Canciones de una vida

Versión libre de la entrada de Bettie. Lo haré de los libros, también, pero por cosas #cosas, hoy me apetece hacerlo más de canciones. Ea. Tampoco serán todas de las que marcan un antes y un después en la vida, pero bueno, son de las que han estado y estuvieron... Y tampoco esperéis que me ponga elevada y repelente. Aquí hemos venido a corazón y vergüenza abiertos. Dejadme.

Alaska, Olvido, y un guapérrimo Carlos Berlanga. Y un himno que he cantado desde que era una enana y no sabía lo que decía. No sé si está incluido en los conciertos de Fangoria pero ojalá, porque en septiembre los veo y pienso desgañitarme y despendolarme. Mucho.

Mi canción favorita de estos tres, que forman parte, porque sí, de mi vida y de lo que soy hoy en día.

Y mi canción favorita, en general, de entonces y ahora. 
Y Bryan, claro. Doce años, mi prima que se casa y elige esta canción para entrar en la iglesia. Pasaría bastante tiempo hasta que terminé de descubrir a Bryan y hasta que Bryan se convirtió en lo que es ahora pero, aunque hay otras canciones que me gustan más, Everything es especial y siempre lo será. 
Y, bueno, os decía al principio lo de la vergüenza, pues aquí está:

¡Y no digo más si no es en presencia de mi abogado! EHEM.
Pero, aunque os parezca imposible, todo, TODO, puede empeorar...
Bueno, y para hacer honor a mi fama de anglófila y quitarme un poco de vergüenza vergonzante de encima...

¿Sabéis de esas canciones que pasas tiempo sin escuchar y, de repente, suenan dos veces en un día, en ese día? Pues eso. 
Y acabo, casi, como empecé. Con Fangoria y una canción que ya puse por aquí el otro día pero que en este verano rubio y loco está siendo un mantra, un camino existencial, un ruta vital...

Fangoria, concierto, septiembre. Ouh, yeah.