Revista Cultura y Ocio
Está claro que muchos son los componentes que un autor debe cuidar para que su novela quede redonda (personajes, trama, narración, temas...) y que dentro de esos aspectos debe cuidar otros muchos (profundidad de los personajes, la relación entre ellos, la fluidez de la trama, los giros en la historia, las descripciones o los diálogos...), pero evidentemente una parte muy importante de la historia pertenece al final. Está claro que si una novela es una birria, ésta no va a mejorar solo porque el final sea fabuloso, y que si una novela es maravillosa, el hecho de que el final sea espantoso tampoco va a conseguir que reniegues de ella. Pero en el primer caso pensarás que no has desperdiciado del todo tu tiempo, y en el segundo terminarás con un mal sabor de boca por ese final. Y es que los últimos capítulos, las últimas páginas o las últimas líneas son elementos muy importantes dentro del conjunto de la novela; es lo último que vas a leer sobre ella. Es, por decirlo de alguna forma, una despedida. Pensando un poco sobre esto, seguro que se os vienen a la cabeza algunos finales de bandera de muchas de vuestras novelas favoritas. Os propongo un ejercicio: pensad en las cinco primeras que se os vengan a la mente. ¿Cuáles son? Dejando de lado todas las novelas de Agatha Christie (que en mi caso ocuparían la lista entera) y las sagas (de otro modo los libros individuales juegan con desventaja, ya que solo pueden desarrollar su mundo en un tomo), esta es mi lista de finales-que-se-me-vinieron-a-la-mente-cuando-pensaba-en-finales-de-bandera. Por supuesto, hablando de finales habrán spoilers. Para aquellos que no hayáis leído aún la novela en cuestión, solo podéis leer las letras rojas, las escritas en negro normal contienen spoilers (y spoilers destripa-libros), así que ¡cuidado!
-Colmillos, de Salvador Macip y Sebastià Roig. La historia que cuenta Colmillos trata de un chico mimado y rico que de repente se da cuenta de que va a pasar todo un verano en una especie de centro de rehabilitación de menores, para chicos con problemas de comportamiento con los que ni sus propios padres pueden. Por supuesto todo muy ilegal y abusivo. Spoilers a partir de aquí. Como todos sabéis (si estáis leyendo esto) al final, justo cuando pensamos que el chico protagonista, Vicent, ha logrado escapar y es el que nos está narrando lo que todos pudimos leer en el prólogo, resulta que él no es él sino otro chico diferente, Cesc, y que su huida no le llevará a ninguna parte. Para mí, este final no solo fue bueno porque le da un completo giro a la trama y al prólogo, sino porque da la sensación de que estamos como al principio: Cesc vuelve al sitio horrible del que salió a esperar a los nuevos que ocupen los sitios de Ariadna y Vicent.
-El cuento número trece, de Diane Setterfield. Esta novela, por lo que sé la única publicada en España de la autora, cuenta la historia de una biógrafa, Margaret, que vive encerrada entre libros, que no quiere saber nada del mundo real. Un día, una afamada escritora conocida como Vida Winter le pide que escriba su biografía, explicándole que por fin dejará de inventarse historias sobre su propia vida para contar lo que realmente sucedió. Al principio Margaret se lo piensa mucho, ya que esta vez no tendrá que encerrarse a leer sobre los autores fallecidos sobre los que suele escribir, sino que tendrá que tratar con una persona real. ¡Y vaya qué persona! Spoilers a partir de aquí. Sencillamente, este final es el primero que recordé en cuanto se me ocurrió pensar en finales de bandera. Está claro que esperaba que la autora nos sorprendiese, ya que para eso se había tomado la molestia de construir a un personaje tan bien caracterizado y ambiguo al mismo tiempo, un personaje que te va a contar todo lo que quieras saber, pero que te pide paciencia, dejándote con la intriga a cada dos minutos. Lo que desde luego no esperaba es que al final la gemela que se supone que Vida Winter es, no sea Vida Winter, y que ella no hubiese protagonizado la historia que estaba contando. Final de bandera, vaya.
