Revista Viajes

Cementerio de Ciriego de Santander

Por Pablosolorzano


Siempre he sentido predilección por visitar los cementerios de los lugares a los que viajo. Junto a los mercados son, creo, un buen lugar para poder palpar parte del pensamiento de la gente que habita el lugar que estoy visitando. En el cementerio se conoce cómo los habitantes de determinado lugar asumen la muerte, cómo se expresan ante ese suceso inevitable y definitivo. Por otro lado, el mercado me da una idea de la vitalidad, la energía y fuerza del sitio. Ambos lugares representan posiciones extremas y es allí, donde hay fricción de opuestos, en que salpican chispas de luz que nos permiten vislumbrar mejor el mundo, las ideas, las maneras de manifestar los sentimientos de un determinado grupo humano. 

Por pura casualidad encontré la página de la  “Association of Significant Cemeteries in Europe” el cual es un organismo que vela por la protección de algunos cementerios europeos a los que consideran de importancia histórica y artística. Entre los varios camposantos que ellos tratan de proteger está el CEMENTERIO DE CIRIEGO ubicada en el oeste de la ciudad de Santander, exactamente en el barrio de San Román de la Llanilla. Es curioso, en los manuales turísticos que uno consigue sobre esta encantadora ciudad española este cementerio no aparece como un atractivo y la verdad que bien podría serlo ya que la belleza del lugar lo hace un sitio único no solo por las fantástica riqueza artística que contiene sino también por el ambiente que lo rodea: un gran espacio plagado de verdor en los límites del mundo donde el infinito azul del cantábrico se deja ver detrás de las cúpulas de los mausoleos y de las alas de los ángeles esculpidos como si fuera un inacabable cortinaje que abrigara este universo donde solo palpita la nada.


CEMENTERIO DE CIRIEGO DE SANTANDER

Pero antes de empezar a pasear por CIRIEGO, hagamos un poquito de historia. Se sabe que este cementerio reemplaza a uno que estaba en un convento ubicado en el centro de Santander, específicamente en lo que es hoy el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria. Era una práctica normal en esa época que los muertos “convivieran” con los vivos pero también tenía mucho riesgo ya que esos cementerios podían ser (de hecho alguna vez lo fueron) focos infecciosos desde donde se propagaban enfermedades y epidemias. Al término del siglo XVIII Carlos III aprueba la edificación de camposantos ubicados en los extramuros las ciudades y es así como nace Ciriego.

Diseñado en 1882 por el arquitecto Casimiro Perez de la Riva, esta ciudad de los muertos parece una especie de reflejo de la de los vivos: presenta una bastante original estructura en forma de cruz en la cual las calles y espacios se organizan en bloques o cuadras. En estas arterias aparecen los refinados mausoleos de las familias ricas las cuales están delimitadas como lo habrían estado las casas que habitaron cuando estuvieron vivos. Y así como limitaron los espacios de sus terrenos también se encargaron de embellecerlos: se concentra aquí una parte de la expresión artística de los creadores del siglo pasado ya que este cementerio es un magnífico ejemplo de lo que puede ser considerado un verdadero museo al aire libre. La gran diversidad de esculturas, panteones, sepulturas y monumentos que se incluyen en este camposanto santanderino son un excelente muestrario de la rica producción funeraria española, hechas todas por maestros en construcciones fúnebres y patrones iconográficos. 


