Revista Religión

Centenario de Madre Teresa de Calcuta. Siete veces en Perú

Por Joseantoniobenito

CENTENARIO DE MADRE TERESA DE CALCUTA. SIETE VECES EN PERÚ

CENTENARIO DE MADRE TERESA DE CALCUTA. SIETE VECES EN PERÚ

CENTENARIO DE MADRE TERESA DE CALCUTA. SIETE VECES EN PERÚ

Madre Teresa, la monja que desafió el sistema de las castas

Entrevista a fray Joseph Babu, portavoz de la Iglesia India

 ROMA, jueves 29 de julio de 2010 (ZENIT.org). - Hace cien años, el 26 de agosto de 1910, nacía en Skopje (actual Macedonia) la Madre Teresa de Calcuta, en el siglo Anjeza Gonxhe Bojaxhiu. Fundadora en India de la congregación de las Misioneras de la Caridad, la pequeña monja consumió toda su existencia junto a los desheredados de la tierra. Tuvo amigos influyentes entre los líderes políticos y los artistas pero, sobre todo, estableció un vínculo especial con Juan Pablo II. A él, como a otros, pedía oraciones y apoyo económico para sus pobres: en 1979, distinguida con el Premio Nobel, rechazó el tradicional banquete ceremonial y obtuvo que la suma vencida fuese destinada a los miserables de Calcuta. Ese día se le preguntó: "¿Qué podemos hacer para promover la paz en el mundo?". Teresa, pequeña y combativa, respondió: "Id a casa y amad a vuestras familias". En esta entrevista, fray Joseph Babu portavoz de la Conferencia episcopal de la India explica lo que queda hoy de la herencia de la religiosa.


-¿Qué impacto tuvo sobre la sociedad india la presencia de Madre Teresa?
¿Y cuáles son los principales cambios registrados tras su desaparición?
Fray Babu: Madre Teresa ejerce una fascinación universal aquí en India.
Gente de distinta fe y cultura tiene de ella una alta consideración,
considerándola una santa. Van a su tumba a rezar por ella y en estos días
participan en los acontecimientos previstos en diversas áreas de la India
para recordar el centenario de su nacimiento. Aquí en Nueva Delhi, la CBCI
está organizando las funciones públicas para rendirle homenaje y el
presidente de la India será huésped principal de la ceremonia del 28 de
agosto.
Muchos cambios se verificaron en su congregación desde el momento en el
que esta sigue creciendo y atrayendo a tantas mujeres jóvenes. Sor Nirmala
Joshi, que tomó el lugar de Madre Teresa, siendo convertida del hinduísmo
al catolicismo tiene la ventaja de sensibilizar todos los sectores de la
sociedad india: hizo un trabajo admirable a la guía de las Misioneras de la
Caridad, conduciendo a la congregación a nuevos objetivos, hasta el punto
de que por este compromiso ejemplar suyo, el Gobierno le confió el Padma
Vibhushan, la segunda condecoración civil más alta en India.
-Madre Teresa recibió el premio Nobel de la Paz al final de los años
Setenta. ¿Qué queda de su enseñanza?
Fray Babu: El Nobel fue por su trabajo de beneficiencia en favor de los
más pobres entre los pobres. Gracias a ella muchas personas se sintieron
inspiradas en querer dedicarse a aquellos que están en el margen de la
sociedad. Madre Teresa era una mujer sencilla, pero muy estimulante, y la Iglesia
india estaba orgullosa de su presencia y de su contribución a la sociedad.
Muchas personas, incluso no cristianas, hoy se inspiran en su vida y en su
trabajo, comprometiéndose en obras de caridad.
-¿Qué exigencias presentaba Madre Teresa a la Iglesia India?
Fray Babu: El suyo era un mensaje muy sencillo: Jesús ama a todos. Y ella
exhortó a la Iglesia a llevar adelante esta misión de dar amor a todos, y
de conceder a todos la posibilidad de salvarse. Fuese donde fuese pedía a
la gente que trabajara por Jesús.
Era también muy activa en el frente de los problemas sociales que afligen
a la India, como el sistema de castas que oprime a muchos sectores de la
sociedad. No le preocupaban las críticas de aquellos que la acusaban de
glorificar la pobreza, o que, por ejemplo, le recriminaban de no ser capaz
de aportar un real cambio social. Habría podido responder amablemente que
estaba llamada a hacer lo poco que podía hacer, y que de la misma forma los
demás podrían hacer y que de la misma forma los demás podrían hacer lo que
eran capaces a su vez.
-¿Cuáles son los principales problemas que los católicos en India tienen
que
afrontar hoy?
Fray Babu: El problema principal es la amenaza del ala derecha de los
grupos fundamentalistas que han tomado de mira a nuestro personal y
nuestras instituciones. Nuestro estatus de minoría está amenazado, lo que
hace difícil para nosotros administrar de forma estable la Iglesia local.
Ningún misionero extranjero puede venir a la India por trabajo o por una
estancia más larga, y a los pocos que consiguen entrar se les obliga a
dejar el país, no importa durante cuánto tiempo habían estado antes en
misión aquí. En cuanto a las ayudas extranjeras a algunas Iglesias, son
continuamente controlados y examinados, haciendo todo más difícil.
-¿
Puede contarnos alguna anécdota sobre la devoción que la gente tiene por
Madre Teresa?