-Dos velas para el diablo, de Laura Gallego. A pesar de que este libro cuenta la épica batalla de los ángeles contra los demonios que hemos conocido toda la vida, Laura Gallego le da la vuelta y nos presenta a demonios que en el fondo tienen corazón y a ángeles despiadados que no titubean en hacer lo que haga falta para proteger la Creación. Básicamente, esta novela cuenta la historia de Cat, una chica cuyo padre fallecido es un ángel, y que se ve envuelta en la lucha entre... ¿el bien y el mal? Spoilers a partir de aquí. Está claro que desde que Cat muere en mitad de la novela ya no sabía qué más esperarme. ¿Cómo es que la protagonista de una historia, que además narra en primera persona, se muere en mitad de una novela? Pero lo que de verdad consiguió conquistarme fue ese tira y afloja entre los protagonistas, que al final se queda en nada... pero que encuentra un leve rayo de esperanza en la descripción de los ojos de una niña.
-Donde los árboles cantan, de Laura Gallego. Esta es la segunda historia de la autora que meto en la lista, pero es que ya os comenté en la reseña de la novela que iba a ser uno de mis finales favoritos por mucho tiempo. La novela cuenta la historia de Viana, una chica de la Corte que no solo no se muestra desilusionada con no poder elegir nada de lo que vaya a ser de su vida, sino que además está contenta con ello. Va a casarse con un chico al que más o menos quiere, a heredar la fortuna de su padre y a comportarse como una dama por el resto de sus días. Lamentablemente el destino le tiene reservado algo diferente cuando un grupo de bárbaros invada y destroce todo lo que ella conocía. Spoilers a partir de aquí. Si tengo que ser sincera, el final de esta novela no destaca precisamente por la sorpresa. Estoy segura de que muchos de los que han leído el libro se han dado cuenta de qué era Uri y cómo iba a terminar antes de que sucediese. Aun así, lo cierto es que la idea de que ambos terminen convertidos en árboles unidos para siempre jamás tiene un toque romántico de cuento antiguo que te encandila, y te deja suspirando por volver a leer cuentos de los de toda la vida, de los que te hacen desear la búsqueda del manantial de la inmortalidad y la lucha contra malvados bárbaros.
-Antes de morirme, de Jenny Downham. Ya os he contado en un par de ocasiones que esta novela es, sencillamente, mi preferida de todas las que he leído. La historia cuenta la vida de una chica, Tessa, que tiene leucemia y sabe que va a morir, por lo que decide hacer una lista de cosas que hacer antes de morirse. A veces se le ocurren cosas muy locas, como decir que sí a todo por un día, pero quiere vivir el mayor número de experiencias posibles antes de que llegue el día de su muerte. Spoilers a partir de aquí. Este final se quedó grabado en mi memoria por la forma en la que la autora lo narra. Es cierto que el hecho de que Tessa vaya a morir no es ningún secreto, ya que desde el principio la misma protagonista nos lo cuenta, pero la narración del final es sencillamente sobrecogedora. Esas últimas líneas en las que lo único que podemos saber son las frases inconexas que Tessa oye en su cama, en su estado. Frases que oye a punto de morir, ideas que se le vienen a la cabeza y se mezclan con sus recuerdos hasta no saber dónde empieza uno y acaba el otro. Y la frase final, cuando Tessa muere.
Claramente, a medida que he ido escribiendo mi lista de los cinco primeros finales que se me ocurrieron, han ido apareciendo otros, que tal vez me gusten más que alguno de los que he puesto, pero se trata de recordar los cinco primero. Al fin y al cabo, si te acuerdas más de un final que de otro es porque éste ha permanecido más tiempo en tu memoria. Ahora mismo, estoy recordando los finales de Zíngara: buscando a James Morrison, Bajo la misma estrella y El niño con el pijama de rayas.
¿Y vosotr@s? ¿Qué finales se os vinieron a la mente? ¿Os gusta especialmente alguno de los que yo he puesto? ¿Cuál? ¿Por qué? ¡Nos leemos!
Poy