Revista Cocina

Calilla, Capítulo 3: La partida.

Por Unofrentealmundo

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Capítulo 3

La partida.

Toda la noche estuvo lloviendo, bueno, eso me dijo una de las sirvientas, porque yo me la pasé toda durmiendo. Pero por suerte, cuando me desperté, ya volvía a ser uno de esos maravillosos días que solo puedes ver en el pueblo de Calilla. Era un día encantador, así que decidí que era el día perfecto para almorzar en la casa de la señorita Pérez. Para saber si estaba dispuesta o no, mandé a uno de los trabajadores a su casa para que se lo preguntase y saber si estaba dispuesta o no. Lo que sentía por esa mujer era algo que no había sentido nunca por otra, y necesitaba saber si ella sentía lo mismo y también necesitaba saber por qué respondió de esa forma después de darle el beso. Durante el camino, decidí que era un buen momento para coger unas cuantas flores, y sorprenderla con ese ramo.

Su cortijo era más alucinante que el de mi tío. Aunque demasiado grande para una sola persona, o me estaba mintiendo y vivía con alguien más en esa casa y por eso cuando la besé se fue de esa forma. Estaba en la puerta de su cortijo, no sabía qué hacer, ¿Entrar o no entrar? Como persona astuta que era, decidí preguntarle a uno de los jornaleros que había por ahí sobre el señor de la casa, así me diría si había un señor o no, porque creo que María no sería capaz de monopolizar a tanta gente para hacerme creer que no estaba con nadie. Y sí estuviese con alguien, ¿Para qué me quería a mí? Le hice la pregunta al jornalero y me dijo que el señor de la casa iba a salir en unos minutos de paseo con su mujer.

-Por ahí vienen.-Me dijo el jornalero.

Yo los vi, ya cada vez estaba más cabreado porque me había dado cuenta de que María me había mentido y no soportaba que me mienta la gente. Como se iban acercando, me dí cuenta de que no era ella y que me había equivocado. Entonces ¿Dónde estaba? Decidí volver por donde había venido, hasta que llegué al pueblo y allí le pregunte a un señor sobre donde estaba la casa de la señorita Pérez y me dijo que por donde venía no era y que me había equivocado. Me indicó el camino correcto. Cuando llegué a la casa de la señorita Pérez ya era casi la hora de comer. Todavía me volvía a asaltar la duda, de sí  estaba casada con alguien o era soltera tal y cómo me dijo en nuestro último paseo. Tenía que entrar al menos para decirle porque le había dado plantón y explicarle que había sido porque antes me había pasado por otro cortijo pensando que era el suyo. Pero ¿Y si la pillaba entre los brazos de otro hombre? Entonces me habría mentido y entonces entendería el por qué se había ido de esa manera. Pero me había mentido. Me decidí a entrar. En la puerta principal de su casa estaba ella, caminado de parte a parte de la entrada con cara de preocupada y al mismo tiempo de cabreada. Su cortijo era incluso más grande que el que había visto antes. El mismo grupo de preguntas que me habían asaltado antes, me volvían a asaltar. La casa era demasiado grande.

-Buenos días, mejor buenas tardes. Lo siento, he tenido un gran percance en mi trayecto para venir aquí.- Le dije yo.

-Estas bien Richard.- Me dio un beso en los labios- Temía que te pasase algo. No me gustaría volver a sufrir lo mismo que sufrí la otra vez.

-Tranquila, estoy bien, no me ha pasado nada, no me ha atacado nadie. Tranquila. Solo que me he equivocado y he ido a otro cortijo que está a dos horas de este y por eso he tardado tanto.-La abracé fuertemente.

- Venga, vamos adentro.-Me invitó María.

Entramos dentro de la casa, pensar en un palacio, pues no, no era un palacio, era mucho más grande. Sí que era rica, me invitó a uno de sus vinos, y era tan bueno como ella me había dicho.

-¿Por qué me has dicho eso antes? Lo de sufrir tanto.-Le pregunte yo.

- Tengo que decirte que soy madre de un hijo, maravilloso. Su padre no me abandonó como estarás pensando, sino que murió. Una persona lo asesino y todavía no he sabido quien es. Ahora que pienso, también era muy amigo del alcalde.-Me contesto ella.

-Lo siento. Parece ser que todas las personas que son muy amigas del señor alcalde, acaban muertas. Lo que es misterioso es que el alcalde tiene amistades que son mujeres y ninguna de ellas ha muerto, solamente los hombres.

-Tienes razón. La verdad que ese hombre se relaciona también con muchas mujeres, pero para él su mujer es algo sagrado y no quiere que nadie se acerque a ella. A la mínima siempre está dispuesto a discutir con una persona por su mujer.

-No es por ofenderte María, pero ¿No puede ser que su marido, el padre de su hijo fuese amante de la esposa del alcalde al igual que mi tío? Repito que no te quiero ofender.

María se quedó con una cara pensativa.

