Revista Pareja

Capítulo VII: adictas a la responsabilidad

Por Aletaubas

- Quiero invitarte a salir.

- Ale, sabés que es imposible.
- ¿Y si termináramos la relación paciente-analista y me derivaras, aceptarías al menos una cena conmigo?
- No.
- Y en ese caso, ¿cuál sería el problema?
- ¿Para qué querés salir conmigo?
- Porque cada vez me siento más y más atraído hacia vos. Al principio fue solo un enganche más, del tipo superficial, pero te fui conociendo en el transcurso de las sesiones y me están dando ganas de compartir algo más que sólo esto.
- Te voy a aclarar algo: no me conocés, sólo conocés un rol definido y móvil que se te presenta en terapia. ¿Qué quiero decir con esto? Que lo que sentís no es por mí sino por tu analista. Cualquier mujer en mi situación, haciendo un buen trabajo, le provocaría algún tipo de sensación afectivo-atractiva a un “incomprendido” como vos. Por lo poco que aún conozco de vos, con sólo sentirte entendido por alguien, bastará para que ese alguien llame tu atención.
- Entonces lo que me estás diciendo es que todos los pacientes se suelen enganchar con vos.
- No te entiendo.
- Lo voy a preguntar de otra manera, ¿todos los pacientes generan una relación del tipo afectiva con su analista?
- Esa relación de tipo afectiva, como la llamás, se denomina “transferencia” y no siempre es de carácter tierno o amoroso, a veces también puede ser negativa, y ambas, si son vigorosas y el analista no lo advierte a tiempo, pueden volverse resistencias a la cura del paciente.
- Como en este caso, ¿verdad?
- Si tirás por la borda la terapia para salir conmigo, nos estaríamos equivocando los dos. Vos por intuir que te puede pasar algo conmigo y yo por no hacerte entender que mi carácter de estar asistiendo o ayudándote, genera un vínculo emocional.
- Pero entonces, según tu teoría un paciente siempre sentirá “algo” por su analista. O sea, si son hombre y mujer de más o menos similares edades, probablemente vaya por el lado de la atracción, en caso de mismo género y edades similares probablemente la sienta una amiga o amigo, si hay grandes diferencias de edad, probablemente se desarrolle una sensación más del tipo paternalista.
- Exacto, es inevitable.
- Estoy al horno, si no encuentro una forma para probarte que lo que me pasa con vos excede a tu rol de analista nunca aceptarás una salida conmigo.
- Ni lo intentes.
Capítulo VII: adictas a la responsabilidad - ¡Uh che! Dame una chance al menos. El problema es que tengo dos grandes amenazas.
- ¿Cuáles?
- La primera es tu ego y la segunda tu ética profesional o responsabilidad para con tu trabajo. Ambas son grandes asesinas.
- Me hacés reír. Igual no entiendo bien lo de mi ego.
- Claro, si yo logro evidenciarte características de tu personalidad, de quien sos vos, estaría, según tu visión, frontalizando que no lograste mantener a “Sol”, lejos de la sesiones. Algo se te terminó escapando. Y por otro lado, que no es menor, es ese tema que tienen las mujeres con las responsabilidades.
- ¿Cómo es eso?
- Las mujeres son como adictas a la responsabilidad. Aman tener un deber por delante de sus deseos. O capaz son los deberes los que alimentan sus deseos, aún no lo termino de entender.
- ¿Hombres por un lado y mujeres por otro? Ale, me extraña.
- Sol, dejame explicarte. Por ejemplo, en el trabajo, si yo tuviera una empresa, contrataría todas mujeres.
- No me extraña.
- ¡Pará! No me ironices que apunto a otra cosa. Los hombres son mas rebeldes, necesitan argumentos para todo, tienen que estar de acuerdo, si encuentran una posibilidad para sacar ventaja, la toman siempre, son menos éticos o menos responsables por así decirlo. En cambio, las mujeres, en su mayoría, llegan temprano, les cuesta faltar por enfermedad, defienden su trabajo con los dientes, dejar de cumplir una regla es mucho más trascendental que para el hombre. Obvio que hablo en general, pero si hacés memoria, te acordarás de cómo, en el colegio, la mayoría de las chicas son aplicadas y sacan buenas notas, y los varoncitos son un bardo. Bueno, este patrón se mantiene a lo largo de toda la vida. Y en este caso en particular, no es la excepción.
- Entiendo lo que decís pero no veo la aplicabilidad entre nosotros.
- Claro, por algún motivo, si yo fuera el psicólogo y me toca una paciente de mi edad, encontrándome sin compromisos, que me gusta tanto física como psíquicamente, jamás dejaría pasar la oportunidad de tener una historia, sólo por el hecho de que sea ¡MI PACIENTE! No way, me cago en la ética. La derivo y la invito a salir sin vueltas. Mirá, si voy a comparar el beneficio personal de conocer una persona maravillosa, con la satisfacción de atender a alguien por trabajo, más allá de lo que me gusta mi actividad…
- …
- Y cualquier psicólogo hombre lo haría. Sin embargo, las minas no. Las minas, siempre que haya una excusa para no tener algo con un tipo, mejor. Este no porque es compañero del trabajo, este no porque somos amigos, este no porque no lo conozco bien, este no porque es del gimnasio. Siempre se resisten, o mejor dicho, buscan excusas.
- No estoy de acuerdo. Creo que un buen profesional omite vincularse con su paciente, y eso va más allá del género.
- ¿Vos hacés terapia no?
- Sí.
- ¿Es hombre o mujer?
- … mujer.
- ¿Por qué no un hombre?
- Porque…
- ¡Viste Sol! Tu sonrisa tímida lo dijo todo. No querés exponerte, lo que comulgás, no te lo crees. Por las dudas, decidís protegerte detrás de una mujer. Ni en pedo vas a poner todas tus emociones, toda tu verdad, detrás de un flaco más o menos de tu edad. No querés que te cocinen vuelta y vuelta. Sin embargo, por algún motivo, yo detrás de una mujer psicóloga estoy absolutamente a salvo.
- Puede ser pero, al margen, y aunque tenga la posibilidad de conocer a mi paciente, como bien dijiste, influyen otras cosas. Me tendría que gustar, no tendría que tener compromisos, etcétera. Y sin ánimo de ofenderte, omito responder a lo primero, pero sí te aclaro que tengo un compromiso.
- Lo se.
- ¿Eh?
- Se que estás en pareja. Se te nota, como también se nota que no estás enamorada o que, al menos, estás en crisis. No la pareja, sino vos. También me da la sensación que es una pareja longeva y que, sea lo que sea que te está pasando, es bastante nuevo, de ahora. Que durante muchos años minimizaste la posibilidad de tener dudas. Pero en fin, nadie me dio lugar, así que mejor me callo.
- Me abstengo…
- ¿Entonces? ¿Cuándo salimos?
- Ale… son muy interesantes tus apreciaciones, pero para serte sincera, aún no me quebrás. No niego que me suma el intercambio con vos, pero no me dejo llevar tan fácilmente.
- Persevera y triunfarás dice el refrán…
- Hacé lo que quieras, la puerta sigue abierta una hora, una vez por semana.
- ¿Sabés qué me pregunto?
- ¿Qué?
- Qué pasaría si nos cruzáramos solos en otro contexto… ¿bajarías la guardia un segundo?
- ¡Ojo con lo que hacés! Hasta la semana que viene.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossier Paperblog

Revistas