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Cartas a Ophélia. Fernando Pessoa.

Publicado el 17 octubre 2016 por Meg @CazaEstrellas

 "Quien ama de verdad no escribe cartas que parecen requerimientos de abogado. El amor no examina tanto las cosas, ni trata a los demás como reos a quienes es necesario comprometer (...) Admito que todo esto resulta cómico, y que la parte más cómica de todo esto soy yo."
Cartas Ophélia. Fernando Pessoa.
Fernando Pessoa (1888-1935), uno de los poetas y escritores más importantes de la literatura mundial, y especialmente de la lengua portuguesa, trabajaba en una oficina comercial. Allí conoció a Ofelia Queiroz, una joven mecanógrafa perteneciente a la burguesía lisboeta y de quien Pessoa de enamoraría, iniciando una relación y un epistolario que ahora recupera  la editorial Libros del Zorro Rojo, acompañado de un prólogo de Antonio Tabucchi muy revelador, y de unas magníficas  ilustraciones en acuarela de Antonio Seguí.
Pessoa se declaró a Ofelia en la oficina donde trabajaban mediante la representación de una especie de parodia de la declaración de Hamlet a Ofelia, tras la cual el autor hace como que nada ha sucedido. Es entonces cuando Ofelia le escribe pidiéndole una explicación. Llega entonces la primera carta de Pessoa, con fecha 1 de marzo de 1920, a la que le sucederían otras muchas durante ese año, interrumpiéndose y reanudándose en 1929, cuando ambos se reencuentran. El libro distingue ambos periodos y nos muestra una relación donde lo ridículo y lo sublime van de la mano, donde el escritor queda expuesto en esos enfados, en ese niño que no deja de ser, en esos rasgos de superego y su afán de sentir. Pessoa se muestra a veces maduro, a veces maniático, neurótico, tratándose a si mismo como si fuera otro, escribiendo poemas propios como si fuesen ajenos, desdoblándose en sus característicos heterónimos (destacando especialmente Álvaro de Campos).El libro además inlcuye al final una selección de poemas, originales y traducidos. Una edición, en definitiva, muy completa y que sin duda merece la pena leer para acercarse un poco más a uno de los grandes."El tiempo, que envejece las caras y el cabello, también envejece, pero aún más deprisa, las pasiones. La mayoría de la gente, porque es estúpida, consigue no darse cuenta de ello, y piensa que ama todavía porque ha contraído el hábito de sentirse amado. De no ser así, no habría gente feliz en el mundo. Las criaturas superiores, sin embargo, están privadas de la posibilidad de esa ilusión, porque no pueden creer que el amor dure; cuando lo sienten acabado, no se engañan interpretando como amor la estima o la gratitud que él ha dejado. Estas cosas hacen sufrir, pero el sufrimiento pasa. Si la vida, que es todo, pasa, ¿por qué no han de pasar el amor y el dolor, y todas las demás cosas, que no son más que partes de la vida?"

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