Revista Cine

Casadas lejos de Nueva York (Sexo en Nueva York 2)

Publicado el 10 noviembre 2010 por Sesiondiscontinua
Casadas lejos de Nueva York (Sexo en Nueva York 2) En Sexo en Nueva York 2 (2010) el tema de la soltería hace tiempo que quedó olvidado, y el tema del matrimonio también, y el de las infidelidades que todavía nos tientan a cambiar de relación. Y, paradójicamente, el tema del sexo también. En esta segunda parte de objetivo descaradamente comercial, la cosa va de infidelidades menores (de esas que son fruto de una apretón, de atracciones físicas momentáneas, de reacciones ante momentos de bajón), del lujo como estilo de vida consolidado y de parejas más que establecidas. Así que en corto y claro: de una nueva mitificación de la amistad femenina después de que la lista de cosas pendientes de la treintena/cuarentena se haya ido completando. A saber: éxito laboral, relación estable, matrimonio e hijos. Una vez cubiertas o aceptadas estas necesidades, la mujer se puede relajar y dedicarse a renovar su amistad con las mujeres que la acompañaron en los mismos trances vitales y a evitar el apalancamiento en la rutina que inevitablemente provoca la convivencia monógama.

Dicho así, parece que Sexo en Nueva York 2 es una película mala, mala; y así es como yo me la imaginaba cuando vi que Miley Cyrus hacía un cameo y que la acción no transcurría en Nueva York. Pero el caso es que Michael Patrick King --guionista de referencia de la serie y director de la primera película-- ha sabido resituar el centro del conflicto y añadir unas dosis --lo cierto es que pocas-- de humor. Incluso se las ha apañado para rematar la faena con una crítica (poco afortunada) a la situación de la mujer en sociedades bajo la influencia del islam. No se puede exigir demasiado cuando el filón argumental hace tiempo que está agotado.
La película encara el reto ineludible de lograr una convivencia siempre divertida y nueva, evitando caer en el apoltronamiento (los hombres tendemos a hacerlo a medida que nos acercamos a la cincuentena), especialmente si se ha optado --como sucede con Carrie y Big-- por no tener descendencia. Charlotte, por su parte, debe asumir las primeras grietas en su arquetipo de madre perfecta y comenzar a renegar de sus hijas sin mala conciencia. Miranda, una vez alcanzado el techo de cristal en su bufete, debe apostar por un cambio de actitud laboral, menos acartonada y --tal como da a entender el filme-- más comprometida socialmente. Finalmente, Samantha es la encargada de aportar el toque humorístico a costa de su moral sexual y de evidenciar las contradicciones que surgen al anteponer un entorno de lujo elitista con una actitud tan rematadamente pacata hacia el sexo y tan ultracarca hacia la mujer.
Sexo en Nueva York 2 sólo parece interesante si se encara con una baja expectativa. Si es tu primera incursión en la ficción del cuarteto neoyorquino pueden pasar dos cosas: o que el mínimo enredo sea suficiente para entretenerte o que todo te parezca tan cogido por los pelos que pienses que la fama de la serie televisiva está sobrevalorada. Ya te aseguro yo que es lo primero.

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