Revista Cine

Cápsulas de filmin: "Hiroshima Mon Amour"

Publicado el 27 noviembre 2012 por Fimin

27 de Noviembre del 2012 | etiquetas: Cápsulas, Ariel Fernández Verba Twittear capsulas-de-filmin-hiroshima-mon-amour

Detonante de la futura nouvelle vague, "Hiroshima, mon amour" (1959) fue el germen del cine no lineal, aquel que abrió el camino a los viajes en el tiempo, el flash-back, y el que apuntaló una de las practicas mejor definidas del séptimo arte, la conservación de la memoria y la lucha contra el olvido. Del ojo de Alain Resnais y el corazón de Marguerite Duras no pudo salir otra cosa que una de las mejores películas sobre la guerra y el amor.

Sobre “Hiroshima, mon amour” (Alain Resnais, 1959)

El mundo se despertó una mañana de 1945 con una bomba que en apenas 12 segundos mató a 120 mil japoneses. Este fatídico suceso, uno más en la historia de los fatídicos sucesos que hacen a la Historia Universal, terminó por dinamitar toda una concepción de la realidad tal como se la entendía hasta la fecha, e indicios de estos cambios pueden encontrarse hoy con toda claridad en las contorciones que la expresión artística adoptó a partir de aquellos días.

En el cine, los personajes dejan de ser, poco a poco, seres con unos objetivos a alcanzar superando una serie de pruebas que el destino, es decir el guión, pone en su trayectoria.

Ahora nuestro héroe de turno experimentará una aproximación a lo que de cotidiano tiene la vida cuando lo épico ya no es necesario imaginarlo, encontraremos a nuestros héroes mucho más abiertos al mundo, a la realidad, sacudidos por una verdad que es la verdad, y la sacudida, de cualquier espectador.

Alain Resnais fue precursor de muchas cosas, y entre ellas, la de saber articular dicha contorción. “Hiroshima , mon amour”  (1959) es la historia de la ciudad donde cayó la bomba, la ciudad que estuvo a  la temperatura del sol y donde lo imposible fue una triste noticia, pero también es la historia de dos que viven una larga noche de deseos y confesiones y que transforman Hiroshima, precisamente Hiroshima, en la ciudad del amor. 

Y dado que los extremos se tocan, tanto la desgracia mundial como el idilio local acaban cruzándose en una peligrosa inclinación común, el olvido. El olvido, que todo lo destruye como dice el tango, el olvido universal cuya única paternidad se inscribe en el silencio de dos, de dos que una noche se reconocieron como uno porque, ¿Qué son dos personas sino la mínima expresión del mundo entero?.


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