Fray Babu: Que la devoción es grande se comprende por el número y la
heterogeneidad de cuantos van a rezar a su tumba. Personas de otras
religiones han dado su nombre incluso a escuelas, colegios, universidades.
Muchos países extranjeros le han dedicado calles públicas, han emitido
sellos y monedas conmemorativas en su honor.
Cuando Madre Teresa murió, el gobierno indio le concedió un funeral de
Estado. Un hindú, un cierto Navin Chawla, actualmente jefe de la Comisión
electoral india, publicó su biografía, y otro hindú, Raghu Rai, le dedicó
un volumen con fotografías que la retratan.
-
Ha habido muchas discusiones sobre la "noche oscura" de la Madre Teresa,
descrita en el libro Come Be My Light como un "martirio del deseo". ¿Qué
piensa usted al respecto?
Fray Babu: No soy capaz de comentar este aspecto porque tiene mucho que ver
con su vida interior. Con todo, se podria presumir que también ella, como
todo ser humano, atravesó sus momentos de dudas, miedos, incertidumbres.
Sería por tanto una admisión honrada de su humanidad, que es parte
integrante de su vida espiritual.
-Recibiendo el Nobel, Madre Teresa asombró al mundo expresando su horror
por el aborto, "hoy en día el más grande destructor de paz", "porque si una
madre puede matar a su propio hijo, ya no hay nada que me impida matarte o
que te impida matarme". ¿Podría describir su trabajo a favor de las madres
que no deseaban el embarazo?
Fray Babu: Lo que Madre Teresa enfatizaba era el valor de la vida humana
en el contexto de un cada vez más extendido abuso por parte de la ciencia
al interrumpir la vida en lugar de cultivarla. El aborto es siempre y en
cualquier caso un odioso crimen contra la humanidad y Madre Teresa no se
cansaba nunca de repetirlo siguiendo la enseñanza de la Iglesia.
Cuando con la excusa del control de los nacimientos se tomaba la liberrtad
de poner fin a una vida, Madre Teresa se oponía diciendo: "dádmelos a mi,
yo los cuidaré". De esta forma asistió a miles de niños abandonados en todo
el mundo. Y este era su mensaje a todos: los seres humanos deben ser amados
y cuidados porque son dones de Dios.
[Por Mariaelena Finessi, traducción del italiano por Inma Álvarez]
http://www.zenit.org/article-36211?l=spanish

 

VISITÓ SIETE VECES PERÚ

Lima, patria de santos, tuvo la gracia de acoger en siete ocasiones a Madre Teresa: el 6 de octubre de 1972, el 4 de octubre de 1973, el 26 de junio de 1974, el 30 de junio de 1975, el 14 de julio de 1977 y en 1986 y 1988. El 26 de octubre –a las 11 de la mañana- del 2003, una semana después de ser beatificada, Lima se unirá al alborozo de toda la Iglesia en la celebración de la Eucaristía en la Santa Iglesia Catedral. Felicitamos a las Misioneras de la Caridad (Avenida 28 de julio 2821, La Victoria, Lima-31, Tel.474.2534) y Misioneros de la Caridad (San Miguel) y nos unimos a su acción de gracias.

Desde la Reina Sofía de España y Diana de Gales, desde Elton John hasta nuestra Primera Ministra Beatriz Merino la han hecho su paradigma, su modelo. Juan Pablo II quiso tenerla muy cerca del Vaticano e invitó a sus Misioneras de la Caridad para que abrieran un hogar en el corazón de la Iglesia. Este mes de octubre quiere celebrar sus bodas de plata como Papa, clausurar el año del Rosario y festejar un Domund inolvidable con la beatificación de Madre Teresa. El Santo Padre dijo de ella: “Sigue viva en mi memoria su diminuta figura siempre cargada de una inagotable energía interior la energía del amor de Cristo”.

