Civismo

Civismo

25 agosto 2014 por Naima Tavarishka

Una tarde de junio en Vilaflor.

Observen esta imagen apenas diez segundos. ¿Qué es lo primero que les sugiere la foto? A simple vista puede verse a un grupo de personas charlando en torno a una mesa. Creo que eran unos 15 alemanes, puede que alguno menos, quienes cenaban en esta terraza de un hotel del sur de Tenerife, el pasado mes de junio.

Yo acababa de llegar y me topé con el grupito. Sin saber nada, lo primero que pensé fue “¡ay, no, por favor, un grupo de turistas, si yo lo que buscaba era cenar tranquilita, deleitándome con mi puesta de sol y sin oír nada a mi alrededor…”. Y viendo que no había otro lugar para comer, me senté a regañadientes justo en la mesa de al lado, momento exacto en que comencé a sorprenderme (una vez más; los alemanes siempre me sorprenden, generalmente para bien). Observé…

A quince alemanes que no alteraron en ningún momento el magnífico silencio y la maravillosa tranquilidad del lugar, en plena montaña y con unas vistas preciosas; a quince alemanes que se comunicaban hablando todo el tiempo, con un tono de voz tenue y relajado; a quince alemanes que jamás se pisaban cuando intervenían; a quince alemanes que sonreían y hasta reían cuando alguno contaba alguna anécdota o chiste (del contenido lamento no haberme enterado); a quince alemanes vivo ejemplo del civismo…

¿Imaginan si esos quince hubiéramos sido españoles? ¿Cuánto habríamos tardado en enterarnos de “lo que había hecho el cabrón de Manuel”, “cuánto le había chuleado Pedro a su socio en la última factura”, “qué notas había sacado la niña de Rosa” o “cuántos kilos había bajado en su dieta Ernesto”?