Revista Cultura y Ocio

'Casa de verano con piscina' de Herman Koch

Publicado el 06 febrero 2013 por Carol

'Casa de verano con piscina' de Herman Koch

Los pacientes confunden tiempo con atención. Creen que les presto más atención que otros médicos de cabecera, pero lo único que hago es dedicarles más tiempo. En un minuto ya he visto lo que necesito saber; los diecinueve restantes, los lleno con atención. Con la ilusión de atención, debería decir. [...] En realidad no escucho. Al menos, intento no escuchar.

Hace unos meses os hablaba de la famosa novela de aquí Herman Koch La cena, como veis he tardado muy poquito en repetir con el autor, en este caso con su última novela Casa de verano con piscina. De nuevo, el autor me ha enganchado con su prosa sencilla, plagada de diálogos, un humor negro muy ácido y políticamente incorrecto, y un estilo muy cinematográfico que hace que "veamos" lo que sucede. He de decir que esta novela me ha gustado mucho más que la anterior, en primer lugar porque el defecto que le encontré a La cena, un final previsible, no sucede en este caso, de hecho, me ha sorprendido, y mucho. El autor juega con los lectores con mil giros inesperados que van cambiando de manera vertiginosa las cosas hasta desembocar en un final que me ha dejado con la boca abierta. Además, me ha resultado tan adictiva que hasta que no he terminado el libro no he podido soltarlo. Quizá Koch no sea de los mejores autores que podamos encontrar hoy en día, pero hay que reconocerle que sabe contar historias y captar totalmente el interés del lector.

En esta ocasión, el protagonista de la novela es Marc Schlosser, un médico de cabecera en Ámsterdam cínico, amoral y nada ético, al que no le interesan nada sus pacientes, más bien siente cierta repugnancia y desprecio por ellos. Con mucha visión de negocio, se ha hecho famoso por dedicar a cada paciente más tiempo de lo que dedican usualmente otros médicos de cabecera, pero, lo que sus pacientes creen que significa una mejor atención médica, no es sino un tiempo que Marc dedica a sus propios pensamientos dejando la mente en blanco mientras sus pacientes le cuentan sus problemas de salud, y vistazos discretos al reloj de pared que le indica cuándo puede despachar a ese pesado. Su vida da un giro cuando uno de sus pacientes, el famoso actor Ralph Meier, obeso, maleducado, vulgar, nudista, machista y con un desagradable gusto por las jovencitas, invita a Marc, a su mujer y a sus dos hijas, una de ellas adolescente, a pasar el verano en una casa que ha alquilado junto a una playa mediterránea y donde estarán también la mujer de Ralph y sus dos hijos más o menos de la edad de las hijas de Marc. También pasarán allí el verano un veterano director de cine entrado en años y su jovencísima novia, a la que le saca casi 40 años. Como en su anterior novela, un acontecimiento terrible desencadenará toda una serie de acontecimientos, de reacciones que tendrán a su vez consecuencias de lo más inesperadas.

Una de las bazas principales de la novela es la personalidad de Marc, y entiendo que puede gustar u horrorizar al lector. En mi caso, me he reído mucho con sus pensamientos desagradables hacia los demás, cómo sus cínicos ojos analizan y critican a todos y a todo de una manera muy políticamente incorrecta. Aunque entiendo que si no se toma con el necesario sentido del humor puede desagradar bastante, ya que no deja títere con cabeza, para él todos los demás son simplemente escoria y encuentra defectos en todo el mundo menos en su familia. Sus opiniones por ejemplo sobre la homosexualidad o la sexualidad en general son bastante extremas, pero si se toma al personaje por lo que es, un ser amoral y con muy poco tacto, y se sabe ver el lado humorístico del mismo, mejor que mejor. También tiene críticas para los nudistas, los artistas (con unos divertidos ataques hacia las obras de teatro alternativas y snobs) o sus propios pacientes. Sin embargo, ante nuestros ojos puede redimirle su amor incondicional por sus hijas.

Evito como la peste las playas nudistas, los campings naturistas y demás lugares de reunión de exhibicionistas. Cualquiera que haya visto gente desnuda jugando al vóley en una playa sabe que la cosa no tiene nada de erótica, por no decir lo contrario. A menudo, en las fosas comunes la gente también está apelotonada desnuda. Yo lo que pido es que mantengan un mínimo de dignidad humana. A los nudistas eso no les importa. Con la excusa de que desnudarse es algo natural, te restriegan por la cara el espectáculo de pollas balanceándose, tetas desparramadas, vulvas colgantes y rajas del culo húmedas. Y luego te señalan con un dedo acusador, proclamando que si consideras que es mejor que todo eso quede oculto es que eres un estrecho de miras.

Ralph, por otro lado, es repugnante desde el principio. Como le vemos a través de los ojos de Marc, sus defectos quedan más patentes aún, cómo devora con la mirada a la mujer de Marc como si se tratara de un plato jugoso, cómo va todo el verano totalmente desnudo por la casa de verano delante de todos (incluidas las hijas del protagonista) sin importarle que su obesidad o sus genitales resulten repulsivos al resto, o sus continuas salidas de tono, con las que, es verdad, también me he divertido bastante. A pesar de que estos dos personajes principales inviten a la risa de vez en cuando, no se trata en absoluto de una novela humorística, aunque a mí me haya hecho gracia porque lo políticamente incorrecto me lo hace. De hecho, es una novela con un acontecimiento dramático que marca otros acontecimientos dramáticos posteriores y que se plantea temas como la ética profesional, el papel de los médicos y el corporativismo profesional o las deficiencias del sistema sanitario holandés; los límites de la sexualidad, la pederastia, la infidelidad y lo complejo de las relaciones humanas; las dificultades en la comunicación entre padres e hijos; y esencialmente, el ansia de venganza y la posibilidad de tomarse uno mismo la justicia por su mano.

No cuento más porque la gracia de los libros de Koch reside en que nos sorprendan con lo En definitiva, una novela muy inesperado, algo que consigue con creces con esta novela. Nada ni nadie es lo que parece, y lo que es mejor de todo, el autor consigue entretenida, escrita con un estilo ágil y muy ameno, con capítulos que nos dejan deseando pasar al siguiente para saber qué sucederá a continuación, y un fondo que nos plantea distintas cuestiones morales y cómo actuaríamos nosotros en un caso así. Como comentaba antes, me parece que el autor ha madurado bastante desde La cena y ha conseguido una novela mucho más trabajada, con más personajes de una complejidad mayor, una historia muy bien construida que nos enfrenta a varios dilemas morales y que encima, nos entretiene. No puede pedirse más. manipularnos de tal manera que llegamos a comprender y a apoyar comportamientos nada éticos e incluso delictivos, dándole luego la vuelta a todo y señalándonos de tal modo que nos replanteemos esas ideas iniciales porque ni los buenos son tan buenos ni los malos tan malos, y las apariencias pueden engañar y mucho.

Para ilustrar la entrada he utilizado imágenes de unos cuantos fotógrafos de la Agencia Magnum que han retratado distintas piscinas, cada uno desde una óptica muy personal, y que por un motivo o por otro me han llamado especialmente la atención. Además, os dejo un enlace que me ha parecido muy interesante, una entrevista que El Cultural hizo al autor, Herman Koch, donde este habla de su novela, y que podéis leer aquí.


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