La Madre Teresa - nació en 1910. Su pueblo, Skopje, pertenece hoy a Macedonia, Albania. Sus padres, pertenecientes a la clase media, le pusieron por nombre Agnes Gonxha Bojaxhiu- Eran católicos albaneses que se habían afincado en Yugoslavia al comenzar el siglo. Vivió en el hogar una atmósfera de paz y amor. A los 18 años decidió hacerse misionera. Se fue con las monjas de Loreto, a Irlanda. Allí estuvo un año, hasta que fue enviada a la India. En Darjeeling, una localidad al pie del Himalaya, hizo su noviciado. A los dos años, en 1931, fue enviada a dar clases a un colegio cerca de Calcuta. Durante muchos años fue directora y profesora en el colegio, al que asistían muchachas de la clase acomodada de Calcuta.

En aquel tiempo, las calles de Calcuta estaban llenas de niños abandonados, mendigos, enfermos y moribundos. El espectáculo era desolador. Esto se clavaba en lo hondo del corazón de la Madre Teresa. A veces comentaba con sus alumnas del colegio toda esta miseria, animándolas a hacer algo para remediarla. Como tenía una gran personalidad y era muy cariñosa, ejercía una gran influencia en ellas. El 10 de Septiembre de 1946 fue el “día de la inspiración”. Regresando en el tren de Calcuta hacia Darjeeling, cuando estaba profundamente recogida en oración, recibió de Dios una fuerte llamada a dedicarse a los más pobres de los pobres. Son sus palabras: “Fue una orden. Supe enseguida de qué se trataba, pero no cómo llevarla a cabo”. El P. Brian Kolodiejchujm, postulador de la causa de beatificación, ha dado a conocer cómo la Madre hizo el voto secreto de “dar a Dios cualquier cosa que le pudiese pedir y no negarle nada”.

Lo primero que sabe es que tiene que dejar el convento y la orden religiosa donde lleva tantos años. Habla con sus superiores, unos la entienden, otros no. Solicita de Roma la salida de la orden. Al fin se la conceden, y en agosto de 1948 abandona el convento, regresa a Calcuta y comienza a trabajar en los suburbios de la ciudad, abriendo una escuela para niños pobres. Se armó de coraje y audacia. “Abandonar el convento fue el mayor sacrificio de mi vida, más aún que dejar a mis padres”. En efecto, Teresa renunció a la seguridad del convento, a la ayuda espiritual que encontraba allí, para abandonarse ciegamente en las manos de Dios, sin saber, sin preguntar, sin otra luz que su fe. Estaba en la calle, sola, sin cobijo, sin dinero, sin amigos, sin oficio ni beneficio… “Dios mío, sólo te tengo a Ti. Confío en tu llamada, en tu inspiración, no me abandones”. Ahora era sólo suya.

Teresa buscó un sitio para comenzar su actividad. Lo encontró en el piso alto de la casa de los Gómez, unos amigos suyos. Allí comenzó a recibir a candidatas a vivir su misma vida de oración y entrega a los pobres. Al principio pocas, luego fueron creciendo, hasta que tuvieron que cambiarse de lugar cuando eran ya 28. Por la mañana se dedicaban a atender a los pobres (los más pobres) y por la tarde estudiaban, oraban y… reían, llenas de alegría, en los tiempos de recreación. “Aun en el estiércol nacen las flores” escribió el filósofo existencialista G. Marcel. A los pocos meses de caer asesinado el líder hindú Mahatma Ghandi, en 1948, en el estiércol del odio fanático, brotó esta flor de amor divino que en agosto del mismo año comenzó a enseñar a los niños de los barrios más miserables de Calcuta, la capital mundial de la pobreza. Como el “apóstol de la no violencia”, la monja defendió la extrema sencillez como estilo de vida, el respeto hacia todos los credos y el amor a los parias, los “intocables”, un segmento importante de la población de la India, excluido del sistema de castas, los más pobres entre los pobres”.

Nada tan fácil como conseguir datos acerca de Madre Teresa de Calcuta. Bastaría darle a la tecla a cualquier buscador para que instantáneamente nos suministre los conocidos datos de esta mujer infaltable en los paradigmas de los héroes de la caridad. Como siempre, lo difícil es vivir su estilo de vida tan aclamado. Y, sin embargo, parece que es lo más sencillo del mundo. Lo recordó ella misma al recoger el Premio Nóbel de la Paz:

“Amo al Prójimo más que a mí misma. Yo no merezco el premio y no lo quiero para mí, pero con este premio el pueblo noruego ha reconocido existencia de los pobres. Yo he venido en su nombre.Personalmente no le doy ningún valor, pero lo considero como un regalo para los pobres, porque la gente se da cuenta cada vez más de la situación de los pobres».