CEMENTERIO DE CIRIEGO DE SANTANDER

Felizmente la mayoría de ellos están en buen estado de conservación aunque hay muchos, de estimable valor, que presentan una imagen de lamentable abandono. Se supone que la administración de la ciudad no puede cuidar de ellos porque dichas tumbas pertenecen a particulares. Si el cementerio fuera considerado bien de interés cultural el gobierno tendría que velar por su mantención, al menos en teoría.
En la entrada de Ciriego hay un “Panteón de Hombres Ilustres de Santander” donde entre destacados nombres se lee del poeta español José Hierro, premio Cervantes, cuyas cenizas se encuentran aquí y quien alguna vez dijo que “el cementerio oía el mar”. Hay que pasear por las callejuelas de este lugar donde el insomnio de los ausentes reposa en un silencio sin límite. Aunque a veces, el graznido interrumpido de aves marinas se une al rumor repetido de las aguas del mar y suben como una hiedra invisible que irrumpe en este ámbito coronado de sigilos. Así, andando, podemos encontrar sitios de considerable interés como lo son los memoriales de LA CRUZ CENTRAL, de 1881 o el Monumento en memoria de las víctimas de la explosión del barco Machichaco de 1894. Es menester saber que esta fue una de las peores tragedias civiles acaecidas en España: El 3 de noviembre de 1893 la embarcación estaba atracada en uno de los muelles de Santander (exactamente en el de Maliaño) llevando en cubierta una gran cantidad de envases de ácido sulfúrico y poco más de 51 toneladas de dinamita. Un incendio en el barco propició la explosión del mismo y la muerte de 590 personas, dejando a su vez miles de heridos. Tal fue la magnitud del estallido que muchos fragmentos de hierro de la embarcación salieron disparados hasta 8 kilómetros de distancia matando a alguna persona. Varias partes de cuerpos humanos también fueron hallados en los tejados de algunas casas santanderinas y hasta una ermita medieval situada en el interior se desplomó al no resistir la envestida de la onda expansiva de la detonación.

CEMENTERIO DE CIRIEGO DE SANTANDER

LA CRUZ CENTRAL, de 1881

 

CEMENTERIO DE CIRIEGO DE SANTANDER

Monumento en memoria de las víctimas de la explosión del barco Machichaco, 1894 


CEMENTERIO DE CIRIEGO DE SANTANDER

Los colores de las flores que parientes desolados han dejado se avivan con el abrazo del sol, parecen fuego colorido sobre la pálida frigidez del mármol. La luz mañanera calienta la tierra, la piedra, el metal ¿calentarán los huesos de quien no está? En otras tumbas, como evidencia del olvido, solo hay flores marchitas y grandes pátinas de fúnebre oxido que crecerán más cuando la lluvia desgrane sobre la marmórea superficie de las sepulturas su liquida caricia corrosiva ¿mojará los huesos de quien no está?
Otro memorial digno de visitar es el llamado “espacio de la memoria” donde en nueve monolitos se pueden leer los nombres de los republicanos fusilados por los franquistas exactamente aquí en el cementerio de Ciriego. Todos ellos, más de 850, fueron enterrados  en fosas comunes entre los años de 1937 y 1948. Como se ve, el cementerio no solo es una exquisita muestra de arte funerario sino también un recinto donde la historia y su poder demoledor pasó dejando huellas indelebles. También hay un espacio donde yacen las sepulturas de soldados alemanes, no pude averiguar la razón por la que fueron enterrados allí pero las fechas de las tumbas coinciden con los de la primera y la segunda guerra mundial en algunos casos.

CEMENTERIO DE CIRIEGO DE SANTANDER

Memorial por los republicanos fusilados en Ciriego


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Hay muchas esculturas que representan ángeles, vírgenes, animales, cristos martirizados, seres de piedra puestos allí para asegurarse que aunque los años pasen los símbolos queden significando para siempre dolor y nostalgia: retórica de la muerte traducida a un verbo pétreo en este perímetro donde el vacío es música constante, donde todo testimonia ausencias.
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Los panteones familiares muestran aquello a lo que el hombre ha sido afecto desde que tiene uso de razón: seguir demostrando la diferencia con los demás lo cual es un estéril intento de contradecir una propiedad absoluta de la muerte: nos hace iguales a todos. Estas criptas son espacios adornados bellamente, casi un remedo de pequeñísimos palacetes hechos para seguir dando que hablar, para presumir de lo rico que se fue antes de dejar lo que allí dentro hay: un puñado de cenizas, un concierto de olvidos. 
Entre los que recomiendo visitar están los de la familia JUNCO Y JUNCO o los de los CUE y el de CAYO POMBO, aunque casi todos los panteones son más que interesantes de ver.
CEMENTERIO DE CIRIEGO DE SANTANDER

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SOBRE TUMBAS...
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DATOS UTILES

  • Entrada: Gratuita
  • Dirección: San Román de la Llanilla (Ciriego)  CP: 39012
  • Teléfono 0034942331987
  • Para llegar allí hay que tomar los buses de la LINEA 17 que parten desde la Estación de buses de Santander cada 30 minutos. Tiempo de viaje: 20 minutos aproximadamente.


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