Cheque en blanco…

Siempre he pensado que las personas deberíamos ser un talón en blanco, que tuviéramos todo por hacer y por compartir! En alguna ocasión me han preguntado qué busco yo en una persona nueva que se cruza en mi vida! Seguramente no busco más que el que sea una persona con pasión por lo que piense, sienta y viva! Y para tener pasión ha debido antes perder el miedo a pensar, a sentir y a hacer! Y eso no siempre es fácil! Aunque también bastaría que fuera capaz de, conociendo sus debilidades y errores pasados, tenga el firme propósito de empezar de nuevo intentando crecer cada nuevo día como persona!

La vida, sin duda, deja huella en cada uno de nosotros! Nuestra histora se convierte en un sello al fuego que condiciona todos nuestros pensamientos, sentimientos y actos, lamentablemente. Cuando creemos que hemos sufrido demasiado, que hemos vivido todo lo que debíamos vivir o cuando afirmamos con nostalgia que lo pasado fue mejor, estamos renunciando al presente y al futuro y, de esta manera, a vivir de verdad! Y eso nos envejece, viendo pasar los años uno a uno, pero resignados a que nada nuevo nos pase y renunciando a lo que aún queda por llegar!

¿A dónde me ha llevado la vida? ¿Qué me queda por vivir? ¿Qué me deparará la vida, de nuevo? Esas son las preguntas que deberíamos hacernos cada uno de nosotros ante cada nuevo día que empieza! Posiblemente contestarlas nos cueste, pues simplemente somos incapaces de preveer que nos traerá la vida. En contra de ese concepto de madurez falso que nos sugiere que, cada día más, controlamos y gestionamos mejor la vida, existe la posibilidad de adquirir y aceptar que la verdadera madurez significa, a todas luces, esa humildad ante lo desconocido, esa capacidad de acogerlo con ilusión tal como llega y ese ser capaces de encontrar siempre su sentido a cada nueva cosa en nuestra vida para crecer más! Solo sé que no sé nada, como dicen los sabios. Y eso, precisamente, es lo que te permite mirar con ilusión la vida, estar bien atento a lo que realmente sucede a nuestro alrededor y a saber que la vida nos trae -en cada momento- lo que necesitamos vivir, ya sea sufrimiento o felicidad!

Así, ser maduro de verdad significa perder el miedo ante lo desconocido, esperar con ilusión lo que venga, intentar siempre aprender de los errores y, sobre todo, no tener una espectativa creada sobre lo que vamos a vivir en adelante! Eso es tener la sabiduría de un espíritu jóven que, en vez de juzgar, en vez de observar atónito y/o con miedo los cambios y lo imprevisible, vibra ante ellos! ¿Qué me pide la vida ahora? Que viva de verdad, con libertad, con paz y sin miedo… pues detrás está la felicidad!

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