Revista Cine

Candyman

Por Especialistamike
Candyman
Nombre: Daniel Robitaille
Interpretado por: Tony Todd es el actor que ha encarnado a Candyman en las tres ocasiones que el personaje ha sido llevado a la gran pantalla, y dudo que nadie pueda manejar el garfio con la maestría de este clásico actor de género.
Primera aparición: El personaje aparece por primera vez en Candyman: El Dominio de la Mente, dirigida en 1992 por Bernard Rose.
Nº de películas: El señor Todd ha esgrimido ese enorme garfio en tres ocasiones: Candyman: el Dominio de la Mente (1992), Candyman 2 (1995) y Candyman 3: el Dia de los Muertos (1999).
Bodycount: Alrededor de 20 han sido los insensatos que han caido víctimas de la saña y la ira de Candyman a lo largo de la trilogía que compone su leyenda hasta la fecha.
Modus Operandi: Después de pronunciar su nombre cinco veces delante de un espejo (en la primera película de la saga bastaba con hacerlo sólo en tres ocasiones), Candyman se materializa para acabar con su víctima con el terrible gancho que tiene donde antaño lucía su amputada mano derecha. Sin duda alguna, ese gancho es el arma preferida por este personaje que deambula donde la realidad y la fantasía se confunden.
Descripción: Para entender al personaje de Candyman y la leyenda que le rodea debemos remontarnos hasta finales del siglo XIX, concretamente a 1890, cuando Daniel Robitaille, hijo de un esclavo negro y con un talento especial para la pintura, es elegido por un rico terrateniente para que realice un retrato de su hija. Pero ocurre lo inesperado: ambos se enamoran a pesar de las diferencias raciales e incluso ella queda embarazada. Cuando el padre de la muchacha se percata de la relación entre ambos, se las apaña para que Daniel sea linchado por una multitud enloquecida que le amputa la mano derecha con una sierra, le embadurnan con miel para que sea pasto de las abejas mientras gritan "¡Candyman!" como posesos y, no contentos con todo ello, le queman mientras se debate entre la vida y la muerte debido a las picaduras. Es entonces cuando nace el mito viviente de Candyman, una leyenda urbana de horror y muerte que se alimenta y vive gracias a la creencia de la gente en su mito. Envuelto en el enorme abrigo que oculta el zumbido de las abejas que devoran su cuerpo y ese muñón armado con un garfio donde otrora ostentaba la mano con la que pintaba auténticas piezas de arte, Candyman aguarda agazapado al otro lado del espejo, esperando que uno de esos incrédulos que desprecian su historia pronuncien su nombre el número de veces suficiente como para que la pesadilla se haga realidad.
Basada en el relato The Forbidden (Lo Prohibido) del genial Clive Barker, la película de Bernard Rose constituyó uno de los mejores films de terror de principios de los '90, ofreciendo un punto de vista mucho más maduro y serio del género slasher o de psychokillers, que por aquel entonces se cimentaba en películas intrascendentes orientadas hacia el público adolescente. La historia de Barker era poseedora de un tono mucho más oscuro y tétrico que lo que imperaba por aquel entonces,  y tanto el film supo aprovecharse de ello, usando la baza del terror psicológico y el binomio realidad/leyenda urbana para crear una historia de gran magnetismo, tintes oníricos y con un personaje imponente, carismático e icónico que necesita víctimas para seguir existiendo.
Su final: Candyman es otro de esos psychokillers sobrenaturales que siempre vuelven del más allá. En la primera entrega es quemado en una enorme hoguera, para reaparecer en la segunda parte y ser enviado al más alla luego de romper un espejo donde presuntamente se alojaba su alma. No obstante, regresa de nuevo en la tercera película hasta la fecha en la que su tataranieta le destruye de nuevo reduciendo a cenizas un retrato suyo.
La frase: "Dirán que he derramado sangre inocente pero, ¿para qué es la sangre sino para derramarla?" (They will say that I have shed innocent blood. What's blood for, if not for shedding?)


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