Revista Cultura y Ocio

Centenario Blas de Otero: poeta social y comprometido

Publicado el 15 marzo 2016 por Alguien @algundia_alguna

Se cumplen cien años del nacimiento de Blas de Otero, el poeta que pidió “la paz y la palabra”, que luchó contra el franquismo y por la democracia, la voz de la llamada poesía social. Un escritor atormentado y solidario con las causas humanas, que se debatió, toda su vida, entre sus vocaciones profesionales y religiosas. Las numerosas adversidades familiares le provocaron varias crisis nerviosas y sufrió varios altibajos emocionales. Su relación con la realidad le llevó a auto exiliarse de España y a irse de su tierra y a regresar a la misma, en numerosas ocasiones. Falleció de una embolia pulmonar el 29 de junio de 1979 en Madrid. La influencia de sus versos se distingue aún en numerosos poetas españoles actuales. 

Blas de Otero_En el Principio

Blas de Otero nace el 15 de marzo de 1916 en el seno de una familia adinerada. Su abuelo paterno fue capitán de barco. El materno, médico con prestigio. El padre, instruido en Inglaterra, posee un negocio de metales y con la Primera Guerra Mundial aumentan sus ganancias. En un ambiente religioso, Blas de Otero cursa estudios en el colegio de María de Maeztu. Después ingresa en un centro dirigido por jesuitas y nos deja el testimonio de su primera herida: “Aquellos hombres me abrasaron, hablo / del hielo aquel de luto atormentado, / la derrota del niño y su caligrafía / triste”. A los diez años debe trasladarse con la familia a Madrid. Se hunden las finanzas de su padre. Aficionado a los toros, el adolescente acude a las clases taurinas de las Ventas y, en 1928, es uno de los pocos espectadores que salvan su vida en el incendio del teatro Novedades. También estos sucesos figuran en sus poemas. Pero para él Madrid representa sobre todo una conquista cultural: la lengua española aprendida en las páginas de los autores clásicos. Asimismo lee a sus contemporáneos Juan Ramón Jiménez y “Machado, el banderillero, que en mi Madrid de entonces me tornó pensativo con algunas estrofas del Ars Moriendig”. El joven ya escribe y corrige con un afán de perfección al que nunca renunciará.

Se matricula en Derecho, pero al morir el hermano mayor y el padre, regresa a su ciudad de origen. Lo acompañan su madre y dos hermanas. “Tuvimos que vender hasta la última silla para sacar billete a Bilbao”, confiesa a su segunda esposa, Sabina de la Cruz. Conoce a Federico García Lorca. Participa en las actividades del grupo artístico Alea y con sólo 19 años obtiene la licenciatura en Derecho por la Universidad de Zaragoza. Nueve meses después, comienza la guerra civil española. Otero, entonces sin ideología política, se integra en los batallones vascos. Tras ser recluido en un campo de prisioneros, se enrola con los nacionales en el Regimiento de Artillería de Logroño y lucha en el frente de Levante.

Acabada la guerra, Otero vuelve a Bilbao y se relaciona con Gerardo Diego. En 1941 publica “Cuatro poemas”; en 1942, “Cántico espiritual”, obras que pronto rechaza. Comienza estudios de Filosofía y Letras en Madrid, pero no encuentra el ambiente intelectual que busca. Quema todos sus escritos e ingresa en el sanatorio psiquiátrico de Usúrbil. Católico ferviente, con lentitud abandona la fe religiosa para adherirse a una devoción laica: el comunismo. Reemplaza certezas. Dos de sus amigos más cercanos, los escritores Javier de Bengoechea y José Miguel de Azaola, lo ven perplejo en la frontera que separa dos creencias opuestas. Ambos amigos coinciden en retratar a un hombre de páginas vibrantes que en el trato personal se comunica con expresión moderada. Un hombre suave, retraído, a menudo susurrante.

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre que amó, vivió, murió por dentro/y un buen día bajó a la calle: entonces comprendió: y rompió todos su versos“. Escribió Blas de Otero en “A la inmensa mayoría”.

