Revista Cine

Caballero sin Espada

Publicado el 31 diciembre 2011 por Sidhe @leanansid
Caballero sin Espada
1939, Jimbo (como le llamaba su padre) llevaba un ritmo frenético por aquel entonces; entre películas, intentonas por Broadway y clases interpretativas parecía que tenía la capacidad de multiplicarse y su nombre comenzaba a figurar entra las nuevas estrellas de Hollywood. 
Su porte varonil pero vulnerable, la suavidad con la que hablaba, la aparente fragilidad y ternura que emanaba....gustaba tanto a público como directores y dió en el blanco cuando aceptó ponerse en la piel del acérrimo defensor de la democracia Jefferson Smith, uno de los personajes más involuntariamente carismáticos que ha logrado el séptimo arte.
Para trasmitir convicción, James (que fue una segunda opción, por detrás de Gary Cooper) no dudó en aclarar su garganta con bicloruro de mercurio (y hacer todo lo posible para aprenderse los diálogos, siempre fue muy poco habilidoso para memorizar).
Caballero sin Espada
Capra entusiasmado con su decisión, grabó durante tres semanas con seis cámaras y logró que su película fuese la última proyectada en la Francia invadida por los nazis convirtiéndola en todo un símbolo.
Estandarte de valores y de patriotismo americano, Mr. Smith Goes to Washington (aka Caballero sin espada) es una oda a la libertad  y a la justicia y una feroz crítica a la corrupción y al poder.
Caballero sin Espada
En ella, el protagonista absoluto es Jefferson Smith, un bondadoso joven con escasos conocimientos políticos que acaba teniendo un propio asiento en el Senado, aunque para su desdicha, entre sus compañeros hay varios miembros corruptos  que tienen como único próposito lograr su voto para poder aprobar un proyecto astrónomico en una presa y llenarse los bolsillos. Jefferson aleccionado por su leal secretaria, arrojará luz sobre las oscuras maniobras de sus compañeros aunque en su lucha, se ponga se le ponga juicio y se falseen pruebas con el único fin de arruinar su meteórica carrera profesional.
Caballero sin Espada
Qué decir de este clásico que no sepáis, mi única queja sería por su final tan precipitado. Por lo demás, es una película vigente, atemporal y de obligado visionado y por ello se merece ocho justos wasabis. Espero seguir conservando la estupefacción que me produce la escena final en el Senado (y si no la habéis visto, estos días ya tenéis sugerencia). Feliz 2012 estimados wasabitas. Nos vemos a la vuelta.
Caballero sin Espada

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas