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Celler Cal Marino.- Uno para todos

Publicado el 11 abril 2014 por Cultibar

Celler Cal Marino.- Uno para todosPara los felices, para los modernos, para los amantes del vino, para los que no dejan de aprender, para los gastrónomos más avezados, para las chicas, para los del bar de siempre. Para todos. Cal Marino recibe de pie, sobre barrica y sin wifi, utilizando a ratos el inglés para socializar y explicar, siempre la mano para estrechar a amigos, conocidos aquí y al jefe, un genio de las relaciones sociales. Un ex vendedor que puede hacer esperar a diez personas para explicar a otro como demandas porqué te ofrece una cerveza Lambic tras comentarle tu odio acérrimo a la bebida de cebada. Y la acabarás pidiendo convencido. Es el Celler de Cal Marino. Neobodega, taberna, bar en mayúsculas. Todos para uno.

Dirección: Margarit, 54
Precio medio: 15€. Copas de vino, de 2 a 5€; canya, 1'85€; croquetas, 1,45€; "Papás Arrugás", 3,95; mojama, 5,95€; plato de quesos, 6,95€.
Imprescindible: Averiguar de qué son los quesos increíbles de las Papás Arrugás. Sólo disfrutar.
Horario: De martes a viernes, de 12.00 a 15.30h., y de 19.30 a 23.30h. Sábado, de 11.30 a 15.00h. y de 19.30 a 23.30h. Domingo, de 11.30 a 15.00h.
Teléfono: 93 329 45 92
Web: Celler de Cal Marino

Según Cultibar

Celler Cal Marino.- Uno para todos
Has ido por el vino. Centenares de botellas a tu disposición sobre estanterías cual museo para eligir el mejor. A copas, seis tintos, seis blancos y dos rosados, todos diferentes en potencia y gusto para que siempre haya uno de tu estilo disponible. Antes de llenar la copa, te lo harán probar. Cual restaurante gastronómico. También si vas en grupo y optas por botella. A gusto. Por cierto, busca bien y acertarás. De Valdeorras, tinto de Cádiz, del Bierzo, Méntrida, Uriel Requena, o catalanes del Pla de Bagés. Todos especializados, buscados, nada convencionales. Para normalidad, al supermercado.

Que un grupo pida en un bar unas bravas es sinónimo de poca personalidad. Lo crees así, y te han comentado que existe en Poble Sec un lugar acorde a tu falta de mundanidad. Amigas y jueves tarde. En el Marino no hay bravas, sino Papás Arrugás con tres salsas. Aceptas cambio y lo acompañas con una "Piruleta" (un palillo largo que atraviesa un langostino, tomate seco y oliva rellena), mojama, rollo de salmón y sepia confitada con cebolla. La tabla de quesos españoles y extraños la dejas para el tercer vino. Era esto lo que buscabas. La tapería española asciende. Y las croquetas también. De hasta diez gustos diferentes pero ninguno de ellos de pollo o jamón. Vuelvo; Al supermercado.

Celler Cal Marino.- Uno para todos
Pero, en el fondo, entrar en el Celler de Cal Marino es entrar en un bar, en una bodega de las de siempre (así se ha buscado con la estética), las que invitan a hablar, a comentar, a vivir. Sin posibilidad de silla, son triadas barricas y sus inseparables taburetes las que hacen las veces de centros gravitatorios a partir de los que la vista puede navegar entre botellas, conservas y gastronomía en formato raciones, siempre presentes y de chistorra, Torta del Casar o olivada, para que el delito de Eva se quede en nada. Tras confesiones y cultura de bar, saldrás del Marino cenado (no contabas con ello), con tras cupajes nuevos de uva de otras tantas denominaciones que desconocías (y eso que en teoría sabías) y muchas ganas de traer a más amigos. Sabes que le gustará. Uno para todos.

La experiencia Cultibar

El largo pasillo inicial nos desconcierta. Con los vinos a granel reposando a la izquierda, el resto del espacio permanece sereno, como si de un homenaje al descanso del protagonista se tratara. Al final del túnel, la luz. Ambiente desenfadado, pero a su vez entendido en la materia. Edu se multiplica ante los que no sólo pretenden consumir, sino seguir aprendiendo.

Elegir se convierte en una pesadilla. En décimas de segundo sólo entendemos que debemos volver. El "salvador" acude a nuestro lado y asentimos anonadados a toda recomendación planteada. Nos crea expectativas, peligroso juego previa degustación. Las cumple. En definitiva, aquella noche nadie jugó con nuestros sentimientos.

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