La angustia existencial y la búsqueda de una respuesta para combatir el dolor son el núcleo de la obra poética de Blas de Otero. A mi juicio, los volúmenes “Ángel fieramente humano” (1950) y “Redoble de conciencia” (1951) contienen sus mayores aciertos literarios. “Ancia” (1958), con prólogo de Dámaso Alonso, es la fusión de los dos anteriores, a los que añade nuevos textos. Ya estamos en 1952, año importante en la biografía y escritura de Otero. Con la venta de casi toda su biblioteca se sufraga un viaje a París. Tras largos diálogos con Jorge Semprún, ingresa en el Partido Comunista de España. Mantendrá la militancia durante el resto de su vida. El poeta que gritaba en vano a la divinidad encuentra cierto alivio en las explicaciones marxistas. Nos comunica su lema en un verso: “Definitivamente, cantaré para el hombre”. Y en 1954 da un paso simbólico en compañía de los artistas Agustín Ibarrola e Ismael Fidalgo. Opina que por coherencia política debe participar en los trabajos del proletariado. Se emplea en la mina de hierro El Alemán, en el pueblo vizcaíno de La Arboleda. La breve experiencia está reflejada en “Historias fingidas y verdaderas (1970), su único libro en prosa. “Estos hombres terrosos, roídos de amarillo, arañan las entrañas del hambre”, escribe frente a un paisaje de raíles, ortigales, niebla y barracones.

Pido la paz y la palabra” (1955), “En castellano” (1959) y Que trata de España” (1964) representan un cambio drástico en su literatura. Otero abandona su agónico deseo de liberación individual y las preguntas religiosas. Elige participar en la actividad política. Viaja a Rusia, China y Cuba. Permanece en La Habana durante tres años y se casa con Yolanda Pina. Convertido en modelo de poeta social, frecuenta a Gabriel Celaya, Jorge Oteiza, los hermanos Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez o Agustín García Calvo. Varias veces menciona a Nazim Hikmet, y los lectores sienten la respiración de César Vallejo en las páginas del español. De súbito, un reproche en el texto “Epístola moral a mí mismo”: “No pienses que toda la vida es esta / mano muerta, este redivivo pasado, / hay otros días espléndidos que compensan, / y tú los has visto y te orientaron”. Modifica la forma de su expresión utilizando la ironía popular, los retruécanos, otros juegos verbales. Afirma: “Yo me curo de melindres estéticos pensando en nuestro Romancero”.

Su último libro, Hojas de Madrid con La galerna, editado póstumamente en 2010, incluye un vocablo clave en el título. La galerna, viento borrascoso y repentino que sopla con frecuencia en el mar Cantábrico, evoca al poeta las depresiones cíclicas que padece. Así empieza Blas de Otero a describir su tempestad íntima: “Campanas rojas llamaban a homicidear / yo estaba echado en la cama / cada nervio como una púa”. Y se despide en el centro del poema: “Me sumergí en mí mismo”.

Y leyendo a Blas de Otero iremos al centro del poeta, al corazón de los hombres y de las mujeres que habitan este valle de lágrimas, dolores y … esperanzas. In Memoriam.

Fuente: Blas de Otero: 100 años de un niño derrotado. Por Franciso Javier Irazoki | El Cultural. 11/03/2016.

Hombre en desgracia

Me cogiera las manos en la puerta del ansia,
sin remedio me uniesen para siempre a lo solo,
me sacara de dentro mi corazón, yo mismo
lo pusiese, despacio, delante de los ojos…

O si hablase a la noche con el labio enfundado
y detrás de la nuca me tocasen de pronto
unas manos no humanas, hasta hacerme de nieve,
una nieve que el aire aventase, hecha polvo…

Soy un hombre sin brazos, y sin cejas, y acaso
una sábana extiende su palor desde el hombro;
voy y vengo en silencio por la haz de la tierra,
tengo miedo de Dios, de los hombres me escondo.

Doy señales de vida con pedazos de muerte
que mastico en la boca, como un hielo sonoro;
voy y vengo en silencio por las sendas del sueño,
mientras baten las aguas y dan golpes los olmos…

¿Hasta cuándo este cáliz en las manos crispadas
y este denso silencio que se arrolla a los codos;
hasta cuándo esta sima y su silbo de víboras
que rubrican el vértigo de ser hombre hasta el fondo?

¿Hasta cuándo la carne cabalgando en el alma;
hasta heñirla en las sombras, hasta caer del todo?
Oh, debajo del hambre Dios bramea y me llama
acaso como un muerto ─dios de cal─ llama a otro.

Blas de Otero

De “Ancia” (1947-1954). Recogido en “Blas de Otero. Obra Completa 1935-1977” Ed. Galaxia Gutenberg. 2013.

En Algún día: Blas de Otero

Blas de Otero (Wikipedia)
Fundación Blas de Otero.
Poemas de Blas de Otero.

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