Revista Opinión

China: Internet teñido de rojo

Publicado el 04 enero 2015 por Gsnotaftershave @GSnotaftershave
China: Internet teñido de rojo

WeChat, el whatsapp chino / Albert Hsieh

Cuando una aterriza en China (en la China continental, no en Hong Kong) se da cuenta que navegar por los canales habituales en Internet se convierte en una pesadilla. No se puede acceder a Facebook, Twitter, YouTube o Instagram ni tampoco usar Google. Además, desde junio casi todos los servicios de Google, como Gmail o Google Maps empezaron a dar fallos y según denuncian grupos opositores el servicio de correo de Google fue finalmente bloqueado hace unos días.

Eso sí, aunque no tengan acceso a estos servicios y redes tienen el equivalente chino para todo. En lugar de Twitter, por ejemplo, usan Weibo. Y en vez de Google, Baidu. Aunque el Whatsapp funciona, los chinos usan WeChat, una aplicación parecida creada por Tencent, una de las tres grandes empresas chinas que se disputan el gran mercado internauta del país (más de 400 millones). Las otras dos son Baidu y Alibaba.

El gran cortafuegos

China: Internet teñido de rojo

La puerta militarizada de Tiananmen / Susanna Arus

La cibercensura es una parte esencial del sistema de propaganda del Partido Comunista Chino. Desde que Pekín fue elegida sede de los Juegos Olímpicos, y en especial, durante su transcurso en 2008, el país ha ejercido un control más fuerte sobre lo que circula por Internet en su territorio. También en 2009, coincidiendo con el XX aniversario de la masacre de Tiananmen, o “el incidente del 4 de Junio”, la presión y el control aumentaron y es desde entonces que algunos canales, como YouTube, dejaron de funcionar.

Aunque es posible acceder a la mayoría de periódicos internacionales, como por ejemplo, The Guardian o El País, donde se puede leer sobre China o por ejemplo sobre la revolución de los paraguas en Hong Kong, no pasa lo mismo cuando se trata de medios o información en chino, la lengua del pueblo.

Así es como China se ha ganado el nombre de “The Great Firewall”, algo así como “El gran cortafuegos”, que juega con el simbolismo de la gran muralla china. Temas como la independencia de Taiwán, la violación de los derechos humanos en regiones como el Tíbet o Xinjiang o la revolución de Tiananmen son inexistentes para la sociedad china.

Burlar la censura

Si China sorprende por algo es por la coexistencia de dos mundos en un mismo territorio y la aceptación de ello por su población. La mayoría de occidentales asentados en el país deciden burlar el sistema de censura para seguir conectados a sus redes habituales. También lo hacen muchos jóvenes locales. Como todo en China, sólo tienes que saber a quién preguntar o cómo hacerlo. Una manera es mediante los proxys pero la manera más eficiente es mediante el pago de un paquete de VPN (Virtual Private Network). Anna R. se mudó a Pequín hace casi un año y decidió hacerse con un paquete de seis meses que le servía para su portátil y para su Smartphone, a través de Astrill.

Un país, dos sistemas

Según el índice de libertad de expresión publicado por Reporteros sin Fronteras, China ocupaba en 2014 el puesto 175 en una lista de 180 países. Por detrás del país presidido por Xi Jinping sólo se encuentran Somalia, Siria, Turkmenistán, Corea del Norte y Eritrea. Todos los medios son propiedad o están afiliados al Partido Comunista o a una agencia gubernamental.

Muchos vaticinaron que la modernización y la liberalización de la economía, que hoy es primera potencia mundial por delante de Estados Unidos, conllevaría también a la larga una democratización o, por lo menos, cierta apertura del régimen. Aunque está claro que China no es Corea del Norte, la situación actual, la máxima de ‘Un país, dos sistemas’ demuestra que comunismo y capitalismo conviven pacíficamente y no hay muchas señales de que ello vaya a cambiar en los próximos años.

Chen Biqi, una joven china que trabaja en Shanghai, me dijo un día mientras hablábamos sobre el sistema político que a ella le gustaba el sistema de partido único, que una China democrática, con una población de más de 1.300 millones, sería un caos. Alguien le preguntó que porque no se manifestaba para protestar contra la corrupción del partido, algo que ella reconocía. Su respuesta fue rápida: en primer lugar, porque no está permitido, dijo entre risas. Eso, la aceptación de un sistema.


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