Revista En Femenino

Café, risas y cáncer…

Por Almapau @princesas_os

Café, risas y cáncer

Nunca habíamos hablado mas allá de lo estrictamente profesional.
Unas semanas de ausencia y la pregunta obvia al reencontrarnos en el trabajo:

-Cuánto tiempo! Todo bien?
-Uf, sí. Ahora sí, ya se puede contar. Me dijeron que tenia cáncer.
Silencio. -Lo siento, no se por qué te lo he dicho
-Porque lo necesitabas soltar?- Risas.
Café.
-Que cosas eh? A mi también me dieron un susto, fue en la misma época.
-No jorobes? Mal mes!El mes de la concienciación del cáncer de mama... Así, en confianza, Cada vez que veo el anuncio del lazo rosa me pongo de mala leche.
-Ja ja ja ja sí. Yo era escuchar la musiquita y revolverme. Cada vez que intentas abstraerte y pensar en otra cosa ala! Ahí estaba, el pañuelito.
-Yo recuerdo que fue una de las primeras cosas que pensé, en el puto mes del cáncer de mama. Ni hecho adrede.- Nos miramos y vuelta a reír. Tal vez porque nunca pensamos en decirlo en voz alta.

-Y cómo fue?
-En una revisión, tengo un nódulo en el pecho desde hace años, pero de pronto creció. Me habían quitado unos papilomas, así que sumaron dos y dos.
-Shock total.
-Sí, y miedo, pavor, terror, angustia. Piensas en lo peor.
-Tu también estuviste en tu entierro?- Miradas al suelo.
-Por supuesto, mentalemente me despedí de todo. Mi marido no quería ni oírme hablar, pensaba en testamento, decía cuando ya no esté, me tengo que despedir, dejar las cosas preparadas...
Hasta le pedí que me grabara, quería que mis hijas tuviesen una despedida, algo a lo que agarrarse cuando se sintiesen solas.
Ya ves, no me importaba morirme, me aterraba no estar cuando me necesitasen.
No quería dejarles al borde de la adolescencia. Me dio por pensar que me necesitarían con su primer desamor, ya ves que cosas y quería dejarles unas palabras para ese día. Qué tontería verdad? - Me mira con una sonrisa tímida.
-No, no es una tontería, es algo importante, pero no lo ves hasta que no sabes que vas a perderlo.

La importancia de las cosas pequeñas. No te preocupa la hipoteca, ni como crecerán, porque sabes que saldrán adelante de alguna forma.
Te preocupan esas pequeñas cosas, los detalles, cómo será su primer día de escuela, sin ti esperándoles en la puerta.
Quién les llevará a los cumpleaños del cole.
Quién les empujará en el columpio a la velocidad adecuada.
Quién les preparará el cola cao la mañana de su primer examen importante.
Cómo será su primera noche fuera de casa.
Sobre qué hombro lloraran el día que les haga falta... Esas pequeñas cosas.
Silencio. No hay risas.
-Lo peor es tenerte que hacer la dura. No poder contar esos miedos, porque sabes que no te van a entender.
Piensas que dirán que estás loca. Es como si tu casa se quemase con todos dentro y a ti sólo te preocupase salvar los platos...

-Y que te llamen valiente!
Si alguien me vuelve a decir que soy valiente grito.- Más risas.
Valiente es un bombero, a mi la vida me ha puesto un puto cáncer delante. Valiente... Valiente mierda!
Yo no quería ser valiente, quería acurrucarme en la cama, dormir, esconderme.
Taparme hasta las orejas y no ver la luz del sol hasta que no hubiese pasado todo. Pero no pude.
Mi corazón necesitaba ser cobarde, pero no pude.
Tuve que sacar fuerzas de donde no las había por ellos.
Tuve que contener mis ganas de salir corriendo.
Disimular cuando me preguntaban mis hijas. Sonreír llorando por dentro.
Silencio.
Puto lazo rosa! Más risas.

