Revista Cultura y Ocio

CASIMIRO BIGUA EDICIONES publica OIKUMENE, de Alejandro Kurz

Publicado el 03 agosto 2013 por Javier Flores Letelier

Bajo el sello Editorial CASIMIRO BIGUA EDICIONES dirigido por el también poeta argentino Cristian Jacob se acaba de editar el primer libro de Alejandro Kurz OIKUMENE.

Oikumene es un término griego el cual refiere al conjunto del mundo conocido por una cultura. Del verbo “Oiken”, que significa “habitar”, se refiere a la parte habitada, poblada o civilizada o culturizada del mundo. Es así que se evidencia la contraposición entre cultura y barbarie, el ser y pertenecer versus lo desconocido y lo diferente.

Este cuenta con la colaboración en el diseño de arte con la magia inventiva de Jimena Díaz Ferreira, la cual es conocida por aplicar sus diseños con varias bandas de rock como pueden ser Los piojos/ Nonpalidece/ Manu Chao/ EL Bordo/ La Chilinga por nombrar algunos.

Alejandro Kurz se pasó la mitad de su vida arriba de un escenario, cantando las canciones que compuso para El Bordo, la banda que formó junto a sus amigos del secundario y cuyo nombre rinde un homenaje adolescente al Bordolino, un vino económico envasado en tetrabrick. Así construyó un repertorio que se consolidó en infinidad de shows y en media docena de discos que, desde aquel seminal Carnaval de las heridas (2002) hasta el conceptual Historias perdidas (2010) y el consagratorio DVD Vivo en lo que pensás (2012), muestran una notable evolución musical del grupo y de Ale como letrista.

TAPA-01

***

Suelo batallar de noche,
pero también de día por una buena razón.
A mi izquierda, un hermano que combate
con el grosor de sus cuatro lanzas.
En la retaguardia, otro hermano,
luchador incansable que golpea todo lo que lo rodea.
A mi derecha, mi hermano,
defendiendo su posición con la furia del sonido.
Por todo el frente de batalla, mis otros hermanos,
vientos y martillos que aniquilan con su paso.
(…)

El poema se llama “El guerrero” y pueden leerlo completo algunas páginas más adelante. Lo cito porque refleja la valentía del guerrero Kurz y el desafío que asume con este libro: salirse del escenario, esa zona de confort que es también su campo de batalla. Sus versos esta vez no tienen el destino de su banda de rock como marco de expresión y amplificación, sino que se plasman en este libro y que serán defendidos, luego, de un modo austero, íntimo, minimalista. Se despoja de su círculo de contención afectiva y, a solas con una guitarra, se transforma en un trovador ambulante. Un gesto romántico, en la acepción más Rilke que podamos otorgar.

***

Kurz agrupó sus poemas en tres capítulos que puestos así, todos juntos, forman a su vez otro poema:

Ojos que ven
Ojos que sienten
Ojos que ven que sienten

Esta especie de haiku irregular, descubre una de las claves de la incipiente obra poética de Kurz por fuera de El Bordo: la mirada. Esa mirada que Pizarnik lanzó desde una alcantarilla y que puede ser una visión del mundo se refleja ya desde “Oikumene”, el poema que abre y le da nombre a este libro: “Del Oikumene al fragmento, quisiera más rodillas sucias y menos pantallas táctiles”. Es una toma de posición que (nos) remite al concepto “del universo al bife” (lanzado oportunamente por el Indio Solari). Con el transcurrir de los poemas, despliega una sucesión de voces que encuentra en el discurso imperativo de “Efecto dominó” (y su “Opinólogos de la nada, cambien el mundo” inicial) un reflejo de aquel clásico de La Pesada del Rock & Roll: “¡Salgan al sol, idiotas!”. Y entre chamanes, historias bíblicas, viajes, tormentas, civilizaciones y barbaries, Kurz construye su propio mito griego: del tetra al Oikumene, de la esquina hacia el infinito.

 
Humphrey Inzillo
 
Oikumene

Del Oikumene al fragmento,
quisiera más rodillas sucias
y menos pantallas táctiles.
Harto de ver las cosas,
empiezo a hacer las cosas.
Harto de mirar la vida,
empiezo a vivir la vida.
La tierra que habitamos
no es más que uno de los mundos
que se han formado
en la extensión de los espacios.
No pierdas tu tiempo
viniste a hacer algo
que es mucho más valioso.
Hagámoslo, pero ayer.
 
Habitación extraña

Sentado en esta habitación extraña
pensando en que mañana volvés a casa
con otro día a cuestas,
con otra tarde encima
con otro día menos para hallar lo más puro.
Y empiezo a notar que todo lo que hago
siempre me recuerda a vos.
Entrada en la semana pudriéndome en la noche
aquellas ganas vuelan sin razón ni perdón.
Y en el olvido queda lo que no te olvidabas
y en el sentido la promesa de que un día,
habría motivos para regodearse
de que todo el camino conducía a un destino.
 
La Puerta sin nombre

A través de la puerta de cristal
me hice eco en el silencio,
ahora soy luz en una mirada.
Soy nada porque sé que también soy todo.
Hermano del viento y amalgama que unifica
el cielo y el infierno,
igual que una hormiga y no tan distinto a un concepto,
soy nada porque sé que también soy todo.
En tus pasos no escucho estas palabras,
préstame tus ojos y así sabrás cómo se ve
a través de la puerta de cristal.
 
Tormenta

La cárcel virtual nos tiene a todos tras sus rejas,
lejos quedó la transparencia.
No sé cómo verte
y menos cómo encontrarte.
El espejo de la realidad
se convirtió en la realidad misma.
La repetición le da tanto valor de verdad
que a la enésima vez,
ni nos imaginamos que alguien
decidió mostrarnos esta y no otra realidad.
Al dormirnos y despertar, siempre somos uno,
todas las personas.
En ese instante no importa lo que tenés,
o lo que te falta.
Si viene una tormenta quizás los billetes
sirvan para no mojarte o hacer una fogata.


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