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Chris Horner, una Vuelta a los 41

Publicado el 15 septiembre 2013 por Toni_delgado @ToniDelgadoG
El estadounidense, visto casi siempre como secundario en sus equipos, se convierte en el más ganador más veterano de la historia de una gran ronda  

Chris Horner, una Vuelta a los 41

Horner, en el podio de la Vuelta - Eurosport. 


A un niño de 12 años le debe el ciclismo uno de sus relatos más admirables. Al orgullo de un hijo por su padre le debe el deporte la satisfacción de Chris Horner (Okinawa, Japón, 1971), campeón de la Vuelta con 41 años y 326 días. Es el rey más veterano en la historia de las tres grandes rondas -Lambot ganó el Tour de 1922 con 36, Magni el Giro de 1955 con 34 y hasta ahora el récord en la prueba española correspondía a Rominger y Vinokúrov, con 33-. A punto de soplar las 42 velas y con solo 14 días de competición antes de la Vuelta, Horner dejó su firma en su primera experiencia en L'Angliru, el templo del sufrimiento con rampas máximas del 23'5%, saliendo victorioso de su  maravilloso duelo con Nibali, al que no replicó en los primeros metros de Les Cabanes, pero alcanzó después para continuar un intercambio de cambios de ritmo con el Tiburón, vencido ante el despegue definitivo de Horner a poco más de un kilómetro del final que le sirvió al estadounidense a ser segundo de la etapa, solo superado por el único superviviente de la fuga de la jornada, el francés Elissonde, que llegó llorando. Horner, ganador también del maillot de la combinada, cruzó la meta vacío. Le tuvieron que quitar el casco y le dieron una toalla en la que secar su cansancio. "Siempre he estado minusvalorado y no se me dio mucha responsabilidad o liderazgo. A pesar de eso tengo un currículo impresionante desde que pasé a profesional en 1996", había reivindicado horas antes de su exhibición en L'Angliru. Su paseo triunfal por Madrid este domingo era ya una realidad.   Su hijo quien le convenció de que siguiera pedaleando tras su enésima lesión. La última, en la rodilla, que le ha hecho pasar cinco meses complicados y sin competir: "Me preguntó qué quería hacer, si retirarme o seguir. Yo le dije que me lo estaba pensando y él me señaló que no quería por nada el mundo que me retirase, que él quería ir al colegio y poder seguir diciendo que su padre era un ciclista y un profesional". Las palabras de su hijo han sido su gran motivación de Horner en esta Vuelta tan apretada en tiempos, que no en sensaciones, como la del año pasado. El ciclista del RadioShack Leopard se puso líder muy pronto, casi nada más empezar, en la tercera etapa en Vilagarcía de Arpusa, imponiéndose, por este orden, a Alejandro Valderde -quizás el gran superviviente o cuanto menos el que mejor se ha recuperado en al prueba; en l'Angliru no tuvo fuerzas para replicar el gran cambio de ritmo de Nibali en la primera rama de Les Cabanes, del 17%, ni después para seguir a Horner y al Purito Rodríguez- y Purito, quien más tiempo recortó hasta L'Angliru y que incluso ganó en el Naranco, aunque vio cómo Valverde hizo de tripas corazón para acelar en un punto con 23% de desnivel. Como en la Vuelta de 2012, el catalán iba a quedar en la clasificación justo por detrás del murciano, esta vez un escalón por debajo, tercero, pero con el maillot verde de la regularidad. 

¿Un líder esporádico?
Cuando se puso líder en Galicia, a Horner le llovieron las propuestas de entrevista y le rodearon periodistas que le pedían que imitara a ese humorista tan popular y peculiar en los años 90: Chiquito de la Calzada. Porque así le conocían en el Sauvier Dubal, al que llegó en 2005 y con el que se estrenó en el Tour. El apodo surgió porque en la Tirreno-Ardiático de ese año sufrió una pequeña fractura en la cabeza del fémur y cuando volvió a subirse a la bicicleta caminaba un poco y, como apenas chapurreaba castellano, repetía: "No puedo, no puedo". Parecía un líder esporádico y por un despiste perdió el maillot rojo en Fisterra 24 horas después. Y en la 10ª etapa se llevó el triunfo en el Alto de Hazallanes y recuperó el liderato, que, otra vez, perdería al día siguiente en la crono y, como entonces, se lo quitó Nibali, que aguantó como primero hasta el Naranco. Ahí Horner se puso primero y ya no bajó de esa posición de privilegio. Hijo de mecánico de la Armada AmericanaSi Horner llegó a España fue, en parte, para satisfacer al fabricante de las bicicletas del equipo (Scott) y al segundo patrocinador (Prodir). Pero también por la insistencia de Imanol Ayestarán y Mauro Gianetti, que le conocían de primera mano a un tipo que nació en Japón, en al base de Okinawa, donde su padre era mecánico de la Armada Americana. Desde bien joven su sueño era ciclista y se puso a trabajar en una tienda de bicicletas y también trabajó en la construcción hasta que se quedó en paro. En una prueba en Sudáfrica fue descubierto por un responsable de La Française des Jeux y que aceptó el contrato y se plantó en París con una maleta como único equipaje. La aventura no salió del bien y Horner volvió a competir a Estados Unidos, hasta la llamada del Saunier Duval, a los 33. El palmarésEl estadounidense pasó después por Lotto, Astana, hasta brillar en el RadioShack. Desde entonces cuando ganó una etapa y la Vuelta al País Vasco a Valverde en 2010 y fue segundo en 2011, cuando se llevó el Tour de California con etapa incluida y éste, el más importante, una etapa del Tour de Utah y dos más en la Vuelta, en la que se ha coronado como campeón más veterano. Antes había sido dos veces medalla de bronce en el campeonato en ruta de Estados Unidos (1996 y 2005) y había logrado victorias modestas como el Tour de langkawi (2003), el Tour de Georgia (2003) y el Tour de Romandía (2006), así como el Gran Premio de San Francisco (2003), la Lancaster Classic (1996) y una etapa en el Tour DuPont (1996) y otra en la Vuelta a Suiza (2005). Hay quien duda de Horner, quien le etiqueta como sospechoso y no se cree que su vitalidad a punto de cumplir los 42 años. Pero él, con una sonrisa, recuerda que también estaba muy en forma en el Tour de 2011, cuando llevaba el maillot amarillo, y se cayó. O el año anterior, cuando tenía que "proteger" a su compañero Lance Armstrong: "He tenido esta forma física en muchas ocasiones, pero quizá las circunstancias o suerte no me acompañaron para ganar una grande. Los motivos eran diversos, quizás mi edad, que era callado…" Ahora su discurso se ha hecho eterno. 


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