La Madre, cuando sus hijas se acostaban, escribía cartas a todo el mundo, redactaba las Constituciones del Instituto que iba a fundar, oraba largamente… y dormía unas pocas horas. Su capacidad de trabajo era inmensa, alimentada por su amor a Jesús. Este estilo de vida lo conservó durante muchos años, hasta que su vejez y la debilidad física la obligaron a descansar más. Las Misioneras de la Caridad. Así quiso llamar a sus colaboradoras, las muchachas que llamaban a su puerta para ofrecerle su ayuda, o mejor, para ofrecerse ellas mismas a Dios y a los pobres, su vida y su trabajo. Al principio llegaban a cuentagotas, luego cada vez más. Con el paso de los años, la Madre Teresa pudo abrir multitud de casas, porque sus hijas se contaban ya por miles.

Fue una contemplativa en la acción y una activa en la contemplación. El “ora et labora” lo vivió a la perfección. A pesar de su compromiso social evidente, dejó bien claro que “todo lo hacemos por Jesús”. Teresa de Calcuta escribió: “Un corazón que arde en amor es un corazón lleno de alegría. El mejor modo de mostrar a Dios y a los hombres nuestra gratitud es aceptar todo con alegría”. Parece un eco de la divisa de Teresita de Lisieux, su modelo: “Amar, sufrir, siempre sonreír”. De hecho, el Caminito de infancia espiritual –abandono en el amor de Dios- vivido por Santa Teresita del Niño Jesús lo traduce nuestra Teresa del Siglo XX en la entrega a los más necesitados: “Sólo nos llevaremos a la otra vida lo que hayamos entregado en ésta”.  Entre las numerosas anécdotas que lo confirman, selecciono una relacionada con el Rosario. Su acción siempre la acompañaba de la oración. Un día fue a una farmacia con una lista larguísima de medicinas. Le dijo al dueño que necesitaba todo eso, y que no tenía dinero para pagarlo. El propietario se rió de ella y le dijo que aquello no era un dispensario gratuito, que se había equivocado de sitio. La Madre, por toda respuesta, se sentó a un lado y comenzó a rezar el rosario. Apenas acabó, el dueño le dijo:

·   Bien, bien, le daré todo lo que me pide. Y en seguida llenó una gran caja con todas las medicinas y se las regaló.

Termino con una hermosa confidencia que nos da la clave de su labor: «Amar a María es amar a Jesús... María es la más hermosa porque Ella, entre todas las criaturas de Dios ,refleja de manera perfectísima su imagen. Es la Reina de Cielos y tierra, la causa de nuestra alegría. Los que rezan el Rosario se sentirán animados a entregarse generosa y alegremente como María. Sus vidas se convertirán en un hermoso «Magníficat».

 

 

Teresa de Calcuta: Luz desde la oscuridad (I) Habla el postulador de la causa de canonización, padre Kolodiejchuk

 

ROMA, jueves, 6 septiembre 2007 (ZENIT.org).- ¿Cómo fue la «noche oscura» de la Madre Teresa de Calcuta? A esta pregunta responde en esta entrevista concedida a Zenit el padre Brian Kolodiejchuk, misionero de la Caridad.

El padre Kolodiejchuk acaba de publicar el libro «Come Be My Light» («Ven, sé mi luz»), en el que recoge escritos de la beata, en parte inéditos, que revelan cómo durante largos años de su vida experimentó el terrible sufrimiento de no experimentar el amor de Dios.

--La extraordinaria vida interior de la madre Teresa ha sido descubierta después de su muerte. Según sus directores espirituales, ¿cómo era su vida, especialmente su sufrimiento de oscuridad espiritual, oculto a todos los que la conocieron?

 

--Padre Kolodiejchuk: Nadie tenía ni la menor idea de lo que vivía interiormente, pues sus directores espirituales conservaban estas cartas. Los jesuitas conservan algunas, otras están en el arzobispado, y el padre Joseph Neuner, otro de sus directores espirituales, tiene algunas.

 

Estas cartas fueron descubiertas cuando buscábamos los documentos para la causa.

 

Cuando vivía, la madre Teresa pidió que su información biográfica no se diera a conocer.

 

Pidió al arzobispo Ferdinand Périer de Calcuta que no dijera a ningún otro obispo cómo empezó todo. Le dijo: «Por favor no les dé nada de los inicios porque, una vez que la gente conozca los inicios, cuando oigan hablar de las locuciones interiores, entonces la atención se centrará en mí y no en Jesús». Ella siempre decía: «Obra de Dios. Esta es la obra de Dios».

