Revista Filosofía

Cinco modelos básicos de la teología contemporánea (BRO, cap. 2)

Por Zegmed

Cinco modelos básicos de la teología contemporánea (BRO, cap. 2)

Introducción: la necesidad de modelos

Tracy indica que el complejo contexto descrito en el capítulo 1 demanda el establecimiento de un modelo de análisis teológico que le permita aproximarse a la situación contemporánea así como hacer un juicio crítico de los modelos pre-existentes (22). Una segunda razón para buscar modelos teológicos, sostiene el autor, es tratar de darle continuidad al ejercicio de esclarecimiento de algunas posiciones teológicas básicas permitido por las formas más recientes del análisis lingüístico  (22). En este rubro destacan autores como Ramsey, Ferré y Black cuya distinción entre picture models y disclosure models es sumamente útil. La idea, que Tracy seguirá mutatis mutandis en lo sucesivo, es la de que los modelos teológicos no pretenden ser una suerte de fotografía de la realidad; sino, más bien, que procuran ser formas de revelarnos (re-presentarnos) las realidades que interpretan (22). De ahí que la interpretación literal de dichos modelos sea siempre un despropósito: no se pretende una descripción histórica exacta de la realidad; lo que estos  procuran es ayudarnos a comprender el punto de vista que una determinada posición histórica expresa (23).

Ahora bien, un adecuado modelo teológico tiene dos frentes que, según el autor, le son ineludibles: por un lado, la tradición cristiana; por el otro,  los modos contemporáneos de entender la existencia humana (23). Lo que le interesa estudiar a Tracy, en ese contexto, es cómo comprende cada modelo el theological self (no es algo tan sencillo de traducir como parece, pero Tracy está pensando en el quién de la teología) y el objeto del discurso teológico ( que sería el qué). Veamos, pues, los cinco modelos que analiza el autor.

Teología ortodoxa (TO): creyentes y creencias

Lo primero que se destaca es que para la TO las afirmaciones del discurso moderno son intra-teológicamente irrelevantes. Lo que le importa a la TO es expresar con claridad las creencias de una particular tradición creyentes. Hay, pues, un compromiso abierto con la tesis de que las verdades tradicionales del cristianismo son perennes y que aferrarse a ellas es el mejor antídoto contra las críticas modernas (24).

En este marco, si preguntamos por el quién de la TO, Tracy sostiene que se trata, claramente, del creyente en una tradición religiosa específica. El qué estaría conformado por una mejor comprensión (sistemática) de las creencias de una determinada tradición. Según Tracy, la mayor fortaleza de la TO es su capacidad para desarrollar una comprensión sistemática de las creencias básicas de una comunidad eclesial; su mayor debilidad, sin embargo, radica en su incapacidad para valerse de otras disciplinas académicas para el estudio de dichas creencias (25).

Teología liberal (TLib): secularidad moderna y creencia cristiana

La aparición de las TLib (suele usarse ‘liberal’ en el contexto protestante y ‘modernista’ en el católico) supuso un cambio frente a las TO: un compromiso explícito con las afirmaciones cognitivas básicas (tesis que se asumen con valor de verdad) y los valores éticos del periodo secular moderno (25). Esto no quita que la Tlib siga comprometida con las afirmaciones cognitivas  y los valores de la visión cristiana, por lo cual una de sus misiones centrales es tratar de reconciliar las afirmaciones

del discurso moderno con aquellas de la tradición cristiana(26).

¿A quién se dirige la TLib? Según el autor, la propia conciencia del sujeto-teólogo en tanto comprometida con los valores de la modernidad, particularmente el valor de la investigación crítica de todas las afirmaciones relativas al sentido y a la verdad sean estas religiosas o de otro tipo. El qué, el objeto del discurso teológico es la tradición cristiana, pero reformulada a través del prisma crítico de los compromisos y críticas de la modernidad (26). En resumen, recogiendo una frase de F. Schleiermacher, las tesis de la fe deben convertirse en hipótesis de los teólogos (27).

Teología neo-ortodoxa (TNeo): fe cristiana contemporánea radical y el Dios de Jesucristo

Aquí la figura central es Karl Barth y la característica básica de esta teología es la de tratar de mantener una posición crítica respecto de la modernidad, pero asumiendo muchos de sus supuestos centrales. Se trata de un esfuerzo de reapropiación que podríamos considerar análogo al de pensadores como Marx, Freud o Nietzsche en el ámbito secular (27). Existe entre estos teólogos una abierta repugnancia por el período cultural de la postguerra en el cual eclosionó el optimismo evolutivo y un desprecio por el modelo opresivo de la autonomía del ser humano (27). Para Tracy son dos los puntos centrales que diferencian a la TNeo de la TLib: 1) esta última, según los representantes de la primera, puede dar cuenta de las limitaciones y posibilidades de la humanidad, mas no es capaz de explicar los elementos negativos de la tragedia, del terror del pecado en la existencia humana (28); 2) la interpretación que la TLib hace del cristianismo y de la figura de Jesús en particular resulta un fracaso: esta teología no ha sido capaz de explicar la centralidad del misterio cristiano, a saber, que la justificación proviene solo de la gracia otorgada a través de Cristo Jesús (28). La TNeo pretende responder a las limitaciones de la TLib sosteniendo que la teología cristiana debe estar basada en el reconocimiento explícito del don de la fe en la Palabra de Dios. En ese sentido, vuelve sobre un tópico propio de la TO, a saber, que la teología presupone la fe, aunque, sí se pone énfasis en el carácter experiencial de la misma y en su carácter iluminador en relación a la experiencia humana. La TNeo pretende mostrar el carácter dialéctico de la existencia humana (nuestra vocación por la trascendencia, podríamos decir) revelado por la fe cristiana y el modo en que, ante la alienación contemporánea, esta fe puede transformar la vida humana (28).

