Cecilia Occelli fue esposa de Carlos Salinas de Gortari, uno de los presidentes más macabros de México, por no decir alumno perfecto de Maquiavelo.
Me entero esta noche que ha escrito su autobiografía cuyo título es:”El Encanto de la Discreción”.
Reconozco que después de haber padecido a una Carmen Romano de López Portillo o a una Martha Sahagún, la señora Occelli merece mis respetos como persona, pero no como escritora, ¿para que remover la llaga que aún no termina de sanar debido a los desmanes de su ex-esposo?
La señora Occelli tiene la desfachatez de empezar con una frase poco creíble: “Me siento muy orgullosa de haber compartido 20 años de mi vida con él (Carlos Salinas de Gortari) porque es un hombre aguerrido, valiente y honesto“. Dudo que le guarde afecto al que la cambió por otra.
Y señora, ¿como se pone a decir eso en estos tiempos? ¿Quien le va a creer hoy en día que esos adjetivos pueden describir a Carlos Salinas de Gortari? El pueblo de México le tatuó ya unos en la historia, pero no se sienta mal es como el pedigrí de la mayoría de los políticos príistas en nuestro país:
Asesino, Manupulador, Traicionero, Ratero, Narcopolítico, Corruptor de primera, etc.
¿Le sigo o con esos tiene?
Señora, su ex-esposo es una vergüenza nacional, mejor ya ni diga nada, y déjeme que le haga una última pregunta: ¿porque ha perdido al final el ENCANTO DE LA DISCRECIÓN?
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