Revista Opinión

capitulo 4: LAS RUTINAS DE AIDAN

Publicado el 26 julio 2023 por Johnny Zuri @johnnyzuri
capitulo 4: LAS RUTINAS DE AIDAN 2

Capítulo Cuatro

Xerxes era una roca flotante en el vasto vacío del cosmos. Desprovisto de la maravillosa diversidad biológica de la Tierra, este pequeño planeta solo albergaba las ruinas de lo que había sido una expedición llena de promesas. El paisaje estaba salpicado de estructuras metálicas, esqueletos de naves y edificios en medio del terreno árido y rocoso.

El edificio principal, la base, era una mezcla de laboratorio, vivienda y comedor. En su interior, todo estaba organizado meticulosamente, no había mucho espacio para el desorden. Los días de Aidan estaban marcados por la rutina; reparaciones de la base, ejercicios físicos, mantenimiento de los equipos y, por supuesto, la espera de la llegada de Elara.

Para mantenerse mentalmente activo, Aidan había improvisado un pequeño gimnasio y una biblioteca, repleta de archivos digitales sobre ciencia, literatura, historia y todo tipo de conocimientos que la humanidad había acumulado a lo largo de los siglos. Incluso había aprendido a tocar la guitarra utilizando una antigua, pero funcional, interfaz de realidad virtual.

Pero más allá de sus tareas diarias y su autodidactismo, lo que verdaderamente le mantenía cuerdo era Elara. Cada encuentro con ella era como una bocanada de aire fresco, una reminiscencia de lo que alguna vez había conocido: la humanidad, el amor, el contacto con otro ser humano. Estos momentos eran preciosos y daban sentido a su solitaria existencia.

El amor por Elara, sin embargo, se convirtió en una espada de doble filo. Cada vez que su nave ascendía en el cielo estrellado de Xerxes, dejándolo nuevamente en soledad, la tristeza se apoderaba de Aidan. Sabía que ella regresaba a una Tierra llena de vida y diversidad, a un lugar donde él ya no podía estar. Y a pesar del profundo amor que sentía por ella, no podía evitar sentir un toque de amargura.

Además, su encuentro con el proyecto Pangea y los documentos que Elara había traído, comenzaron a causarle un creciente malestar. ¿Había sido su vida en Xerxes un accidente, o formaba parte de una maquinación más grande? ¿Podía confiar plenamente en Elara, sabiendo que ella estaba, de alguna manera, vinculada a las personas que podrían haber orquestado todo esto?

Y más allá de todas esas preguntas, estaba el dilema moral más preocupante: ¿El regreso a la Tierra era una posibilidad? ¿Podría realmente considerar volver, sabiendo que su presencia podría desatar una catástrofe de proporciones inimaginables? La soledad era un precio alto, pero ¿era mayor que el riesgo de exterminar a su propia especie?

La mente de Aidan estaba llena de contradicciones y conflictos, pero una cosa estaba clara: su amor por Elara y su deseo de salvaguardar la vida en la Tierra eran inquebrantables. Así, con cada día que pasaba, con cada puesta de sol en el pequeño planeta Xerxes, Aidan vivía en la delicada línea entre el amor y el miedo, entre la esperanza y la desesperación. Y en medio de todo, se aferraba a la única certeza que tenía: Elara. Ella era su faro, su conexión con la humanidad, y su ancla en el vasto y solitario universo.


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