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Cincuenta años en los altares

Por Antoniodiaz
Cincuenta años en los altares

Cuando corren los primeros días de este Septiembre, turbio e inestable como todos los setiembres, llenos de soles y granizos, y mientras, en la civilización, en el progreso, en la Europa del ciudadano modélico, la sociedad pacífica, los gobiernos de la prosperidad, de los derechos ovejunos y las obligaciones resbaladizas, echan -iba a decir como perros, pero los canes hoy día son tratados como borbones- de La France a los gitanos, todos los aficionados a la tortura, la barbarie, que formamos las hordas taurinas recordamos hoy, nueve del nueve, a un gitanito de Jerez con el mismo respeto y devoción que un cristiano romano apostólico c
onmemora la alternativa milenaria de un niño betlemita en la Misa del Gallo. Así de malos semos.
Rafael Soto Moreno, hijo natural de Francisco y Tomasa, ahijado de la calle Cantarería, en las mismas entrañas del Barrio de Santiago, que cuando suenan no lo hacen a tripas y mondongo, sino a palmas por bulerías y compás del 12. La calle Cantarería, es la calle de la pena, que canta por bulerías, que pregona a los cuatro vientos Manuel Ríos Ruiz. Setenta años han pasado desde que un dos de febrero, víspera de San Blas, el sol babeó de alegría y llenó de luz para siempre, sin lunas ni eclipses, al arte del toreo, que desde entonces riega cada célula calé que da forma biológica a uno de esos seres propios de la mitología griega, como el centauro o las sirenas: Rafael De Paula, mitad gitano, mitad torero.
Cincuenta años en los altares

Cincuenta años se cumplen desde que Julio Aparicio nombró doctor en el supremo arte al gitanillo jerezano. Cincuenta años de naturales colmados de naturalidad. Cincuenta años de quebradiza imperfección, de misterioso conjuro. Cincuenta años de capotes azules y pañuelos blancos. Cincuenta años de soplos y pellizcos. Cincuenta años de decencia y frescura. Cincuenta años de toros vivos y aficionados enloquecidos. Cincuenta años que ya son eternos por los siglos de los siglos.
Cincuenta años llorando de alegría porque hoy torean El Paula y dos más.

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