Revista Cultura y Ocio

Casa roja.

Por Tayi Tayi Fonseca @TayiFonseca

Recuerda a ver visto el Sol brillar en su cara, recuerda haber dejado caer su orgullo para besarle. Tan solo amarle lo suficiente.

Su cabeza se convirtió en un museo de recuerdos ocultos, sabía que las piezas se encontraban en él pero no recordaba el porqué, tampoco entendía de donde salía tanta pasión. Tantas ganas de estar en casa.

Había llegado a casa después de casi siete años, miles de razones para sentirse de nuevo en ella. Los momentos, las sonrisas, los pasos antiguos, los bailes. Todo esto le esperaba en casa.

Entro como cualquier mortal al paraíso, sintió el olor a guardado en ella, a recuerdos, se recostó en el viejo sillón y cerró sus ojos; se sentía vivir un sueño. El sueño que había anhelado por tantos años, abrió sus ojos de nuevo y miró detenidamente cada rincón, no había un rincón, no había rincón. Aquella casa que olía a recuerdos no era la misma que sus ojos miraban, no era la que en su mente vivía, no era la casa en la que habitaba su alma.

No era el hogar que merecía su corazón, tampoco lo merecía la casa.


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