 

Incluso las hermanas más cercanas a ella no tenían ni idea de su vida interior. Muchos podrían haber pensado que ella tenía una gran intimidad con Dios y que ésta iluminaba su camino en medio de dificultades de la Orden o de la pobreza material que sufrió.

 

--El libro habla el voto secreto que ella hizo al principio de su vocación por el que prometió no negar a Dios nada que tuviera que ver con el dolor provocado por el pecado mortal. ¿Qué papel desempeñó este voto en su vida?

 

--Padre Kolodiejchuk: La madre Teresa hizo el voto, en 1942, de no negar nada a Dios.

Sus cartas inspiradas por Jesús llegaron enseguida. En varias cartas, Jesús le pregunta, comentando su voto: «¿Dejarás de hacer esto por mí?».

 

Por tanto su voto es el sustrato de su vocación. Luego, en las cartas inspiradas, se ve que Jesús le explica su llamamiento.

 

Ella entonces sigue adelante porque sabe que Jesús lo quiere. Está motivada por el pensamiento del dolor de Jesús porque los pobres no le conocen y, por tanto, no le aman.

 

Este fue uno de los pilares que la mantuvo en su camino a través de la prueba de la oscuridad. Gracias a la certeza de su llamamiento y a este voto, en una de las cartas escribe: «Estuve a punto de dejarlo y entonces recordé el voto, y esto me hizo levantarme».

 

--Se ha hablado mucho sobre la noche oscura de la madre Teresa. Su libro la describe como un «martirio de deseo». Su sed de Dios ha sido desconocida durante mucho tiempo. ¿Puede describirlo?

 

--Padre Kolodiejchuk: Un buen libro para leer y comprender algunas de estas cosas es «Fire Within» («Fuego interior»), del padre Thomas DuBay's, habla del sufrimiento de la pérdida y del sufrimiento de la sed para explicar que el sufrimiento de la sed es más duro.

 

Como aclara el padre Dubay, en el camino hacia la auténtica unión con Dios, existe la etapa purgativa, llamada «noche oscura», y después el alma entra en un estado de éxtasis y verdadera unión con Dios.

 

En el caso de la madre Teresa, parece que la etapa purgativa tuvo lugar durante su formación en el convento de Loreto.

 

En el momento de su profesión, dijo a una compañera que a menudo experimentaba la oscuridad. Las cartas de esa época son las típicas cartas de una persona que está en la «noche oscura».

 

El padre Celeste Van Exem, su director espiritual en aquella época, dijo que probablemente en 1946 ó 1945 se encontraba ya cerca del éxtasis.

 

Después se da una referencia al momento en que aparecieron las inspiraciones y las locuciones interiores, el momento en el que las dificultades de fe cesaron.

 

Posteriormente, la madre Teresa escribió al padre Neuner, explicando: «Y usted sabe cómo actuó Él. Y fue como si nuestro Señor se me entregara plenamente. Pero la dulzura, el consuelo y la unión de aquellos seis meses pasados desapareció pronto».

 

De manera que la madre Teresa experimentó seis meses de intensa unión, tras las locuciones interiores y el éxtasis. Estaba ya en la etapa espiritual de la unión transformante. En ese momento, volvió la oscuridad.

 

Pero. a partir de entonces, la oscuridad que experimentaba se daba en medio de la unión con Dios. Esto no significa que vivió la unión y luego la perdió. Perdió la consolación de la unión que se alternaba con el dolor de la pérdida y con una profunda nostalgia de Dios, una verdadera sed.

 

Como decía el padre Dubay, «a veces la contemplación es deleitosa y otras es sustituida por una fuerte sed de Dios». Pero en el caso de la madre Teresa, a excepción de un mes, en 1958, no tuvo esta consolación de la unión.

 

Hay una carta en la que ella dice: «No padre, no estoy sola, tengo su oscuridad, tengo su dolor, tengo una terrible nostalgia de Dios. Amar y no ser amado, yo sé que tengo a Jesús en la unión que no ha sido rota, mi mente está fija en Él y sólo en Él».

 

Su experiencia de la oscuridad en la unión es sumamente rara, incluso entre los santos, pues para la mayoría el final es la unión sin oscuridad.

 

Su sufrimiento, entonces --utilizando el término del teólogo dominico Reginald Garrigou-Lagrange--, se debe más a los pecados de los demás que a al carácter purificador de sus propios pecados. Está unida a Jesús con una fe y un amor capaces de llevarla a compartir su experiencia del huerto de Getsemaní y de la cruz.

 

La madre Teresa comentó que el sufrimiento en Getsemaní fue peor que el de la cruz. Y ahora comprendemos de dónde venía esto, porque ella había comprendido la sed de almas de Jesús.