Y entre risas con los ojos nos abrazamos. Y volvimos a tener 15 años, esos en los que se comparten confidencias con una amiga.
Y ahora los lunes tendrán otro significado y tal vez ese feeling no vuelva, pero durante un rato con un café, sin hablar nos entenderemos.
Con una sonrisa.
Como los soldados que vuelven de una guerra, hermanados.
Y es que las guerras le tocan a cualquiera, a los valientes y a los cobardes.
A los que levantan la cabeza y cogen las armas y a los que se quedan sujetando la puerta para que no entren.
Es la guerra. Y en la guerra también se necesita gritar y llorar y cuando acaba la batalla sólo queda el ruido de los cristales rotos en el suelo al pisarlos...

No quería decírselo a nadie, no quería que me mirasen con lástima.
Que me dijesen lo guapa que estaba, lo valiente que era.
No quería. Me bastaba un abrazo, un abrazo silenciosa que significase, cuando caigas yo estaré sosteniéndote.

Valiente.
Cuando te espachurran las tetas en la mamografía. Tiene que doler dicen, y vaya si duele!
También duele el alma, de puntillas, desnudas con un trozo de tela ridículo que enseña mas que tapa, en una sala fría, con esa máquina estúpida atrapasueños, atrapavidas, atrapatetas.

Valiente, cuando antes del diagnóstico ya te hablan de cirugía, para que te vayas preparando.
Preparando para que corten una parte de ti, ¿Hablarían con la misma tranquilidad si se tratase de una pierna? ¿De un brazo?
Valiente, cuando te hacen la biopsia.
Y esperas durante días esa llamada, y vives haciendo planes, de cómo decir adiós, y haces listas interminables de todo lo que debes dejar arreglado, como el que se va a un largo viaje, ningún cabo sin atar. Ningún adiós olvidado.

Cuando vas de consulta en consulta, desnudándote en cualquier cuarto, perdiendo el pudor, y te sientes indefensa y asustada mientras un especialista serio y que apenas te dirige la palabra, se abstrae mientras graba las imágenes de tu ecografía.
Qué ve?
Ya se lo dirá el doctor.
Sí, pero qué ve?
No sabría decirle, su doctor, ya sabe.- Y piensas que si fuese tu hija la de la camilla, o tu mujer, las verías igual sin alma? Tendrías para ellas una mirada? Una palabra cálida?

Valiente cuando una enfermera, jovencísima, apenas una niña, te realiza la quinta mamografía, y esperas la frialdad y el pellizco y el dolor, y entonces te sonríe.
Y te mira a los ojos, y te ve.
Y te dice: Duele, pero voy a ir despacio, si te molesta mucho me avisas y paro.
No tenemos prisa, yo también tengo tetas sabes? Y se lo que es.
Y respiras y vuelve el color a tus mejillas y te alegra el día, porque ella si es valiente, valiente por mirarte, por verte.
Valiente por hacerte sentir algo más que una teta, una teta con cáncer. Porque ese cáncer habita en ti, una mujer, con una vida, una familia, un futuro, que la mera palabra trunca, para, coarta, inmoviliza.

No voy a compartir más lazos rosas, prefiero que se hable alto, claro, que se diga sin pudor, tócate, revisa tu pecho, habla con tu médico, pero no este mes en concreto, ni el día del cáncer de mama, todos los días, en invierno y en verano.
Porque si eres una de cada ocho, esa que dice la estadística que sufrirá un cáncer de mama, si te va a tocar es mejor pillarlo a tiempo, y si te toca:
respira, llora, grita, rompe, patalea, vomita... Y sigue caminando.

No necesitas ser valiente, tan sólo que no te rindas.
Por cierto A, estas guapísima, más que nunca, y no es por tu melena, es que hoy eres mas fuerte, mas serena, mas grande...
Más. Guapa, por dentro y por fuera.

Café, risas y cáncer…

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