Revista Cultura y Ocio

Chulilla, entre el descanso termal y las actividades en la naturaleza

Por @asturiasvalenci Marian Ramos @asturiasvalenci
Chulilla es un viejo pueblo blanco de la serranía valenciana que se derrama sobre un cerro. Coronado por las ruinas de un castillo lo encontramos a la vera del río Turia. 
Chulilla, entre el descanso termal y las actividades en la naturaleza
…Y como otras tantas veces abandonamos las carreteras principales (CV-35) para circular por las secundarias. Carretera que nos va a ir llevando entre campos de almendros, olivos y acequias hacia Chulilla. De vez en cuando, la imagen de algún tractor que acude a sus campos nos saca de ese conducir tranquilo por el centro de la vía.

Después de dejar atrás un área recreativa con una buena pinada ya alcanzamos las primeras viviendas del pueblo. Casas residenciales que se construyeron al lado de una pequeña ermita. Y  tras superar una curva muy cerrada Chulilla aparece ante nuestra mirada asombrada. Porque se encuentra elevada, pueblo serrano, a diferencia de otros que nos hemos ido encontrando en la carretera al nivel de la llanura.

Para muchos viajeros es sinónimo de salud, bienestar, deporte al aire libre, cultura y gastronomía.

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El río Turia siempre ha estado muy presente en la historia de este pueblo montano ya que forma un cerrado meandro que va bordeando su silueta a la vez que ha ido labrando un profundo tajo en la roca vertical.

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Y en lo más alto, superando esos tejados que se van sucediendo en complejo orden, aparecen las murallas de una fortificación que seguramente nos va a sugerir un pasado muy intenso lleno de intrigas y luchas. Estas tierras, por su posición geográfica entre castellanos y valencianos, así lo fueron.Fachadas asentadas hacia el levante que van obedeciendo a unas curvas imaginarias como si se tratara de una espiral. Porque cuando nos encontremos paseando por el pueblo podremos comprobar que la gran parte de sus calles nos conducen hacia el castillo.

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Cuentan que desde hace muy poco solo el Balneario de Fuencaliente estaba en mente de aquellos que buscaban un lugar para descansar. Y que, aunque nos parezca extraño, pocos de sus huéspedes acudían a pasear al pueblo pese a encontrarse a poca distancia de sus instalaciones. Y, como podrás ver, es un paseo muy agradable entre el cañón y el río. Pero las cosas fueron cambiando y Chulilla comenzó a presentarse como un destino muy interesante, sobre todo, para los amantes del turismo rural y la práctica de actividades en la naturaleza.

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Parece que poco ha cambiado desde que en 1340 Jaime I otorgara la Carta Puebla en favor de unos pocos cristianos. Calles enrevesadas que terminan en un muro o en pequeñas plazuelas. Sus gentes, con un transitar sosegado, nos infunden tranquilidad a los que procedemos de la ciudad.

Pueblo pintoresco y muy estrecho por el que mejor no entrar con el vehículo si solo vamos a pasear por él o realizar alguna ruta de senderismo que parte desde la plaza de la Baronía. Sus explanadas al lado de la carretera antes de entrar, tanto si llegamos de una dirección u otra, nos permiten aparcar el coche.
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Andamos por sus calles blancas decoradas de geranios rojos y poco a poco vamos ganando altura hasta el castillo. Calles estrechas en las que muchas no hay aceras. Callejuelas en pendiente que se enlazan con otras a través de alguna escalerilla. Si nos dejamos llevar por aquellas que están orientadas hacia el cañón cualquier rincón se convertirá en un bonito mirador hacia el río y su valle. Algunas se encuentran alrededor de su iglesia y otras nos acercan en fuerte pendiente hacia el castillo.

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Unas ruinas que se han convertido en hogar de pájaros, enredaderas y plantas aromáticas pero que deben guardar secretos de intrincadas historias. De aquella Iulella solo se conserva el aljibe. Al encontrarse en un nudo de caminos principales de comunicación esta fortaleza, junto al castillo de Alpuente, fue punto estratégico de conquistas. Sus murallas, esas que se orientaban hacia la ladera meridional fueron las que defendieron a la población. Su flanco poniente era un escalofriante barranco vertical que descendía hacia el río. Un gran foso natural.Poco queda de aquella Xuella musulmana. Un pacto de Jaime I con el rey Valencia Abu Zayd la mantuvo por un tiempo bajo el dominio árabe. Bajo esta fortaleza se desarrolló la baronía cristiana. Cuenta una leyenda que durante la época de Abu Zayd una princesa mora se lanzó al vacío desde la ventana de su alcoba cuando su padre le prohibió casarse con su amado, un noble cristiano. Desesperado el caballero se lanzó tras ella.
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No faltó quien quiso utilizar los calabozos del castillo como prisión de párrocos acusados de herejes.Fue con la expulsión de los moriscos cuando la población fue disminuyendo sensiblemente hasta que personas venidas de Aragón y Navarra fueron repoblando Chulilla. Leyendas al margen, el castillo fue protagonista de escenas históricas durante las guerras carlistas. Sus murallas defendieron a las tropas pretendientes hasta que al tercer ataque isabelino cayeron convirtiéndose en ruinas.Y como suele suceder estas piedras fueron base para que los habitantes del pueblo se construyeran sus viviendas. El castillo se convirtió en una simple cantera hasta que fue declarado Monumento Histórico Artístico. Y si fue importante el castillo durante siglos, el balneario de Fuencaliente lo ha sido durante décadas. A unos cinco kilómetros de Chulilla y en la carretera que nos acerca hacia Sot de Chera lo encontraremos casi encajonado entre otro de los cañones del río Turia a su vera, refrescado por los álamos y jardines que ofrece a sus huéspedes para poder sentarse y escuchar el murmullo del río.

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Una arcada de flores y enredaderas  en un largo pasillo nos separa de un edificio típico serrano del siglo XVIII con un sorprendente interior. Porque al balneario se puede acudir para descansar o para recibir algún tratamiento médico. Sus aguas termales están indicadas para tratar afecciones dermatológicas y enfermedades relacionadas con el riñón. Debe ser toda una experiencia bañarse en su piscina al aire libre donde aflora el agua a 23 grados al lado del Turia.

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Pero Chulilla es mucho más que todo esto. Pura explosión de naturaleza desbordante según las preferencias. Podemos realizar sencillos paseos campestres al lado de los cultivos y sus huertas o decidirnos a andar cualquiera de los pequeños recorridos que parten de sus alrededores.Uno de los más conocidos es el Charco Azul. Un agradable paseo que parte desde la plaza de la Baronía y que nos lleva a través de un camino entre granados y olivos hacia una pequeña presa que se construyó para amansar las aguas del Turia.

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Sendero hacia el Charco Azul

Por el corretear del río Turia esa meseta se ha ido erosionando creando pequeños saltos de agua, cascadas y cañones de vértigo. Y desde ellos, los valientes madereros que traían los troncos desde los bosques de Cuenca, debían descolgarse por las paredes verticales para salvar el tramo más complicado del río. Por eso se construyó una pequeña ermita para poder orar antes de seguir el trayecto hacia Gestalgar.
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Escalofriante resulta ver a los escaladores ascendiendo por las paredes verticales. En  Chulilla existen 36 sectores diferentes preparados con más de 400 vías de escalada con nombres tan sugerentes como La Nevera, el Diente de la Abuela, la Cueva de la Muerte…
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Varios son los pequeños recorridos que podemos realizar para conocer un poco mejor estas tierras. ¿Dispuestos? 
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