 

Lo importante es que se trata de una unión. Como indicaba Carol Zaleski en un artículo publicado en la revista «First Things», esta clase de prueba es nueva. Se trata de una experiencia moderna de santos de los últimos cien años: sufrir el sentimiento de que uno no tiene fe y de que la religión no es verdadera.

 

Teresa de Calcuta: Luz desde la oscuridad (II) Habla el postulador de la causa de canonización, padre Kolodiejchuk

ROMA, viernes, 7 septiembre 2007 (ZENIT.org).- Sin el sufrimiento, la labor de la madre Teresa de Calcuta hubiera sido simplemente trabajo social y no obra de Jesucristo, explica el postulador de su causa de canonización citando a la misma beata.

 

En la segunda parte de esta entrevista concedida a Zenit, el padre Brian Kolodiejchuk, misionero de la Caridad, explica puntos centrales del libro que acaba de publicar con el título «Come Be My Light» («Ven, sé mi luz»), en el que recoge escritos de la madre Teresa, en parte inéditos, que revelan cómo durante largos años de su vida experimentó el terrible sufrimiento de no experimentar el amor de Dios.

La primera parte de esta entrevista se publicó en el servicio informativo de Zenit del 6 de septiembre --Cf. Teresa de Calcuta: Luz desde la oscuridad (I) --

 

--El nombre del libro «Ven, sé mi luz» fue una petición de Jesús a la madre Teresa. ¿Cómo se relaciona su sufrimiento redentor por los demás, en medio de esa profunda oscuridad, con su carisma particular?

 

--Padre Kolodiejchuk: Durante los años cincuenta del siglo pasado, la madre Teresa se rindió y aceptó la oscuridad. El padre Joseph Neuner [uno de los directores espirituales que tuvo en su vida] la ayudó a comprenderlo, relacionando la oscuridad con su carisma: saciar la sed de Jesús.

 

Ella solía decir que la mayor pobreza era no sentirse amado, solicitado, cuidado por nadie, y era exactamente lo que ella estaba experimentando en su relación con Jesús.

 

Su sufrimiento redentor era parte de la vivencia de su carisma al servicio de los más pobres de los pobres.

 

De manera que, para ella, el sufrimiento era no sólo un medio para identificarse con la pobreza física y material, sino que, a nivel interior, se identificaba con los no amados, con los que están solos, con los que son rechazados.

 

Renunció a su propia luz interior para iluminar a quienes vivían en la oscuridad, diciendo: «Sé que no son más que sentimientos».

 

En una carta a Jesús, escribió: «Jesús, oye mi oración, si esto te complace. Si mi dolor y sufrimiento, mi oscuridad y separación, te da una gota de consolación, haz conmigo lo que quieras, todo el tiempo que desees. No mires mis sentimientos ni mi dolor».

 

«Soy tuya. Imprime en mi alma y vida los sufrimientos de tu corazón. No mires mis sentimientos, no mires ni siquiera mi dolor».

«Si mi separación de ti permite que otros se acerquen a ti y tú encuentras alegría y deleite en su amor y compañía, quiero de todo corazón sufrir lo que sufro, no sólo ahora, sino por la eternidad, si fuera posible».

En una carta a sus hermanas, hace más explícito el carisma de la Orden: «Mis queridas hijas, sin sufrimiento, nuestro trabajo sería sólo trabajo social, muy bueno y útil, pero no sería la obra de Jesucristo, no participaría de la redención. Jesús deseaba ayudarnos compartiendo nuestra vida, nuestra soledad, nuestra agonía y muerte. Todo esto él lo asumió en sí mismo, y le llevó a la noche más oscura. Sólo siendo uno de nosotros nos podía redimir».

«A nosotros se nos permite hacer lo mismo: toda la desolación de los pobres, no sólo su pobreza material, sino también su profunda miseria espiritual deben ser redimidas y debemos compartirlas; rezad entonces así cuando esto os resulte difícil: "Quiero vivir en este mundo que está lejos de Dios, que se ha alejado tanto de la luz de Jesús, para ayudarle, para cargan con una parte de su sufrimiento"».

Y esto resume lo que considero el fundamento de su misión: «Si un día llego a ser santa, seguramente seré una santa de la "oscuridad". Seguiré estando ausente del Cielo para dar luz a quienes están en la oscuridad en la tierra...».

Así es como comprendió su oscuridad. Muchas de las cosas que dijo tienen más sentido y resultan más profundas ahora que sabemos esto.

 

--Entonces, ¿qué les dice usted a quienes califican su experiencia como una crisis de fe y que ella realmente no creía en Dios, o a quienes sugieren que su oscuridad era un signo de inestabilidad psicológica?

