Revista Cocina

Cata Formativa 17/09/11

Por Smiorgan
El pasado fin de semana pude volver, por fin, a asistir a las catas formativas que se organizan los sábados en Bodega Selección de Campello.
En esta ocasión, el tema propuesto era comparar la evolución con el tiempo de vinos monovarietales, siendo las castas elegidas, Cabernet Sauvignon y Merlot. Para ello, se nos propusieron 4 vinos, dos de cada casta, con unos diez años de diferencia en cada pareja. Nuestros deberes consistían en catar, notar y comentar las diferencias evolutivas y puntuar los vinos.
Empezamos la sesión con el vino 35 South Cabernet Sauvignon Reserva 2004 (Valles de Maipo y Aconcagua, Chile; 100% Cabernet Sauvignon con 6 meses de crianza en robre francés; Bodega San Pedro). Este era el vino trampa de la cata, pues resultó un vino de un color picota granatoso, de capa media baja, con ribete granatoso. En nariz, a copa parada, se mostró licoroso, dulzón, con aromas de pasas y guindas en licor, que tras agitar dejaban aparecer balsámicos y un fino especiado; una nariz extraña y no muy agradable. En boca resultó un vino muy ligero, con cierta acidez, pero dulzón y con un tanino un tanto desagradable. Un vino desequilibrado, que no gustó, y se llevó la puntuación más baja de la tarde.
El segundo Cabernet fue un Flor de Maig Cabernet Sauvignon 1994 (DO Tarragona, tinto con crianza 100% Cabernet Sauvignon, Celler de Capçanes), que vestía un color picota algo evolucionado, de capa baja, con ribete granate atejado, como corresponde a su edad. A copa parada mostraba mucha reducción, con notas como de caucho, algo de cuero y un tenue especiado, que tras agitar se transformó en un especiado intenso y unos leves balsámicos, dejando asomar una tenue fruta negra madura al fondo. En boca pasó seco, suave, ligero, conservando una aceptable acidez y aún con un tanino presente y algo secante. Un vino evolucionado, mostrando esos terciarios que se esperan ya con sus años, y bastante aceptable, aunque sin la marcada personalidad de los Cabernet de otras regiones.
El turno de los Merlot empezó con otro vino sudamericano, el Arrabal Merlot 2006 (Mendoza, Argentina, tinto con crianza en depósitos de acero inoxidable, 100% Merlot; Bodegas Bianchi), un vino picota oscuro con ribete amoratado donde asomaba el granate. En copa parada se mostró elegante, suave, con algo de fruta negra y cuero, que luego de agitar, dejaban pasar a las moras y los balsámicos. En boca resultó agradable, de cuerpo medio, levemente dulzón, un tanto hueco y con un final medio algo licoroso. Un vino cuya especial elaboración destaca sobre todo la fase nasal, pero le deja algo vacío en boca.
Terminamos la cata varietal con el que fue, al menos para mi, el mejor de la tarde, Roura Merlot Reserva 1996 (DO Alella, tinto 100% Merlot con crianza de 18 meses en depósito y 24 en roble francés; Bodega Roura). De color picota oscuro, capa media alta y ribete granatoso, no demostraba aún su edad. En nariz, una elegante mezcla de terciarios, con cuero, hoja de tabaco y algo de hierbas aromáticas, que envolvían un tenue fondo de fruta negra. En boca se nos reveló intenso, seco, de cuerpo medio, aterciopelado y algo tánico, con un agradable final. Quizá el vino más varietal de todos, desarrollando esos terciarios con cueros y tabaco, elegante y agradable.
En resumen, una jornada donde pudimos conocer un poco más estas dos nobles castas, notamos la aparición franca de los terciarios evolucionados de estos vinos ya entrados en años, y comprobamos la caída de un Cabernet con problemas.
La tarde nos tenía reservada una sorpresa. Estando presente en la sala de catas Fernando Sirvent, de Bodegas Sierra de Cabreras, pudimos probar, casi en primicia, su Carabibas 2010, recién embotellado para la ocasión. Se trata de un vino de la DO Alicante, elaborado con Cabernet Sauvignon, Merlot y Monastrell, y con una crianza de 9 meses en barricas de roble francés, 50% nuevas y 50% con un año. Es un vino de color picota intensísimo, muy cubierto, con ribete violáceo muy joven. A copa parada es intenso, dulzón, con caramelos, flores, cacao y natas, y tras agitar, moras y torrefactos dulces. En boca es un vino lleno, con una acidez aún falta de domar y un tanino que promete y algo goloso. Un vino que necesita un añito de botella y será muy bueno.

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