Revista En Masculino

Capítulo III: Sol --> tame

Por Aletaubas
Febrero 2009, Buenos Aires. Las vacaciones habían terminado. A simple vista el viaje había sido genial. Sin embargo, aún tengo mis dudas. Habían pasado apenas más de 30 días de nuestro regreso que nuestra teórica soltería había desaparecido.
Hay una gran frase que dice: “Lo que no está roto no se arregla”. Si los tres estábamos tan bien como estábamos, ¿por qué cambiamos? Evidentemente no estaríamos tan bien. O simplemente algo estaría faltando.
No tengo dudas que no hay mejor goce que encontrarse con la libertad después de un largo tiempo de condicionalidad. Sin embargo es tan breve como morder chocolate. Bastan un par de mordiscones para que sea suficiente.
Así fue como febrero y marzo resultaron ser una sutil transición dónde cada uno de mis amigos volvió a su lugar de origen. Me escucho y pareciera una queja, pero supongo que no es más que la pena de haberme ilusionado que aquella aventura duraría un tiempo más.
Caliente con Solana, corrí la historia a un costado y seguí adelante. Continué en mi incansable búsqueda de la mujer imperfectamente correcta y conocí interesantes personas. Especialmente una de la que después te contaré. Fue un gran flechazo que me dejo grogui al instante. La cagada es que necesitaba algo de tiempo. Solana estaba impregnada en un lugar que me costaba olvidarla. Era como si se hubiera ubicado en un espacio alternativo de mi cabeza.
Capítulo III: Sol --> tame tame" /> tame" border="0" title="Capítulo III: Sol --> tame" />A pesar de la hipnosis, continué. Sin embargo había momentos dónde intuía un posible llamado y frente a la posibilidad me quedaba en casa. No estaba del todo cómodo. Cuando sonaba el teléfono en “sus” horarios me palpitaba. Era un garrón, pero al menos lo estaba intentando. Aún me cuesta explicar que es lo que me retenía así. Si lo pienso fríamente, no era más que una novela telefónica y algunas fotos.
Capaz me confundía apreciar que ella también sentía cosas por mí. Que la falla estaba en otro lado. Es mucho más sencillo olvidar a alguien cuando tenes claro que no le gustas, que te dejo de querer o que la razón por la que no funciona es irremediable.
“Jamás des prioridad a quién te trate como opción”. Esa era la única tesis que me sacaba adelante. No había dudas que sin importar el motivo, yo era secundario. Y mientras no tuviera una mejor deducción me obligaba a seguir mis propios consejos.
Recuerdo que me llamó un fin de semana, temprano y me agarró desprevenido. Solía llamar durante la semana entre las 8 y 10 de la noche. Ese sábado atendí colgado y lanzó todo su armamento. Al escucharme por primera vez inaccesible, me dijo que había estado pensando mucho y que tras su próximo vuelo a Miami, nos encontraríamos cerca de su casa. Que lo único que la había condicionado todo este tiempo era el miedo al cara a cara. Que la ponía muy incómoda.
Medio raro igual… Al teléfono nos llevábamos bárbaro, ¿cuánto puede cambiar? Una cosa es no gustarse físicamente y otra pasarla mal después de tanto tiempo. Además, ¿cómo la curiosidad no se había devorado al temor a estas alturas? Finalmente accedí y me llamo toda la semana hasta que voló.
Lo malo es que cada vez que le daba lugar, retrocedía en todo lo demás. Encima soy adicto a las historias con buen drama y un gran final. Tengo la mala (o buena) suerte que siempre se me dio todo. Incluso hasta mis peores batallas, dónde me encontraba terriblemente herido, tuvieron final feliz. Nuestro pasado nos condena y a mí me sentenció a la credulidad. Confío que sin importar lo mal que se vean las cosas, le encontraré la vuelta. Peor aún, hasta me desafía. La omnipotencia ayuda en muchos contextos de la vida pero esta vez, me estaba haciendo un pozo para tirarme adentro.
Entonces ¿qué hice? Con el objetivo de enamorarla aún más (asumiendo que lo estaba) y que no quedara ni la menor duda que teníamos que conocernos, jugué mi última carta. El sábado de aquel fin de semana siguiente era 14 de Febrero, San Valentín. Averigüe dónde paraba la tripulación de Aerolíneas en Miami y le envíe un regalo al hotel.
Regresaba el domingo así que solo tenía 24 horas para encontrarse con el regalo. Le mande un email recordatorio a Gmail asumiendo que buscaría leer algunas palabras dada la fecha en particular. El regalo era genial, pero olvidate que te cuente porque me vas a gastar eternamente.
"Locura es repetir lo mismo una y otra vez, esperando diferentes resultados". Entonces explicame: ¿Por qué seguía? Cuanto más le daba, menos obtenía. Al otro día, ni señales. Al final me saludó tarde de casualidad por el Messenger, era obvio que no se había dado cuenta de nada y no me quedó otra que explicarle todo. Ya era de noche y estaba en el aeropuerto. Todo al pedo, el regalo me lo metí en el orto.
Obviamente, lo tuve que contar. No me gusta callarme nada así que encare al grupo con la verdad. Me re putearon con justa razón, como seguro estarás haciendo vos ahora. Pero también te darás cuenta que lo veo como un error. Ojo, la intención fue copada. Lo que pasa es que había una alta probabilidad de volver a perder y la había ignorado una vez más. Soy un gran promotor de la filosofía “Premios y Castigos” y no estaba actuando con coherencia. En lugar de premiar los buenos actos y castigar los malos, ella me lastimaba y yo redoblaba la apuesta. Como si no fuera suficientemente especial como para tener que hacer más por alguien que apenas identifica los primeros gestos.