 

--Padre Kolodiejchuk: Ella no tuvo crisis de fe, o falta de fe, sino que tuvo una prueba de fe en la que experimentó el sentimiento de que ella no creía en Dios.

Esta prueba requirió mucha madurez humana porque, si no, no habría sido capaz de soportarla. Se habría desequilibrado.

 

Como dijo el padre Garrigou Lagrange, es posible experimentar simultáneamente sentimientos contradictorios entre sí.

 

Es posible tener una «alegría cristiana objetiva», como la llamó Carol Zaleski, y al mismo tiempo entrar en la prueba o sentimiento de no tener fe.

 

No hay dos personas aquí sino una persona con sentimientos a diferentes niveles.

 

Podemos realmente estar viviendo la cruz de algún modo --es dolorosa y nos hace daño--, y aunque la espiritualicemos esto no quita el dolor. Ahora bien, al mismo tiempo, podemos estar alegres porque estamos viviendo con Jesús. Y esto no es falso.

 

Aquí está el cómo y el por qué la madre Teresa vivió una vida tan llena de alegría.

 

--Como postulador de su causa de canonización, ¿cuándo cree que podremos llamarla santa?

 

--Padre Kolodiejchuk: Necesitamos otro milagro --hemos examinado algunos, pero ninguno es suficientemente claro--. Hubo uno para la beatificación pero estamos esperando el segundo.

 

Quizá Dios ha esperado que se publicara antes el libro, pues muchos tenían a la madre Teresa por santa pero era tan sencilla y se expresaba de una manera tan sencilla que no comprendían la profundidad de su santidad.

 

El otro día escuché hablar sobre ello a dos sacerdotes. Uno decía que él nunca había sido muy aficionado a la madre Teresa porque pensaba que era piadosa, devota, y que hizo obras admirables, pero que cuando oyó hablar de su vida interior, esto le cambió lo que pensaba de ella.

 

Ahora tenemos algo más que una mera idea de su evolución espiritual y una parte de su profundidad ha sido revelada.

 

Una vez que llegue el milagro, tardaremos al menos dos años, aunque el Papa podría acelerar el proceso si lo desea.

 

--¿Qué ha pasado con la Orden desde la muerte de la madre Teresa?

 

--Padre Kolodiejchuk: La Orden ha crecido casi en mil hermanas, de unas 3.850 a 4.800 hoy, y hemos añadido unas 150 casas en más de catorce países. La obra de Dios sigue.

 

JUAN PABLO II: LA MADRE TERESA ENSEÑA QUE LA EVANGELIZACIÓN PASA CON LA CARIDAD
Homilía de la eucaristía de beatificación de la religiosa albanesa
CIUDAD DEL VATICANO, 19 octubre 2003 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación la homilía de Juan Pablo II de la eucaristía celebrada en la mañana de este domingo en la Plaza de San Pedro, durante la cual fue beatificada la Madre Teresa de Calcuta.
 
Ante las más de 300.000 personas que llenaron la plaza y sus alrededores, el texto fue leído por el arzobispo argentino Leonardo Sandri, sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaria de Estado del Vaticano, y por el arzobispo de Bombay, cardenal Ivan Dias.
  
1. «El que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos» (Mc 10, 44). Estas palabras de Jesús a los discípulos, que acaban de resonar en esta Plaza, indican cuál es el camino que conduce a la «grandeza» evangélica. Es el camino que Cristo mismo recorrió hasta la Cruz; un itinerario de amor y de servicio que va contra toda lógica humana. ¡Ser el siervo de todos!
 
Por esta lógica se dejó guiar la Madre Teresa de Calcuta, Fundadora de los Misioneros y de las Misioneras de la Caridad, que hoy tengo la alegría de inscribir en el Catálogo de los Beatos. Estoy personalmente agradecido a esta valerosa mujer, a quien siempre he sentido cerca de mí. Imagen del Buen Samaritano, ella se acercaba a cualquier lugar para servir a Cristo en los más pobres entre los pobres. Ni los conflictos ni las guerras lograban detenerla.
 
De vez en cuando venía a hablarme de sus experiencias en el servicio de los valores evangélicos. Recuerdo, por ejemplo, cuando dijo al recibir el premio Nobel de la paz: «Si oís que alguna mujer no quiere tener a su hijo y desea abortar, intentad convencerla para que me traiga a ese niño. Yo lo amaré, viendo en él el signo del amor de Dios» (Oslo, 10 de diciembre de 1979).
 
