Revista Viajes

Canadá: hacia las montañas rocosas

Por Vagabond
Canadá: hacia las montañas rocosasHenos nuevamente en Canadá, en las afueras de Vancouver, en la ciudad de Hope. De allí se inicia una nueva etapa, un camino de aproximadamente 1500 km que nos llevará hacia los parques naturales sobre las montañas rocosas canadienses.
Algo fuera de la ciudad de Hope la carretera comienza a subir sobre colinas verdes; se ven largos ríos impetuosos y el panorama nos regala imágenes de tarjeta postal. Extensiones de árboles que no acaban, lagos y ríos por doquier. La presencia del agua en este país es absoluta. Por centenares de kilómetros no hay presencia humana. Para quien viene como de un país como Italia, bastante “apretado”, sobre todo en el Norte, Canadá brinda una sensación extraña de soledad o quizás sería más adecuado decir: libertad. Por supuesto, Canadá es famoso, junto a Australia, por ser uno de los pocos países del mundo con una escasa densidad poblacional. Una superficie siete veces más grande que Italia con solos 30.000.000 de habitantes.
A lo largo de la carretera que nos llevará sobre las montañas se hace la primera parada en un área para viajeros donde se encuentra una estación de servicio, un restaurante y un pequeño hotel. El hotel es acogedor y tiene un enorme hidromasaje. Por supuesto, decido aprovecharlo. Canadá: hacia las montañas rocosas
Al poco rato se une un canadiense en la sesión de relajación acuática. Trabamos enseguida amistad; hablamos de la economía local y del estilo de vida. Él afirma que Canadá es estadísticamente el país más seguro al mundo y cuenta con muchísimas oportunidades de trabajo. Recordemos que corría el año 1999. Él se ocupa de construcciones de casas de madera (al oeste son muy populares las casas hechas con troncos de árboles), me dice orgulloso que este tipo de casas son muy calientes en invierno y frescas en verano. Además, en caso de terremoto resultan muy resistentes. Incluso me ofrece un trabajo. Rechazo amablemente y le explico que el país me gusta muchísimo pero el clima no. No soportaría los largos inviernos fríos.
Al día siguiente retomo dirección al este. Se ven localidades maravillosas, pueblecitos que recuerdan mucho las aldeas de fronteras de las películas westerns de Sergio Leone: casas bajas hechas de troncos de árboles, meticulosamente ubicadas a ambos lados de la calle. Caballos corriendo en el verde y por supuesto, lagos y ríos escoltados por abetos. En fin, una naturaleza de una belleza indescriptible. Canadá: hacia las montañas rocosas
Finalmente aparece Kamloops, una ciudad ubicada en una zona particularmente desértica. La ciudad parece una ciudad americana de provincia cualquiera, centros comerciales, McDonalds, mientras el panorama se semeja a Nevada: seco y desértico. Me explican que ésta es la zona más seca del país. A lo lejos se encuentra el Valle del Okanagan, que toma su nombre del gran lago. Es la zona más templada de todo el país. No por casualidad allí se cultiva todo tipo de frutas: manzanas, peras, cerezas... a menudo en época de recogida es una fuente de trabajo para los locales. Aunque me comentan que en esta época llegan en cantidad de personas en caravanas que aprovechan algunas semanas de trabajo intenso para ganar algún dólar. Las extensiones de cultivos de fruta son inmensas. En las riberas de este lago se pueden divisar muchas localidades de veraneo frecuentadas por los canadienses.
Retomo la carretera, de nuevos árboles, abetos y arces al infinito. Aparece otro gran lago: Salmon Arm, es enorme, parece que en Canadá todo tiene dimensiones agigantadas. Varias horas de viaje antes de llegar al primer parque nacional de los "Rocky Mountains" y el parque más grande, "Banff", dicen que tiene las dimensiones de todo el Piemonte. El parque recuerda a Austria pero sin sus aldeas y asentamientos. Solo hay una ciudad: Banff, pequeña metrópoli de veraneo bien equipada y muy organizada. Una especie de Cortina de Ampezzo pero de dimensiones mayores. En el valle de Banff incluso podemos apreciar un enorme castillo escocés, ahora convertido en hotel de lujo. Por supuesto, no pueden faltar los escoceses con sus gaitas y kilt que acogen a los turistas en algunas horas del día.
