Revista Empresa

Caso práctico para empresarios

Publicado el 26 marzo 2014 por Pablo Rodríguez @pablorb

money yes or no Caso práctico para empresariosPedro llevaba unos meses buscando trabajo. No se encontraba en situación de desempleo, sino que quería cambiar de aires. ¿El motivo? Como suele suceder en un gran porcentaje de casos, por una “relación conflictiva” con su jefe.

Nuestro protagonista llevaba varios años trabajando en el departamento de compras de una Pyme, que en los últimos tiempos había crecido mucho y realizaba una parte importante de sus aprovisionamientos en el extranjero.

Pedro había hecho un gran esfuerzo en esta labor de internacionalización de la empresa, y había negociado con gran éxito en muchas ocasiones, obteniendo importantes ahorros para su compañía.

Habló varias veces con su jefe acerca de sus condiciones laborales, y aunque éste reconocía –por lo menos, de palabra- su eficiencia y eficacia, este tipo de recompensas parecían reservadas para otros compañeros.

El último desencuentro entre ambos, a causa de cómo se había gestionado un asunto de poca importancia, fue la gota que colmó el vaso, así que Pedro comenzó a buscar otras alternativas.

Ahora está por fin en un proceso de selección en el que parece tener grandes posibilidades de éxito.

Tras pasar la primera criba de currículos y dos entrevistas, le llamaron para una tercera y definitiva en la que sólo quedaban tres candidatos. Las entrevistas las realiza en este caso el jefe del departamento de compras, Julio Rozas.

- Si te he de ser sincero, Pedro, eres el mejor candidato que tengo, me gustaría contratarte, pero hay un pequeño problema…

- Dígame.

- El sueldo. Lo que me pides estaría bien para un jefe de departamento, pero ése soy yo –dijo Julio Rozas, con una sonrisa-. Y teníamos pensado pagar bastante menos.

- Ya… bueno, usted ya sabe lo que le puedo ofrecer, en mi actual empresa creo que he desempeñado un buen trabajo, y les he ahorrado mucho dinero. Pienso que aquí podría hacer lo mismo, y entonces, sería un sueldo bien ganado, creo.

- Sí, es posible. De hecho, por eso me pareces un buen candidato, porque no te conformas y buscas cómo mejorar, y eso siempre es bueno para la empresa. Y te diré una cosa, además de jefe de compras, tengo el 40% de la sociedad, así que estoy muy interesado en tenerte conmigo. Pero no puedo pagarte esto, al menos no de momento. Quizás dentro de dos años, mi socio se jubile, y entonces, si lo haces bien, podrías ocupar mi lugar como jefe de compras,  y ahí seguro que cobrarás eso o más. Ahora bien, tendrás que demostrarme previamente que vales lo que dices que vales, y yo no tendré inconveniente en recompensártelo.

- Estupendo.

- Pero te digo una cosa, quiero serte sincero. En esta empresa, las compras ya están bastante optimizadas, no sé si serás capaz de mejorarlas mucho más.

- Entiendo. Hagamos una cosa –propuso Pedro-. Pongamos que yo voy a comisión, como los vendedores, y usted me da el 20% de lo que yo consiga ahorrar.

- ¿El veinte por ciento? Caramba, menuda comisión.

- Bueno, la empresa se quedaría el 80% restante, ¿no? Creo que no sería un mal trato para ninguna de las dos partes. ¿Firmaría usted esto?

Y ahora, ¿te gustaría contestar a unas preguntas?

a) ¿Y tú? Si te pones en el lugar de Julio Rozas, ¿contratarías a Pedro en esas condiciones?

b) Por otra parte, si fueses Pedro, ¿crees que es probable que la empresa te contrate de esa manera?

Pablo Rodríguez es economista.


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