Cabo verde : en la ilha de sao nicolau

Nos encontramos en el puerto de Tarrafal, una bella localidad de pescadores en la Ilha de Sao Nicolau pues llegamos ayer con el barco desde Sao Vicente, a 50 km de aquí. 

Nos alojamos en el Hotel Edificio Mágico junto a una bella playa de arena negra ya que la isla es de origen volcánico como todo el archipiélago de Cabo Verde.

Mayormente la población se dedica a la ganadería, pesca y agricultura. La isla ocupa 345 km2 de superficie. Habitan unas  13500 personas y el turismo que recibe es mínimo. El punto más alto es Monte Gordo con 1312 metros.

Esta mañana, después de desayunar salimos a las 830h con la pareja de Berlín que conocimos ayer en el alojamiento para hacer la excursión que contratamos con Edu, nuestro guía local. Nos llevará por las cercanías del Monte Gordo y su valle.

Edu es una persona muy amable y nos trata con cariño y mucha educación. Habla de forma tranquila y pausada así podemos entenderle mejor en su idioma, el portugués. Trabaja para el dueño del hospedaje y nos lleva con su furgoneta. Me dice que pase adelante para poder hacer mejor las fotos, así que me siento junto a él.

La primera parada importante es la cercana al Monte Gordo en un montículo donde se erige la pequeña iglesia Nuestra Señora del Monte y desde donde podemos apreciar una panorámica del valle.

Antes de llegar a la capital paramos en una especie de  invernadero donde nos enseñan todo tipo de plantas y árboles. Hay cafetales, papayas, guayabos, plataneros y piñas.

En otra zona se encuentran trabajando con la caña de azúcar. Vemos el proceso que utilizan para destilar e típico “grohe”, el aguardiente de la isla. 

Pasan las cañas por una máquina para exprimir y extraer el líquido dejando el resto para el pasto de animales. Luego, a través de dos fuegos y unas tuberías rudimentarias se extrae de nuevo el líquido ya destilado que va finalmente a una cubeta.

Emprendemos la ruta por una antigua carretera y bajamos por el valle donde se ven los poblados de Faja de Cima y Faja de Baixo.

Finalmente llegamos a la capital de Ribeira Brava, situada a orillas del mismo rio homónimo y  que se encuentra en pleno valle. Podemos apreciar algunos edificios y casas coloniales.

Hay una bonita plaza con el ayuntamiento y la iglesia mirando a las montañas. Damos una vuelta por sus calles  empedradas y casas pintadas de alegres colores. Esta ciudad se construyó en el centro de la isla para evitar el ataque de los piratas.

Proseguimos hacia Juncalinho, una pequeña aldea de pescadores y su iglesia pintada en azul y blanco.

 

Además paramos en unas piscinas naturales junto al mar donde nos dejan bañar un buen rato para disfrutar de estas aguas cristalinas.

Nos acercamos a Mono Alto, una caldera volcánica que también es conocida popularmente como la “Calderinha” un lugar donde el viento y el mar han dibujado un paisaje espectacular. Quizás sea este mi rincón favorito de la isla.