Revista Comunicación

Career of Evil, by Robert Galbraith

Publicado el 27 enero 2016 por Lya
Career of Evil, by Robert GalbraithYo hoy no soy persona. Como mucho llego al estado de ameba vegetativa. Como mucho. Tengo un sueño encima que me hablan y oigo distorsionado y sólo quiero que me dejen en paz. En mi mundo. A mi rollo. Y dormir. Dormir quiero también mucho. 
Esto pasa por acostarse a las tres de la madrugada. Entre semana. Que sólo a mí se me ocurre. Pero, claro, entendedme, era cuestión de recuperar mi vida. O dormir o mi vida. Y hoy, con sueño, pues ya soy yo otra vez y tal. 
Porque ya conseguí acabarme Career of Evil, que es de lo que yo venía a hablar. El último libro de Robert Galbraith, que es lo mismo que decir que la hija de fruta de JK Rowling, y perdonadme la expresión lorzeña pero es que me he pasado todo el libro insultando mentalmente a la señora. Porque no se puede tener más arte ni escribir mejor. Leñe ya. Qué asco todo. 
¿De qué va el libro? En mi modesta -y somnolienta- opinión, tiene dos vertientes:
1. Una nueva historia del detective privado Cormoran Strike y su asistente-compañera-socia-whatever Robin Ellacott. Ya os dicho alguna vez que Strike es un personajazo y Robin no se queda atrás. Además, hay varios secundarios para los que Galbraith tiene siempre el detalle, la definición, el párrafo correcto. Es una grandísima escritora de personajes, la Rowling. Y me quedo en especial con Matthew Cunliffe, al que visualizas en todo momento. Hay que tener mucha maestría para saber crear un personaje tan de verdad y que, al mismo tiempo, resulte tan ridículo, tan patético. Aunque quizá por eso mismo es tan cierto, porque es un fiel reflejo de la realidad. 
2. La segunda vertiente es, más allá del andamiaje de los personajes, la temática que subyace a todo el libro. Que es muy largo, por cierto. Más de 500 páginas, con muchas historias dentro de la historia principal, como ya hiciera Jotaká en los libros finales del mundo Potter. Pero si hay algo que queda claro es que es un libro sobre la mujer. O, mejor dicho, sobre el machismo y la violencia hacia las mujeres. Sorprende cuando llegas al final y en los agradecimientos Rowling dice que, bueno, que lo ha escrito entre esto y aquello, en un año, de acá para allá y tal. Así, como si tal cosa, cuando se ha marcado una novela negra de primera que deja el tema de la violencia hacia la mujer siempre en el horizonte y en la mente del lector. Pero, en fin, eso. Que es una hija de fruta y ya está. 
Cuando os hablé de The Silkworm, el anterior libro de la serie Strike, ya os dije que Jotaká había dado un salto considerable. El primero de estos libros, The Cuckoo`s Calling es una novela de detectives, típica del género. Está muy bien, entretiene, te sirve para conocer a los personajes pero, al menos yo no lo recuerdo así, no se entretiene en lo negro, en lo sangriento, en lo, incluso, gore. The Silkworm ya entró de lleno ahí, con un caso que me recordó mucho al de una novela de Fred Vargas en la que el asesinado aparecía triturado en millones de cachitos repartidos por toda una habitación. Pegados por las paredes y así. Encantador, lo sé. 
En esa línea incide Career of Evil. Novela negra, negra, negra como sobaco de murciélago, tanto por el asesino como por el resto de historias que se cruzan y entrecruzan para despistar al lector y hacerle perderse. Que cuando piensas que lo tienes, no lo tienes, ya sabéis. Yo, anoche, cuando me quedaban 90 páginas sufrí una epifanía y me di cuenta de quién era el asesino. Y me faltó gritar. Luego he leído otra vez algunos capítulos y, jobar, yo la llamo hija de fruta por pura envidia, pero es que hay que reconocer que es muy buena la hija de fruta. MUY BUENA. Te lo pone así, delante de las narices, te lo enseña y te lo oculta, te lleva y te trae, te engaña, te pierde, te encuentra, hace contigo lo que quiere. Es una trilera de la literatura. La fruta ama, vamos. 
En fin, si no tuviera el sueño que tengo estaría llorando porque ya no tengo más Cormoran Strike hasta que Misis Rowling quiera... Calculando por lo bajo, hasta dentro de año y pico nada. Fruta vida, tete. 

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