Paso la noche en un hotel de la ciudad para reemprender camino apenas amanece, la meta son los parques menores de "Jasper" y "Yoho". Los tres parques se hallan muy cercanos. Entre el sur de Banff y el norte de Yoho se encuentra la autopista a cuatro carriles más alta que el mundo. Son más de dos mil metros. La autopista regala paisajes estupendos: valles que se abren con lagos de alta montaña, glaciares que inician a pocos centenares de metros... Lo negativo es que llueve, pero aún así hay un grupo de ciclistas japoneses que con sus chubasqueros remolcan los carritos con sus niños dentro. Canadá: hacia las montañas rocosas
Finalmente llego a la ciudad de Jasper, aquella que recuerdo con mayor placer. Todas las casitas son de tronco de árboles, es una aldea limpia y verde en un contexto natural sorprendente. Las puertas de los jardines están abiertas y los alces se mueven de un jardín al otro buscando hierba. Conozco a un simpático mejicano que se ha mudado a este pueblo paradisiaco, se ha casado con una chica canadiense. Él es nativo de La Paz, en Baja California mexicana. Curiosamente ha abandonado su ciudad con mucho placer pues para él era demasiado caliente. Nada, que siempre buscamos lo contrario de lo que tenemos…
Entre los parques, el más sugestivo es Yoho, (en dialecto nativo significa: maravilloso), es el más salvaje y despoblado.
En los días siguientes regreso a Vancouver. Visito el museo de los Nativos Norteamericanos. Me resultan muy interesantes las obras artesanales artísticas: las famosas esculturas en madera, los tótemes y las máscaras tribales. Las máscaras tribales de madera del British Columbia son verdaderas obras de arte. Tal como los cuadros de artistas famosos, tienen un valor que se revaloriza con el paso del tiempo. Algunos de ellas también pueden valer varias decenas de millares de dólares. Si el artista local es medianamente bueno me aseguran que sus productos pueden representar una verdadera inversión. Canadá: hacia las montañas rocosas
La bahía de Vancouver es bellísima, se dice que sólo la de Sydney en Australia la supera en belleza. El único problema de esta belleza es el clima aunque el British Columbia (estado federal canadiense que tiene a Vancouver como capital), es el estado con el mejor buen clima de Canadá, en invierno la temperatura baja solo a cero grado. No obstante, demasiado húmedo en todas las estaciones.
Ya es hora de regresar a Italia, las vacaciones han terminado. Me queda el recuerdo de un país bellísimo dónde el espacio parece no acabar nunca. La naturaleza se adueña de todo y los colores dominantes son el verde de los árboles y los prados al infinito; el azul del cielo y los lagos omnipresentes y obviamente, el blanco de los glaciares y de la nieve del invierno, mucha nieve.
Canadá: hacia las montañas rocosas
Para quien estuviera interesado en trasladarse a Canadá; este país ofrece más o menos los mismos programas de Australia. Una visa temporal de trabajo estacional para los jóvenes que quieran conocer y viajar en el país. También ofrece un visado para residir y otro para trabajar. Por supuesto, es necesario compilar algunos módulos que serán valorados en relación con varios factores como el conocimiento de la lengua inglesa y la edad.
Otra solución, como sucede con otros países es encontrar a un patrocinador: una compañía canadiense que se encargue de nosotros pidiendo ella misma el visado a inmigración y garantiza nuestra manutención a través del empleo que nos ofrece.
Los visados por inversión en el país siempre requieren de sumas en el orden de un mínimo de 250.000 dólares canadienses para invertir en provincia del país.

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