-Puede ser así, pero mi marido, que en paz descanse, no salía mucho. Iba de casa al trabajo y del trabajo a casa. Pero eso sí, lo mataron por los alrededores de la casa del alcalde-Dijo María.

-Pero puede ser que le mintiese. María, no sé si tú y tus compañeros, lo aceptaréis pero quiero formar parte de vuestra banda de bandoleros. Me gusta vuestra forma de luchar por la justicia.

-Ni lo pienses.-Dijo rotundamente María.

-Por favor. Te lo ruego.

- ¿Has pensado lo que pasaría si te pillasen?

-Lo mismo que si te pillasen a ti. Pero no te preocupes que si me pillasen no le diría nada a nadie que tú eres la bandolera de los ojos preciosos.

María se acercó, y me dió un abrazo.

La visita se tuvo que acabar, así que decidí irme. Volví otra vez a mi casa, pero esta vez por la senda correcta. Estaba feliz, tenía un subidón de adrenalina en mi cuerpo porque pertenecía a la banda de bandoleros más temidos de la comarca, pero no eran tan malos. Tenía ganas de que fuese mañana porque podría hablar con María y podría conocer a mis compañeros de la banda. Toda una aventura.

Cuando pasaba por la plaza Mayor camino del cortijo de mi tío, el chico que trabajaba en la imprenta, Javier, me dijo que tenía una carta para mí desde mi tierra natal. La abrí y decía esto:

Querido Richard Raymond:

Como sobrino de Alexander Hafly, usted es el único heredero de toda su fortuna y de todos sus bienes que son:

-Un cortijo en la tierra de Calilla.

-Una Mansión en Edimburgo.

-1000 hectáreas de tierra en Calilla, cerca del cortijo.

-2500 hectáreas de tierra en Edimburgo, cerca de su Mansión.

- Una casa en Londres, cerca del parlamento.

-100.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000 de monedas de oro.

Para confirmar que usted sigue vivo y quiere preservar la fortuna de su tío debe acudir a Edimburgo el próximo 19 de noviembre en la calle 1 1 A 1. En la oficina de correo, desde allí nos iremos a mi despacho para firmar los papeles.

Un cordial saludo.

Recibía noticias de mi tierra, era una gran noticia, pero a la vez muy desafortunada. Era una gran noticia porque recibía noticias de Edimburgo, y era mala porque me tenía que ir a Edimburgo y tenía que dejar a María aquí, sola, en Calilla, pero a la misma vez tenía que ir a Edimburgo porque tenía que firmar todos aquellos documentos y así poderle ofrecer la vida que se merecía María. Tenía toda la noche para pensar si tenía que dejar a María para firmar los papeles o no.

Me levanté y me dirigí a desayunar, como todos los días, sentía que ese día era diferente a todos los días que había pasado en este pueblo. Hoy quería invitar a María a uno de los restaurantes de mejor calidad que había en Valencia, aunque si la quería invitar teníamos que salir ya hacia Valencia porque estaba a una hora y media de Calilla. Quería aprovechar esa ocasión para conocer a su hijo y para decirle lo de Edimburgo. Me dirigí a Casa de María vestido de mis mejores galas y con uno de los mejores caballos que tenía y le dije al conductor del carro que preparase el carro y que fuese a Casa de María cuando estuviese listo, yo saldría antes para darle la sorpresa a María y que preparase a su hijo.

Llegué allí y le comuniqué la noticia y obviamente aceptó.

Después de comer nos volvimos hacia mi casa, fue ese momento el que aproveche para decirle una cosa.

-María, en este tiempo que llevo en Calilla me he dado cuenta de que eres la mujer de mi vida, no me importa lo que diga la gente, quiero pasar el resto de mi vida a tu lado, quiero que te vengas a vivir a mi casa, pero lo que más quiero ahora es que me acompañes a Edimburgo a firmar esos papeles, me han dicho que va para unos meses y no soportaría estar tanto tiempo sin verte a ti.- Le dije yo.

- Yo también te quiero, y quiero que estemos juntos el resto de nuestras vidas. Respecto a lo de Edimburgo, necesito pensármelo, no puedo dejar mis negocios así como así.-Me contestó María.

-Tienes que pensártelo muy rápidamente porque si os venís conmigo tenemos que partir el lunes hacía Edimburgo, que tardaremos aproximadamente 15 días para llegar. Podremos aprovechar el viaje para visitar Castellón, Barcelona, París, Londres… Nos viene de paso.

-La verdad es que como lo dices pinta bien la cosa, pero es que tengo asuntos del cortijo que atender, de todas formas hoy cuando llegué a casa mirare los asuntos e intentare resolverlos antes del lunes.

-Entonces ¿Eso es un sí?-Le pregunte yo.

-No es un sí, es un posiblemente, ya sabes que tengo que solucionar los asuntos del cortijo antes.

Al cabo de estar un rato conversando María, me dijo que era el momento perfecto para hablar con los otros miembros de la banda sobre mi entrada.

