Revista América Latina

Claroscuro

Por Goyitoparana
Ultimamente asalta mis pensamientos la corazonada de moverme de Buzios, pero no sé bien aún para dónde arrancar. Brasil es gigante, seguramente vaya donde vaya voy a encontrar muchas sorpresas y sensaciones diferentes.
Podría ser Bahía que siempre me sedujo con su mística, aún sin tener una puta idea siquiera de cómo son sus calles y sus gentes. Lo único que recuerdo de Bahía es una foto de sus casitas de colores sobre una playa -de la que no sé tampoco ni su nombre- cuando en una oportunidad estudiaba turismo e hice un trabajo práctico sobre la arquitectura del lugar. Desde entonces, he quedado fascinado... Me atrae y es una de esas cosas de las que no tengo una explicación coherente para darme ni a mí mismo.
Hoy, años después, y quilómetros más cerca, la tengo casi al alcance de mi mano y todo lo que sé al respecto es por gente que he conocido aquí en Buzios y que me ha contado sus experiencias allí. Que es peligroso, que es bello, que está difícil para un viajero, que no hay mucho trabajo, que esto y que lo otro... Cuando proceso todo lo que me han contado -no sólo de Bahía, sino de todos los lugares de los que me han hablado en estos meses de viaje- pienso que deberíamos ser más cuidadosos al hablar sobre nuestras percepciones. Para mí son todas opiniones subjetivas, por eso no he descartado conocer ningún lugar de los que por algún motivo tengo pensado llegar o andar de paso. Ni siquiera México, mi destino final, de cuyo país, la mayoría de las opiniones han sido negativas, yo más diría nocivas. Somos todos diferentes y, en lo que a mí me concierne, yo ya no me permito anclar palabras ajenas en mi mente, solo marcho por instinto y corazón.
Podría moverme también a Ilha Grande, aunque allí me contaron que es un lugar tan encantador que me darían ganas de quedarme a vivir. ¿Puede una persona no querer conocer un lugar porque allí le darían ganas de quedarse a vivir? Sí. He llegado a tal punto de sensación de libertad, que por el momento, hasta esa expresión motiva en mí sensaciones encontradas.
También, inminente proximidad con el mundial de por medio, tengo ganas de ir a alguna ciudad que sea sede de alguna selección importante, entre ellas, claro, Belo Horizonte, donde estará concentrada la selección argentina, a 800 kms al norte de donde estoy ahora. Y es que debo reconocer que soy un amante -cada día menos- del fútbol; y que alguna vez en mi vida, cuando era más pequeño, estar en un mundial o ver en vivo un evento de tal magnitud era un sueño... y ahora también, lo tengo casi al alcance de mi mano. Como dije antes, ya no soy tan fanático del fútbol como antes, ahora tengo pasiones más intensas, entre ellas escribir y comunicar, y se me había ocurrido que quizá desde allí pueda comenzar a animarme haciendo notas y crónicas mundiales para medios argentinos... Sí, todavía tengo la cara dura... No pierdo nada, estoy en este viaje para aprender y hacer las cosas que dicta mi instinto... y se me ocurren tantas cosas últimamente. Pero mientras tanto, ¿por qué no hacer realidad algo que por tanto tiempo he anhelado?

El dilema? pagué hace poco la renta -y dolió- y me queda un mes más aquí. Pero no es tanto lo económico o lo que me haya costado estar aquí. La realidad es que estoy desempleado -renuncié hace tres días-, pero por primera vez -desde que estoy en Buzios- estoy en una casa para mí sólo, con mi espacio, mi tiempo, mi silencio, mi orden, mis cositas. Estoy tranquilo porque tengo unos ahorros que me permiten disfrutar de este desempleo con la más profunda paz. Me despierto, desayuno lo que tenga mientras escucho música que nunca antes en mi vida había escuchado, al mismo tiempo que bailo descalzo y en pelotas con total ridiculez y desparpajo y solo me permito interrumpirme cuando algún elemento está fuera de lugar, y ahí sí, mi manía de tener todo el tiempo todo ordenado me corta el mambo. 

A la mañana voy a la playa, saludo el mar. Hasta allí voy a disfrutar en soledad para reencontrarme conmigo mismo y escuchar mis barullos internos. Contemplo la belleza de la naturaleza y agradezco lo que soy y tengo. A veces se me da por el arte y escribo algunas lineas o anoto algunos pensamientos en mi cuaderno de viajes que llevo siempre en mi mochila y que por el viento marino se llena de arena. Por lo general no puedo escribir tanto pero trato al menos de atrapar los pensamientos más importantes para luego, más tranquilo en casa, desmenuzarlos uno por uno, y a los que sirven para escribir les doy vida, y a los que no, mueren en un bollito de papel, en una suerte de tacho de basura que he improvisado con unas bolsas de supermercado. Otras veces, aunque me cueste horrores, se me da por hacer mi vida más sana, y cuando puedo aprovecho a caminar por la arena, correr, nadar, elongar, respirar y hasta intento hacer yoga sin saber casi nada al respecto! Y cuando nada de eso sale, nunca falta un amigo con quien compartir un mate en la playa, charlar al pedo, o tirarse al mar a nadar con los pececitos y ya con eso soy re que te feliz.

En fin, la confusión también es parte de la libertad, supongo. No creo que pueda pensar tanto si estaría trabajando u ocupado en otros asuntos. Mi mente se encuentra super creativa y mi espíritu libre y quiero volar... hasta siento placer al hacerlo... Mientras tanto, disfrutaré de esta confusión que solo encuentra reparo en el mar, cuando miro el horizonte y me permito reírme y disfrutar de mis propios claroscuros...

Gambeteando con la de palo - Claroscuro

Es una simple decision dedicarse a vivir o dedicarse a morir, es la puta verdad!


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