Revista Comunicación

Carmena, concejala de Cultura

Publicado el 16 marzo 2017 por Felipe @azulmanchego

Carmena, concejala de Cultura

Foto: Ayuntamiento de Madrid

EL ÁREA DE Cultura del Ayuntamiento se ha convertido en un potro de tortura para las dos personas que con Ahora Madrid han ocupado el cargo. Efímeramente en el caso de Guillermo Zapata y desde entonces en manos de Celia Mayer.Un suplicio, además de una fuente inagotable de disgustos para el partido instrumental, la plataforma ciudadana y municipalista que gobierna en el Palacio de Cibeles tras haber obtenido, y mantener, el apoyo imprescindible del PSOE. La férrea oposición ejercida por la portavoz en esta materia del grupo municipal socialista, Mar Espinar, muy crítica con los vaivenes del Área y la falta de proyecto, también ha resultado determinante en la resolución de este asunto.La salida de Mayer, anunciada este miércoles en una rueda de prensa convocada urgentemente por Manuela Carmena después de que la Cadena SER anticipara lo que se estaba cociendo, era un secreto a voces en todo el sector desde hace tiempo. Solo faltaba por acomodar los tiempos y encajar las piezas de un puzle mal engrasado. La difusión de la noticia en la radio ha precipitado la resolución de un caso enquistado desde hace semanas y cuyo desenlace estaba previsto para dentro de un par de semanas.El caso es que Ahora Madrid se le ha atragantado la cultura. Con minúsculas y también con mayúsculas. No han conseguido conectar con un sector básico en la forma de ser y entender la ciudad, una actividad estratégica que fue estandarte de Madrid en otros tiempos. La Cultura, dijo o escribió alguien cuyo nombre lamento no recordar, son “nuestros pozos de petróleo”. Fuente de actividad económica, sí, por supuesto, pero con el añadido de que su promoción y acceso deberían figurar en el ADN de cualquier Administración a la que se le presuponga una cierta sensibilidad hacia este asunto. Y más, si se trata de un Ayuntamiento, como en este caso, de izquierdas, progresista y “preocupado por la gente”. Ya sé que la Cultura no es patrimonio de nadie y que el debate no se puede simplificar en cuatro líneas.El conocido como ‘caso de los titiriteros’, agrandado y explotado política y mediáticamente con una saña excesiva; la organización de la primera Cabalgata de Reyes, elevada a acontecimiento planetario; la aplicación inicial de la Memoria Histórica, precipitada, manifiestamente mejorable y con unos errores innecesarios; o la eliminación de los nombres de Fernando Arrabal y Max Aub de las naves de Matadero han sido algunos de los goterones que han ido colmando la paciencia de la alcaldesa, descontenta e incómoda con Mayer.Hasta el punto de que será la propia Manuela Carmena, con la inestimable ayuda del coordinador general de la Alcaldía, Luis Cueto, cuya mano izquierda para manejar y resolver crisis municipales empieza a ser proverbial, la que pilote el proceso para poner un poco de orden y acierto en el Área. Si algún día hubiera un incendio en Cibeles, a nadie debería extrañar que fueran Carmena y Cueto los que salieran con la manguera para apagarlo. Con todo y con eso, no ha sido esa "cadena de errores" la que se ha llevado por delante a Mayer. La propia Carmena admite que “el trabajo realizado en Cultura no es el trabajo de una concejalía, sino del Gobierno”, si bien también reconoció la alcaldesa que después de todas esas polémicas un “debate interno era necesario”.Mayer, procedente de la candidatura de Ganemos Madrid, 33 años y licenciada en Ciencias Políticas, se ocupará ahora de un Área de nueva creación, Igualdad, dedicada únicamente a la lucha contra la violencia de género. Todo esfuerzo por parte de las Administraciones para combatir esta  sangrienta lacra será siempre insuficiente y está muy bien que el Ayuntamiento impulse y abandere la lucha para frenar tan crueles asesinatos. Ahora bien, en mi humilde opinión, no creo que el Consistorio tenga ni atribuciones ni capacidad suficiente para ganar una batalla que es de toda la sociedad y, en primer lugar, del Gobierno de la nación. El Consistorio, de hecho, ya se ocupaba de este asunto desde el Área de Equidad, dirigida por Marta Higueras.
La política, ya se sabe, suele ser con frecuencia una máquina de picar carne. Una trituradora inclemente que no perdona nada ni a nadie. La sobreactuación y el exceso son tan consustanciales a ella como la utilización partidista e interesada. Me gusta el bienintencionado lema de Carmena de que “gobernar es escuchar”. Si Mayer se lo hubiera aplicado no estaríamos hoy hablando de todo esto.Dicho lo cual, sigo pensando que Guillermo Zapata, que fue la primera opción, hubiera sido un buen concejal de Cultura. Pero también entiendo, claro, que la difusión con gran trompetería de aquellos tuits de la discordia, otra polémica artificial y excesiva, le hicieran inadecuado para el puesto. ¿Quién dijo que la política era aburrida?

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