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Cazadores de dragones (Guillaume Ivernel, Arthur Qwak, 2.008)

Por Rugoleor @rugoleor

Cazadores de dragones (Guillaume Ivernel, Arthur Qwak, 2.008)

Cazadores de dragones (Guillaume Ivernel, Arthur Qwak, 2.008)

Calificación:

Crítica: 5,990 Público: 6,425 España: 5,476 Rugoleor: 5,841

Ficha:

Título Original: Chasseurs de dragons

Directores: Guillaume Ivernel, Arthur Qwak

Guionistas: Frédéric Lenoir, Arthur Qwak

Intérpretes: No ha actores (Animación)

Productores: Philippe Delarue, Tilo Seiffert

Fotografía: Animación

Música: Klaus Badelt

Montaje: Soline Guyonneau

Nacionalidad: Argentina, Australia, Bélgica, Italia, Estados Unidos, España, Reino Unido, Francia, Alemania, Luxemburgo

Año: 2.008

Duración: 80 minutos

Edad: 7 años

Género: Animación, Aventuras, Familiar, Fantástica

Distribuidora: Flins y Piniculas, S. L.

Estreno: 05-03-2.010

WEB Oficial: Web Oficial de la película en Francia

Espectadores: 64.226

Recaudación: 370.767,90 €

Calificación única: 6,209 (173.406 valoraciones)

Puesto / Total: 48 / 75

Sinopsis:

Zoe es una niña que cree en cuentos de hadas. Para ayudar a su tío Lord Arnold a deshacerse de un terrible dragón partirá en busca de héroes como los que aparecen en sus cuentos. En cambio, conocerá a Gwizdo y Lian-Chu, dos cazadores de dragones que necesitan dinero y por eso están dispuestos a ayudar a Zoe. Los tres inician una aventura viajando al fin del mundo donde encontraran al malvado dragón Zampamundos. Para Zoe es un sueño hecho realidad, pero para Gwizdo es una pesadilla que solo puede terminar en desastre…, sobre todo cuando ninguno de los dos saben que su tercer compañero de viaje, Lian-Chu, tiene cuentas pendientes con el dragón…

Comentario:

La animación europea tira de recursos propios y se aferra al espíritu de los álbumes de historieta franco-belga de última generación, en la línea Uderzo. Además, esta versión original de una serie televisiva de animación 2D tampoco está lejos de los universos flotantes de Hayao Miyazaki o de la Pandora creada por James Cameron para “Avatar”. Y todo ello protagonizado por una niña, la pequeña Zoe, adicta a las historias de caballeros andantes, y una muy cervantina pareja de cazadores de dragones, Gwizdo y Lian-Chu.

Crítica:

10-03-2.010 – JOSU EGUREN

Arquitectura efímera

Antes del lanzamiento de “Planet 51”, desde Francia ya zarpó “Cazadores de dragones”, uno de los buques insignia de la animación europea que trata de hacer frente a la armada invencible americana. Aquí se estrena demasiado tarde, dos años después de que Arthur Qwak y Guillaume Ivernel presentasen en sociedad una película que fue recibida con expectación en los festivales más potentes del continente (sin ir más lejos fue premiada en Animabasauri y Córdoba). En la era post “UP” es inevitable no quedar ensombrecido por la tecnología de Pixar, pero a sus directores no les faltan razones para aspirar a ocupar posiciones entre el público menor con esta fábula que reinstaura el orden monárquico de los cuentos clásicos.

Dragones, héroes míticos y princesas, algunas gotas de humor extravagante y el marco escénico de un gótico medieval suspendido en el aire son las señas de identidad de una película que, pese a estar condensada en ochenta minutos, se mueve con una cadencia rítmica exasperante. Si es relativamente sencillo intuir la nacionalidad de cualquier ficción al uso, más fácil aún es reconocer el país de origen de una producción animada. La tecnología aplicada a la composición de este título es lo bastante avanzada para que los píxeles se hayan moldeado a imagen y semejanza de sus autores. En el transfondo de esta pequeña odisea lineal con carga de profundidad moralizadora puede entreverse la personalidad de un creador adulto, y los sucesivos traspiés que sufre el guión cuando se desvía por sendas dramáticas.

El desequilibrio que sufre la trama cuando trata de reacoplar dobles lecturas perjudica a unos personajes caricaturescos que se estancan cuando se rompe la lógica del planteamiento, nudo y desenlace. En los estertores finales Qwak e Ivernel recuperan el brío, regalándonos un final a la altura de lo prometido en el que sus personajes se ponen en pie sobre una delicada y efímera arquitectura sospechosamente parecida a la Pandora de “Avatar”.


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