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Capítulo 4: Jerusalén, un día en Tierra Santa

Publicado el 14 agosto 2016 por Packandclick

Desde que empecé a preparar este viaje y supe que iba a ir a Jordania, la idea de cruzar la frontera a Israel y visitar Jerusalén resultaba muy apetecible, al igual que inquietante.

No es secreto que la situación en Oriente Medio no es la mejor en estos momentos y por eso, no estaba segura de si sería acertado ir o si por el contrario era preferible que me quedase en Amman. Pero, ¿y qué iba a hacer en la capital jordana?

Al final, me di cuenta que no podía desaprovechar esta oportunidad. Estaba tan cerca de la Tierra Santa... y a la vez, tan lejos.

Económicamente hablando, este día en Jerusalén ha supuesto una ruina pero mi seguridad es más importante para mí y por eso, opté por contratar una visita guiada, de puerta a puerta.

Aún así y teniendo en cuenta las medidas que había decidido tomar, mis nervios estaban a flor de piel minutos antes de que Ahmad, mi chófer en el lado jordano, me recogiese en el hotel. Se lo confesé, "Ahmad, estoy nerviosa." Él, se rió y me dijo, "No deberías, es fácil... al menos desde el lado jordano no vas a tener problemas." Y así fue. Todo transcurrió con total normalidad en Jordania.

Es cierto que el trámite entre las aduanas no es difícil en sí. En una entrada posterior explicaré todo el proceso por si algún día quieres hacer lo mismo que yo (Déjame un comentario abajo si te gustaría saber cuál es el proceso migratorio-aduanero). No es complicado, pero sí largo. Ponen a prueba tu paciencia y yo soy una persona muy paciente...

Decía que Jerusalén está muy cerca de Amman, pero sólo geográficamente hablando. Durante el tiempo que pasé en la aduana, algo más de dos horas en total (en cada sentido), sentí que un mundo dividía a ambas ciudades. Tan cerca y tan lejos a la misma vez. Este pensamiento estuvo presente a lo largo de todo el día. Tan cerca y, a la vez, tan lejos.

La tensión es palpable en todos los checkpoints que debes pasar en autobús. Entre el lado jordano y el lado israelí, menos de un kilómetro que se alarga una eternidad.

Pero, afortunadamente, todo salió bien en la aduana. Tuve la fortuna de que me tocó un aduanero muy simpático en el lado israelí y en cuanto vio mi pasaporte se puso a hablar del Barça. Tanto jordanos como isralíes sienten una pasión casi obsesiva por la Liga española y la rivalidad entre seguidores del FC Barcelona y el Real Madrid es tan grande como España. Una vez más, tan lejos y, sin embargo, tan cerca.

Seis horas de intensidad en estado puro

Al otro lado de la frontera me esperaba Jorge, mi guía en Jerusalén. La verdad es que si algún día vas a Tierra Santa, te recomiendo que optes por tener un guía. Es una ciudad con tanta relevancia histórica, que necesitas que alguien te esté facilitando esa información necesaria para comprender mejor dónde te encuentras y qué es lo que tienes frente a ti.

Jorge hizo una labor excelente explicándome todo... primero a vista de pájaro, desde el Monte de los Olivos, y hasta concluir en el Muro de las Lamentaciones.

¿Sabes qué es lo más curioso? Se siente algo estando allí. Es una sensación rara que no sabría muy bien describirla, pero incluso yo que no soy religiosa, sentí un algo en diversos puntos de la ciudad que me emocionaron tanto... hasta casi marearme. Es muy raro, de verdad. Pero, tal vez, fue una forma más de corroborar que hay una fuerza más grande que tú y yo en este mundo.

Lo digo completamente en serio.

Jorge me llevó por La Via Dolorosa y realizamos las 14 estaciones en los últimos momentos de vida de Jesús, desde ser juzgado hasta que enterraron su cadaver después de haber fallecido en la cruz.

A lo largo del recorrido, cruzas calles y adoquines, murallas e iglesias, y te das cuenta de que lo que tienes ante ti tiene más de 2,000 años de historia. ¡Más de 2,000 años! Pones las cosas un poco en perspectiva.

Sin duda, creo que unos de los espacios más cargados, al menos desde el punto de vista cristiano, es el Santo Sepulcro. Ahí tienen lugar las últimas estaciones: el punto en el que clavan a Jesús en la cruz, el lugar en el que colocaron las tres cruces, el lugar donde fue purificado su cadaver y el lugar donde fue enterrado. Casi nada.

Tengo una anécdota divertida para quitar un poco de hierro a la sobriedad de este post. Puedes tocar la piedra sobre la que clavaron la cruz de Jesús. Debes agacharte e introducir tu mano en un orificio y eso hice... Pero se me olvidó que la altura del arco era pequeña y al salir del hueco me golpeé la cabeza. No sabes lo que dolió, pero no pude sino reírme por lo irónico de la situación, y no pude evitar mirar arriba y guiñar al cielo y dar gracias a Dios por guiarme en este viaje. Creo que fue su forma de decirme, estate siempre atenta :-).

Te cuento otra curiosidad acerca del Santo Sepulcro. Es una iglesia sin denominación. La custiodian, a turnos, católicos, ortodoxos, la iglesia armenia y otras variantes cristianas. Me gustó que, al menos en un punto del mundo, todas las variantes del cristianismo compartieran un espacio y dejaran de lado sus diferencias. Si fuera así de fácil con todo lo demás, ¿verdad?

Mi día en Jerusalén terminó visitando el Muro de las Lamentaciones (o simplemente el Muro para los judíos). Otro lugar cargado de sentido e historia. Es increíble ver que el muro que en su día construyó Herodes aún sigue en pie. A primera vista sólo ves lo que está sobre la superficie, pero Jorge me llevó a otro lado y desde ahí se observa cómo el muro tiene como unos 10 metros más bajo tierra.

Seguí la tradición judía y caminé por el lado de las mujeres hasta llegar al muro, y dejar mi petición en un papelito. Apoyé mi mano izquierda en el muro y recé. Y ahí, nuevamente, sentí ese algo del que hablaba. Respetando las normas judías, caminé dando pasos hacia atrás como lo hacían las demás mujeres y después purifiqué mis manos en la fuente que hay en una esquina.

Así concluyó mi día en Jerusalén. Una jornada intensa, con mucha información que aún proceso en mi mente.

Pero me alegro tanto de haber tomado la decisión de ir. A veces, hay que tener un poco de fe y creer, y creo que un sitio como éste te brinda la mejor oportunidad para dar un salto y hacerlo.

Espero que me acompañes en esta aventura por el mundo... Puedes seguirme tanto en Instagram, Facebook o aquí mismo, ya que iré actualizando la bitácora cada tres o cuatro días.

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