Revista Opinión

Chile y sus mineros. Una mirada diferente. Estructuras sociales y representación política.

Publicado el 14 octubre 2010 por Romanas
Por supuesto que comparto la alegría universal por el rescate de los mineros, pero esto no me hace olvidar los orígenes del suceso.Los mineros estaban allí, donde no debían estar, porque a ello los   habían obligado las estructuras sociales en las cuales se hallan inmersos y a las que no es extraño, ni mucho menos, el gran beneficiado del rescate, después de ellos, claro, el presidente Piñera, que tan bien ha sabido manejar el asunto, utilizando en tan breve espacio de tiempo tan sofisticados medios para que la hazaña haya sido posible, pero ¿por qué estaban allí los mineros, cómo estaban de aquella manera que propició un derrumbamiento de las estructuras físicas que los habían llevado hasta allí, para qué estaban allí, que intereses económicos realmente defendían, cómo es posible que, en pleno siglo XXI, se consienta que un puñado de valientes arriesguen de tal manera sus vidas SÓLO para que alguien se enriquezca con el fruto de un trabajo tan peligroso, qué sociedad es aquélla que lo permite, qué estructura política no sólo no va a sufrir la suprema vergüenza de que una situación así pueda producirse sino que incluso va a atribuirse el inmenso mérito de haber salvado a los que estaban allí defendiendo únicamente sus intereses económicos de grupo?Y, como siempre, me sitúo en la postura del otro: pero, oiga, u. se ha vuelto loco, ¿cómo puede imputarle al presidente Piñera la más mínima responsabilidad por lo que ha ocurrido en la mina, qué tiene él que ver directamente con lo sucedido?A él, directamente, claro que no, pero si, e íntegramente, al grupo sociopolítico que él representa, a las estructuras sociopolíticas que allí, en aquel país se han ido estructurando, a lo largo del tiempo y que se iniciaron con el monstruoso reinado de uno de los peores tiranos que se han conocido en el mundo, Pinochet.Anoche, en una tertulia radiofónica que presume de progresista, uno de sus clásicos, el que representaba a la derecha, nos decía cómo en aquel país, en el que gobernaba el siniestro general, remedo muy consciente del nuestro, que había arrebatado el poder al lícito representante del pueblo con ataque, mediante tanques y aviones al palacio presidencial y previo asesinato de uno de los más venerables hombres de la historia de la izquierda, se había ido produciendo la inevitable deriva de las estructuras políticas gobernantes hacia la derecha “civilizada” que hoy gobierna,  no por nada sino porque el liberalismo capitalista de mercados es la única solución para que la prosperidad y la riqueza imperen en cual quier país, y de eso no tiene nadie la culpa sino simplemente la naturaleza de las cosas que Dios ha querido que sea así.El problema, que parece casi único, al que se enfrentan estos cínicos defensores de la derecha, tan en auge, ahora, que pintan bastos, precisamente por la conducta de sus más eximios representantes que, allí, en las alturas, en las que se dirige los destinos del mundo, han permitido alevosamente o se han equivocado de tal manera que el gobierno económico del inmenso rebaño se les ha ido de las manos, ES que, ahora,  nadie sabe a ciencia cierta si lo que se está haciendo para remediarlo es la verdadera solución o sólo es un mero intento que, pasado cierto tiempo, permitirá que vuelva a reproducirse el suceso, con una gravedad mayor todavía.Y estos supremos cínicos, desvergonzadamente descarados, te miran a la cara y te dicen sin el menor atisbo de sonrojo que es gracias a ellos, a la derecha más conservadora posible, que el mundo ha llegado a la cima en la que está y toda la riqueza y el bienestar que goza la humanidad se ha producido.Y a mí, por lo menos, me chirrían los dientes de la rabia que me produce verles y oírles sin que en sus rostros se produzca el menor  pudor,  la más mínima vergüenza, afirmando que ellos siguen teniendo todo el derecho del mundo a seguir manejando el timón de la nave porque si los actuales desastres económicos se han producido no se ha debido a su suprema incapacidad para prevenirlos y evitarlos sino a ese funcionamiento intrínseco a la evolución económica, en el que se incluyen ciclos de prosperidad seguidos de otros de declive tal como sabemos desde que se produjeron las famosas plagas de Egipto.De cualquier modo, me alegro infinitamente de que estos nuevos esclavos modernos, a los que llamamos mineros, hayan podido escapar de esa trampa mortal a la que su sociedad ultraliberal capitalista neocon los había condenado.

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