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Capítulo 46: Todas

Publicado el 24 junio 2016 por Fanitt

Se cubrió con la camisa atropelladamente y salió con rapidez de la pequeña biblioteca que había servido improvisado dormitorio.
Capítulo 46: TodasAbrió las fuertes puertas de madera de golpe para toparse con la cara de asombro de Sir Clive. Parecía tan desconcertado como él.
-¿Dónde está?-rugió Sir Gerard- ¿ Has visto a dónde se dirigía?
Corrió hacia el ventanal sin dar a Clive el mago la oportunidad de responder. Intentó detenerle pero no le alcanzó. Desde la parte superior sir Thomas bajaba las escaleras de dos en dos. Estaba lívido
-Se ha ido-anunció con el rostro demudado
Sir Clive se volvió hacia él y luego hacia un Gerard fuera de sí que ya se había equipado con un par de dagas, una espada y estaba preparando un farol
-Calma
Ni Gerard ni Thomas parecieron escucharle y si lo hicieron no siguieron su consejo
-¡Calma!- con una voz profunda y poderosa les hizo volverse al fin
-No lo entiendes Clive, los barcos de Orzuk ya han arribado y llegarán más! Piensa que puede ir sola a parlamentar y que la escucharán. ¡Se ha vuelto completamente loca! Van a invadirnos, destruirnos y ella quiere hablar!
-Gerard...- el primero de los Guardianes le miró desesperado- Gerard, se han ido todas
Capítulo 46: Todas -¿Cómo lo sabes? Contesta!
Los profundos ojos de sir Clive brillaron entre las espesas pestañas, se irguió mostrando su rotundo físico y su mandíbula cincelada a capricho. Frunció unos labios que sólo unas horas antes se fundían en los de lady Star como si nada existiera fuera de aquellos labios, como si no fuera necesario siquiera respirar, como si fuera posible alimentarse sólo de esos besos...no de besos...de ESOS BESOS. Desechó la imagen con un movimiento de cabeza, apretó los puños con rabia y alzó la mirada hacia un Gerard que parecía tan ansioso como desolado.
-Porque su fuerza reside en estar juntas- se giró hacia la puerta del Pabellón que acababa de abrirse dejando entrar el rocío de la noche y colarseles hasta los huesos- y porque ellos pueden confirmar lo que te digo.
Alex y Henry asintieron sin gestos añadidos, su seriedad era el sello que no dejaba lugar a dudas. Habian llegado al Pabellon al mismo tiempo. No hizo falta que se preguntaran la razón que les había llevado allí.
Las marcas sobre el pecho de los guardianes ardieron, ellos apretaron las mandíbulas aguantando el dolor. Y sin mediar palabra todos cogieron las capas y se cubrieron las cabezas. Era la segunda procesión que la Isla iba a ver en una misma noche.
No muy lejos de ellos otra figura también envuelta en una capa y en las sombras de su corazón seguía sus pasos con discrección. Un rubio mechón refulgió con la misma intensidad que la marca de su pecho que con tanto cuidado llevaba oculta.  El principe Ethan cumplía las órdenes de su hermano mayor aún sin que se las hubiera dado. Tenían que encontrarlas, tenían que destapar secretos.
To be continued...
Rosemunde Lovelace

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