2. ¿No es significativo que su beatificación tenga lugar precisamente en el día en que la Iglesia celebra la Jornada Misionera Mundial? Con el testimonio de su vida, la Madre Teresa recuerda a todos que la misión evangelizadora de la Iglesia pasa a través de la caridad, alimentada en la oración y en la escucha de la palabra de Dios. Emblemática de este estilo misionero es la imagen que refleja a la nueva Beata mientras sostiene, con una mano, la de un niño y, con la otra, recorre la corona del Rosario.
 
Contemplación y acción, evangelización y promoción humana: la Madre Teresa proclama el Evangelio con su vida entregada por entero a los pobres, pero, al mismo tiempo, envuelta en la oración.
 
3. «Quien quiera ser grande entre vosotros debe ser vuestro servidor» (Mc 10, 43). Con particular emoción recordamos hoy a la Madre Teresa, una gran servidora de los pobres, de la Iglesia y del mundo entero. Su vida es un testimonio de la dignidad y del privilegio del servicio humilde. Eligió ser no sólo la última, sino la sierva de los últimos. Como una verdadera madre de los pobres, se inclinó a los que sufrían diferentes formas de pobreza. Su grandeza reside en su capacidad de dar sin importar el coste, dar «hasta que duela». Su vida fue una vida radical y una valiente proclamación del Evangelio.
 
El grito de Jesús en la cruz, «Tengo sed» (Jn 19, 28), expresando la profundidad del deseo de Dios por el hombre, penetró el alma de la Madre Teresa y halló tierra fértil en su corazón. Saciar la sed de amor y de almas de Jesús, en unión con María, la Madre de Jesús: esto se convirtió en el objetivo de la existencia de la Madre Teresa y en la fuerza que la sacó de sí misma y la llevó a recorrer el mundo para trabajar por la salvación y la santificación de los más pobres entre los pobres.
 
4. «Cuanto hicisteis a uno de esos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25, 49). Este pasaje del Evangelio, crucial para comprender el servicio de la Madre Teresa a los pobres, era la base de su convicción llena de fe de que al tocar los cuerpos rotos de los pobres ella estaba tocando el cuerpo de Cristo. Era al propio Jesús, oculto bajo la dolorosa apariencia de los más pobres entre los pobres, a quien se dirigía su servicio. La Madre Teresa pone de relieve el significado más profundo del servicio: un acto de amor hecho al que tiene hambre, sed, al extranjero, al que está desnudo, al enfermo, al prisionero (Cf. Mt 25, 34-36) se hace al propio Jesús.
 
Reconociéndole a Él, ella se consagró con toda devoción, expresando la delicadeza de su amor esponsal. De esta forma, en total donación de sí misma a Dios y al prójimo, la Madre Teresa halló su gran realización y vivió las más nobles cualidades de su feminidad. Quiso ser un signo «del amor de Dios, de la presencia de Dios, de la compasión de Dios» y así recordó a todos el valor y la dignidad de cada hijo de Dios, «creado para amar y ser amado». Así hizo la Madre Teresa, «llevando las almas a Dios y Dios a las almas» y saciando la sed de Cristo, especialmente en aquellos más necesitados, aquellos cuya visión de Dios había quedado oscurecida por el sufrimiento y el dolor.
 
5. «El Hijo del hombre ha venido para dar su propia vida en rescate de muchos» (Mc 10, 45). La Madre Teresa participó en la pasión del Crucificado, de forma especial durante largos años de «oscuridad interior». Fue aquella una prueba a veces muy dolorosa, acogida como un singular «don y privilegio».
 En las horas más oscuras se aferraba con mayor tenacidad a la oración ante el Santísimo Sacramento. Este duro trabajo espiritual la llevó a identificarse cada vez más con quienes servía a diario, experimentando la tristeza y hasta el rechazo. Amaba repetir que la mayor pobreza es no ser deseado, no tener a nadie que se ocupe de uno.
 6. «¡Danos, Señor, tu gracia, y en Ti esperamos!». Cuántas veces, como el Salmista, también la Madre Teresa en los momentos de desolación interior repitió a su Señor: «¡En Ti, en Ti espero, Dios mío!».
 Nuestra admiración a esta pequeña mujer enamorada de Dios, humilde mensajera del Evangelio e infatigable bienhechora de la humanidad. Honremos en ella a una de las personalidades más relevantes de nuestra época. Acojamos su mensaje y sigamos su ejemplo.
 Virgen María, Reina de todos los Santos, ayúdanos a ser a ser mansos y humildes de corazón como esta intrépida mensajera del Amor. Ayúdanos a servir con la alegría y la sonrisa a toda persona que encontremos. Ayúdanos a ser misioneros de Cristo, nuestra paz y nuestra esperanza. ¡Amén!
http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20031019_madre-teresa_sp.html

 


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