la noticia de un brote de tos ferina en el pueblo de Esteribar, a 20 kilómetros de la capital, Pamplona-Iruña. Es un brote leve que afecta al menos a 13 personas, todo infantes menos un adulto. Para comentarlo tuve una breve intervención en el programa Sin ir más lejos de la televisión pública vasca, ETB. Hay que poner el foco en la calidad de la vacuna.
Como comenté la vacunación contra la tosferina está generalmente reconocida como necesaria. El problema en este caso no son los denominados “antivacunas” o personas que tienen dudas sobre las vacunas, como en la prensa científica anglosajona cita con mayor rigor.
El problema es la baja eficacia de la vacuna y ciertos errores en el calendario de vacunaciones que con más investigación podrán subsanarse para mejorar esta inmunización.
El programa se enfocó al modo en que suelen enfocarse estos debates cuando ocurre un brote de cualquier enfermedad infecciosa y hay personas no vacunadas por medio. Así que en honor a la verdad debemos ser justos y aclarar que si los no vacunados están en riesgo, también lo están la mayor parte de los vacunados pues a los cinco de vacunados sólo están protegidas el 42% de las personas. Y el ciclo de inmunizaciones según el actual calendario concluye con la dosis de los seis años. Es decir, a los once años de edad más de la mitad de la población vacunada no está protegida.
Si observamos los datos, hay cinco niños no vacunados pero es que hay siete más y un adulto que son portadores de la bacteria pese a que estaban inmunizados. ¿Baja eficacia de la vacuna? El propio Gobierno navarro lo reconoce con buen criterio:
la vacuna tiene una efectividad muy elevada para evitar los casos más graves, y algo más limitada en los más leves“.
Y tan “limitada” ¿verdad? Así que los hechos contradicen el discurso oficial como detalla el médico Juan Gérvas en su excelente artículo Tosferina: brotes epidémicos sin antivacunas y la mujer como vientre, publicado en Acta Sanitaria el mes de junio pasado en plena ola de “caza al antivacunas” por el caso de difteria en Olot (Cataluña).
Esto nos hace reflexionar sobre que las vacunas, como ocurre con los demás medicamentos no son homogéneas, no son todas iguales. Las hay necesarias, efectivas y seguras y las hay que son menos necesarias, no tan efectivas e incluso poco seguras. Lo explican también con honestidad los profesionales sanitarios de No Gracias en su post Vacunas: No todas son iguales.
Otro aspecto para reflexionar es que la vacuna de la tos ferina NO PRODUCE INMUNIDAD DE GRUPO. Lo escribo en mayúsculas porque este es otro argumento que se expone casi siempre sin matices, dando a entender que todas las vacunas producen el llamado “efecto rebaño”, que los no vacunados quedan protegidos porque hay una mayoría de personas que se han inmunizado.
Dicho efecto existe, claro, pero no ocurre con todas las vacunas; ni la de la tos ferina, ni la de la rabia ni la del tétanos, por ejemplo, ofrecen inmunidad de grupo.
La vacuna de la tos ferina protege a su receptor de los síntomas de la tosferina, pero sin reducir la transmisión a contactos no vacunados. También lo explica Gérvas comparando tos ferina y difteria:
En el caso de la difteria no es igual que en la tosferina (no se ha forzado la evolución de la bacteria) pero tiene externalidad negativa en cuanto los vacunados se convierten en portadores. Por ejemplo, ¿se han preguntado quién contagió al niño de Olot? Está claro que alguien lo contagió y por eso hubo que hacer búsqueda activa”.
Os dejo otra publicación científica reciente sobre que la vacuna de la tos ferina no ofrece “protección rebaño”. También documenta sobre la transmisión de la enfermedad y la “estrategia nido” que defienden algunas “sociedades científicas” que actúan como lobbies industriales, que queda como algo absurda.
Hay más aspectos a comentar sobre la vacuna de la tos ferina y su programación en los calendarios de vacunaciones. Por no alargar mucho este post lo dejamos para dentro de unos días.
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