Revista Cultura y Ocio

Celebremos el Día de la Lectura; no el Día del Libro (y los derechos de autor)

Publicado el 16 abril 2012 por Desequilibros
El 23 de abril se celebra tradicionalmente el Día del Libro "con el objetivo de fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor".
Tal evento conmemora el día de la muerte de Miguel de Cervantes. Para darle mayor empaque, se le añade que también ese día falleció William Shakespeare.
Y ello a pesar de las diferencias de calendario que por entonces todavía existían en Europa: en España ya había entrado en vigor el calendario Gregoriano mientras que Inglaterra todavía usaba el anticuado calendario Juliano. Si aplicásemos el mismo calendario para ambos casos, resultaría que el bardo de Stratford on Avon falleció un 3 de mayo. Y de paso, hay que añadir que el bueno de D. Miguel había fallecido un día antes, pero era costumbre de la época consignar la fecha del entierro.
En un ejercicio de malabarismo onomástico, se hace coincidir convenientemente la fecha de ambos fallecimientos en el 23 de abril. Así, todos contentos.
Y ya puestos a incorporar más tradiciones literarias, conviene mencionar que también falleció, este sí el mismo 23 de abril, el Inca Garcilaso de la Vega, "Considerado el más emblemático representante del mestizaje hispanoamericano como proceso cultural y como estímulo para la creación; ejemplo paradigmático del humanismo renacentista inserto en (y en conflicto con) el contexto de la conquista y colonización de América".
Al menos todos estos decesos sí sucedieron el mismo año: 1616.
Una vez dadas las explicaciones pertinentes respecto a la elección de la fecha,voy a entrar en lo que, a mi juicio, es a día de hoy un error herencia del pasado: "¿día del libro y de los derechos de autor?".
El objetivo de la celebración, diga lo que diga la definición inicial, no es fomentar la lectura sino la industria.
La industria editorial es necesaria; los autores son necesarios; los derechos de autor también se pueden considerar necesarios, entendidos éstos como derechos morales de todo creador frente a los derechos de explotación, que suelen ser los que generan polémica, por la instrumentalización económica que de ellos se hace (copyrights, justificación de precios, limitaciones de edición electrónica…) . Derechos morales y derechos de explotación no son lo mismo y conviene tenerlo claro para no mezclar conceptos.
Celebremos el Día de la Lectura; no el Día del Libro (y los derechos de autor) Dicho lo cual considero un error celebrar el Día del Libro (y de los derechos de autor) en sus actuales términos.
Lo verdaderamente importante es el fomento de la lectura: la lectura como vehículo de alfabetización, de adquisición de conocimientos, de desarrollo de las capacidades intelectuales, de accceso a la divulgación, a la creación y a la opinión; la lectura favorece la compresión de las ideas y facilita la elaboración de un discurso propio coherente; leer mejora el uso del idioma, tanto al emisor como al receptor; la lectura favorece la concentración y el análisis; la lectura, en fin, te traslada más allá de los muros de tu realidad física y te permite llegar hasta donde estés dispuesto a llegar, a través de tu independencia intelectual.
El libro no es más que una herramienta. Una herramienta más, de las muchas disponibles. En la era pre-internet la única forma de leer era a través del libro; y en la era pre-libro el conocimiento se trasmitía vía oral o a través de doctrina interesada (si exceptuamos los pocos manuscritos que circulaban y el escaso acceso a ellos).
A día de hoy, el concepto libro ha quedado superado por la realidad: se puede leer en otros medios, fundamentalmente relacionados con internet: libros electrónicos, tabletas, pantallas, … y a través de otros canales que rompen la cadena tradicional autor-editor-librero-lector, supeditada a un rendimiento económico. No olvidemos que hasta hace poco, y todavía en muchos casos, en las Ferias del Libro no se permitía la presencia de libros electrónicos.
Hay muchas iniciativas editoriales que son conscientes de esta evolución y están acometiendo la revolución de un modelo de negocio que ha quedado anquilosado en conductas inmovilistas.
Por eso deberíamos celebrar el Día de la Lectura, para convertir en protagonista a quien verdaderamente lo es. Comprar un libro, lo sabemos, no supone su lectura. Y aunque Días y Ferias del Libro suponen un buen porcentaje de las ventas totales anuales, eso no redunda en unos índices de lectura aceptables para un país que "aspira" a estar a la altura de sus circunstancias.
Y también sabemos que el número de títulos publicados no redunda en unos mejores niveles de lectura.
Ya hemos hablado otras veces de los "peligros" de la lectura apresurada o irreflexiva que se produce en internet; sobre si leer noticias es o no leer; sobre si los blogs realmente pueden llenar un hueco relevante, sobre si los creadores y editores están dispuestos a sumir el reto de la edición digital… todo es lectura, pero no todo es libro.

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