Así lo hizo, María se fue a su cortijo, dejó a su hijo con una niñera y se fue a la cueva para proponerles eso a los otros bandoleros.

-Buenas tardes chicos-Dijo María.

-Buenas tardes, Señorita Pérez, quien la ha visto y quién la ve. Hacía mucho tiempo que no te acercabas por estas tierras.-Dijo Manuel, que era uno de los bandoleros de la banda y uno de los más temidos de la sierra y no podría salir de la sierra porque si no sería cazado por la Guardia Civil.

-Si no me he acercado a sido por razones importantes.

-No será porque está enamorada del caballero que siempre va paseando con él por las calles de esta ciudad ¿Verdad?-Dijo Paco, el médico del pueblo pero que también llevaba una doble vida, al igual que María.

-Aparte de eso, puedo ser que estemos más cerca de saber quién asesinó a mi marido.

-Como que la jefa está enamorada. ¿Quién te lo ha dicho? El señor con el que vas cogido del brazo todos los días por la calle.-Dijo Manuel.

-No te tolero que digas eso de ese hombre. Ese señor con el que voy cogido del brazo se llama Richard Raymond, es el sobrino de Alexander Hafly, y es la persona más interesante que he conocido. Y si, ha sido él el que me ha dicho quién es el asesino pero no así tan claramente. Para que sepas, Manuel, el tío de Richard Raymond fue asesinado en el ayuntamiento en una habitación en la que solamente se encontraban él y el señor alcalde de este pueblo. Si recuerdas, mi marido fue asesinado por las afueras de la casa de  Matías Navarro.

-Entonces quieres decir que ¿Ese puede ser el asesino de tu marido?-Dijo Paco.

-Puede ser. Si os fijáis el señor alcalde no tiene ninguna amistad femenina que haya muerto. En cambio sí hay hombre amigos del alcalde que hayan muerto.-Dijo María.

-Entonces puede ser que hayan muerto porque hacía algo en contra de él, pero no lo entiendo porque si eran amigos para que hacen cosas en contra de él-dijo Manuel.

-Te creía más astuto Manuel, si lo han matado es porque pueden ser que ellos fuesen los amantes de la mujer del alcalde. Sí, mi marido me engalló si eso es verdad. Necesito saber más. Richard me ha dicho que un amigo suyo, Rafael, el duque de Castilla, le ha dicho que ha visto a otro hombre cerca de la mujer del alcalde.  Así que tenemos que evitar que maten a esa persona y tenemos que ver quién es.-Dijo María.

-Buen plan jefa. No sabe que Rafael el bandolero ¿No?-Dijo Paco.-Yo me bajo al pueblo que tengo que pasar consulta ahora. Adiós.

-No, no sabe quiénes somos ninguno de nosotros. Solo me conoce a mí. No te vayas, escucharme todos. Richard me ha pedido una cosa- Dijo María.

-A qué esperas para decírnoslo. ¿Quién será el padrino?-Dijo Manuel.

-No es eso, de verdad Manuel, hoy la neurona todavía la tienes durmiendo. No nos vamos a casar sino que me he dicho que… que… que me vaya con él durante un tiempo a Edimburgo que tiene que firmar una cosa de la herencia de su tío, pero pienso que no es el momento de dejar el pueblo sabiendo que una persona va a ser asesinada y podríamos saber quién es el asesino de mi marido y el asesino del tío de Richard.-Les contó María.

-Vete con él jefa, no lo dudes, pasan un tiempo con él. Conoce nuevas tierras.-Dijo Manuel.

-Eso es, nosotros nos preocuparemos de averiguar eso-Dijo Paco.

-Bueno voy a volver al cortijo que tengo que arreglar unas cosas antes de irme a Edimburgo.-Se despidió María

-¿Y eso para cuanto tiempo es?-Pregunto Paco.

-Seguramente para unos meses y luego nos volveremos a ver. Adiós.

-Adiós jefa-Dijeron los dos.

Mientras yo estaba esperando en casa estaba esperando la respuesta de si cuando volviese me podría unir a la banda de bandoleros o no. De todas formas yo empecé a prepararme la maleta y todas las cosas que me tenía que llevar a Edimburgo porque con o sin María tenía que irme a Edimburgo. Así que sin demorarme empecé a prepararlo todo, a informar a las sirvientas, a informar al conductor del carro, etc.

Pasaron 5 horas desde que María se había ido y no había venido a decirme la respuesta de sus compañeros. Ya había acabado de cenar y en vista del éxito me fui a dormir.

Esa mañana me levante con las ideas muy claras, me esperaría hasta las doce del mediodía sino partiría hoy mismo hacía Edimburgo.

Eran las 10:30h y desde ayer por la tarde que no sabía nada de María. Pasó la media hora que quedaba para las once en punto, así que sin demorarme mucho me subí al carro rumbo a mi ciudad natal.


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