Uno de los aportes de la TNeo ha sido su profundo análisis de los elementos negativos de la experiencia humana (muerte, culpa, tragedia, etc.), lo que ha permitido una comprensión más adecuada de la integridad de la experiencia huamana (contra el optimista entusiasmo liberal de algunos de sus predecesores). A esto se une un fuerte énfasis en la cualitativa e infinitamente diferencia entre el ser humano y Dios, lo que ha permitido elaborar mejor la dimensión de misterio que nos vincula con el creador, situación que Tracy considera de importancia (28). En general, sostiene el autor, el mayor aporte de la TNeo es haber hecho patente que la tarea de la teología contemporánea ha de ser  intrínsecamente hemenéutica para poder profundizar en las materias que hemos enunciado (29). El problema surge; sin embargo, cuando se le pide a esta teología dar cuenta del valor cognitivo de esos símbolos cristianos en los que reposa su reflexión. Cuando eso sucede, la TNeo pierde fuerza (29).

Finalmente, el quién de la TNeo no es el creyente ordinario, sino una suerte de creyente ideal, “el ser humano de la auténtica fe cristiana” (29). Esto es, un creyente que ha comprendido que la centralidad del mensaje cristiano no se encuentra en grandes entramados doctrinarios, sino en cuestiones sencillas y directamente relacionadas con la vida: esperanza y amor agápico (29). El qué de la TNeo es Dios, pero comprendido de un modo en el cual la figura de Cristo es cardinal: lo central es la palabra de Dios en la medida en que opera en la existencia humana (29). Cabe destacar, como cuestión aparte, que Tracy considera a Gutiérrez (lo llama aquí un teólogo escatológico) como dependiente, básicamente, del modelo neo-ortodoxo. Veremos, luego, la relevancia de esta consideración cuando observemos los apuntes críticos del autor de BRO al teólogo peruano.

Teología radical (TRa): afirmación secular y negación teista

En este grupo podemos identificar un patrón común, la preeminencia de la idea de “la muerte de Dios” (31). La idea aquí es que cierta concepción de Dios debe morir (aquella del ‘Dios completamente otro’, que según Zizek, además, es la postura que estaría detrás de Levinás) para que un ser humano auténticamente liberado pueda vivir (31).

Con ese marco, el quién de la TRa se revela con cierta claridad: se trata del sujeto comprometido intelectual y moralmente con los valores posmodernos, i. e., seculares. El qué o el referente objetivo de la TRa es también más o menos claro: una reformulación de la tradición cristiana que niega la centralidad de la creencia en Dios para la misma (aquí habría que agregar, cosa que descuida Tracy, que no se trata de prescindir de la creencia en Dios de modo absoluto, sino de dejar de lado un modo determinado de concebir a Dios, como puede verse en la obra de Caputo, por ejemplo). Lo que se procura rescatar de la tradición cristiana es la afirmación de la vida, que en su compromiso con la liberación y con los otros, pueda servir para humanizar el mundo: una vida como aquella hecha presente en Jesucristo y en el evento liberador de la muerte de Dios (31), tal como sugiere, mutatis mutandis, S. Zizek.

Según Tracy, la mayor fortaleza de esta teología es la de plantear la pregunta fundamental de cómo es que debemos concebir al Dios cristiano en el contexto de la secularización contemporánea. La debilidad, en contraparte, radica en si es posible continuar con la empresa cristiana sin la posibilidad de afirmar de modo significativo la realidad de Dios (32). Este es un asunto interesante que, sostengo, encuentra una provechosa respuesta en Caputo, aunque ese es un tema que tocará discutir mucho más.

El modelo revisionista: una correlación crítica

Esta es la postura que Tracy pretende defender y a ella pasaremos en el siguiente post con detalle; díganse, sin embargo, algunas cuestiones generales. Para Tracy, el teólogo revisionista enfrenta la tarea central de la teología contemporánea, a saber: el esfuerzo por tratar de reconciliar los principales valores, afirmaciones cognitivas y creencias existenciales tanto de una tradición post-Moderna como de una tradición cristiana reinterpretadas. En ese sentido, la TRev se concibe como heredera de la TLib del siglo XIX; pero es post-liberal en la medida en que, si bien comparte el ideal de reconciliación, desea establecer nuevos recursos metodológicos para llevarlo a cabo (33).

El quién de la TRev es un sujeto comprometido a la vez con la noción revisionista contemporánea de las creencias, valores y fe de una auténtica secularidad y con una comprensión revisionista de las creencias, valores y fe de una auténtica cristiandad (33). Esta postura revisionista, además, permite retar la autoconcepción usual de la secularidad (como anti-teísta y anticristiana) y la del cristianismo (como antisecular y religiosamente supernaturalista). En resumen, una buena forma de sintetizar cómo enfoca el problema la TRev es la siguiente: “la teología cristiana contemporánea es mejor comprendida como una reflexión filosófica sobre los significados presentes en la experiencia humana común y los significados presentes en la tradición cristiana” (34).

* Imagen tomada de http://shuspectrum.wordpress.com/2010/03/25/david-tracy-receives-inaugural-shu-medal-cernera-distributes-first-annual-inaugural-medal/


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