Los días cabalgan
sin perder la emoción,
en este enero nuestro.
Rostros se oxidan
entre silencios,
que se han ido cayendo
de los abrazos
olvidados.
Volví al lugar,
a aquella mesa
del café de París,
donde dejé de huir
de las decepciones,
donde el dolor ya no importa,
donde las lágrimas
descansan y
permanecen calladas.