Es muy distinto enriquecer un vínculo que asciende a medida que intensificas el fuego. En cambio en mi caso, la ceguera no me dejaba ver que todo lo que le gustaba de mí no tenía que ver con mis esos gestos, sino al contrario, con alguna cuestión de mi personalidad que procedía de una forma más inconsciente. Y al no tener visibilidad de cuál era esa cualidad, no podía potenciarla. Intentaba enamorarla de la manera incorrecta. Hoy más que nunca puedo afirmarte que ‎"el verdadero amor no consiste en cumplir las expectativas de la otra persona de una forma consciente".
Luego de ese nefasto y bochornoso episodio la mina asumió consciencia que el vínculo estaba desbalanceado y me dejo en paz por algunas semanas. Obviamente no nos vimos, me pidió disculpas por el descuido, desapareció y la deje ir. Le di un descanso a la fantasía y me concentré en lo que realmente pudiera aportarme algo bueno.
Para fines de Febrero celebramos en uno de los mejores casamientos a los que haya ido. Esta vez, estaba más relajado. Lo que sucedió semanas atrás me dio relativa certeza que Solana estaba en otra. Era un juego al que recurría en determinados momentos. Una simple distracción.
Me enfoque en disfrutar la lancha, escribir la novela y seguir empujando mi proyecto. Capaz se me daba y podría renunciar definitivamente a la relación de dependencia. Además quedaba calorcito por delante, sinónimo de diversión al aire libre que siempre suma.
No es tan fácil ser la única persona de un grupo que no está en pareja. Las “noches” de los fines de semana eran escasas y por lo general, promovían asados grupales y acompañados. Durante el día me gusta el río. Siempre alguien se prende, pero soy medio reacio a compartirlo con una mujer.
En realidad soy medio reacio a compartir todo con una mujer, salvo cuando es la persona indicada. Vivo monitoreando que es lo que la otra persona siente por mí y en los casos dónde me parece que se están aferrando más de lo que yo me aferro, lo corto rápidamente.
Si tuviera que elegir entre sufrir yo y que sufra el otro, prefiero mi dolor. Me condiciona más sentir que hago daño que sentir que no llego. Por eso mantengo la relación en un plano casual hasta palpar pena ajena. Abrir el juego a compartir cosas copadas alienta al enamoramiento. Mejor primero estar seguro. En realidad no lo hago mientras no lo siento, cosa que en general, no me sucede.
A veces desearía no estar tan seguro, seguramente probaría para ver qué pasa. Me concentraría mucho más en mis emociones y un poco menos en las del otro. Pero no me tocó de esa manera. Basta un simple diálogo para definirlo todo.
En defensa de mis formas puedo afirmar con confianza, que haber permanecido en la seguridad de los extremos, me ha regalado las emociones que siempre soñé experimentar. Supongo que por eso no fui a terapia todavía. Justo cuando estoy a punto de ceder ante la ausencia absoluta de la experiencia codiciada, mi espacio a la casualidad compensa con una nueva sorpresa.
A esta altura uno ya no elige. Las cartas están dadas y navegamos según la que nos tocaron. La mejor competencia es trilladamente contra uno mismo. Pero esta vez estaba perdiendo. No avanzar significa perder para mí. Repetir sin valor agregado. Hay una frase por ahí que dice: “La ventaja de tener mala memoria es que se goza muchas veces con las mismas cosas”.
¿Me seguís? Bueno te sigo contando. Para mediados de marzo finalmente se había dado una distancia interesante. Más de un mes sin contacto. Con ese tiempo logré desconectar mis hábitos a Solana y aunque la recordaba, ya había apagado el monitoreo al mejor estilo radar. Si sonaba el teléfono atendía en libertad, por ejemplo. Los chicos ya ni preguntaban. La historia aburría y además apoyaban el fin del laberinto.
Por otro lado la novela avanzaba bárbaro. Las fotos de la novela no tan bien. El amor saco de foco a mis colaboradores y toda actividad extracurricular desapareció. De pedo lograba que Santiago me edite un capítulo cada siete días. Por suerte después sumo Marina que era más expeditiva. ¿Te acordas, no? La ex MQDLV. Gran blog, aquel…
Toda esa época de los blogs la recuerdo de una manera muy copada. Creo que pocas personas tienen la posibilidad experimentar lo que sucedió en ese tiempo. Una cosa será escribir y otra manejar un espacio virtual con audiencia. Las personas que participaban del blog tomaban roles y jugaban a convertirse en personajes de una ficción paralela.
No solo opinaban sino que eran parte de la obra. Una publicación unipersonal no era suficiente. La magia consistía en que todos dejaran algo. Encima muchos nos conocíamos en persona, sin embargo eran distintas formas de relacionarse. Algunos elegían usar su nombre, otros jugaban con el anonimato.
Te digo más, mi ex se había inventado un pseudónimo y se relacionó conmigo a través de los comentarios en mi página durante más de un año. Desde que nos separamos no habíamos vuelto a cruzar palabra sin embargo en el blog intercambiábamos opiniones dos o tres veces por semana.
Una genia, me di cuenta meses después. Sospechaba, pero la muy turra no siempre quería quedar expuesta. Si me bardeaba disimulaba más, en cambio cuando algo le gustaba dejaba bien en claro que era ella.
Había celos, malas interpretaciones, seducción. Incluso terceros se relacionaban a través del sitio sin tener contacto conmigo. Me acuerdo que hasta cruce comentarios con la ex de otro amigo. Pero como nunca quedaba claro dónde terminaba la fantasía y comenzaba la realidad, no quedaba otra que tomárselo como un juego. O al menos, así me lo tomé yo por eso lo disfruté tanto.

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