Revista América Latina

Análisis del conjunto y de sus elementos: Universidad del Rosario

Por Gaviota
La advertencia previa
¿Se puede amar al país y detestar al gobierno de turno?  ¿Puedo detestar la raza humana pero querer a algunas o a muchas de las personas que forman parte de ella?  Esta clase de preguntas son las que nos llevan a pensar en la diferencia entre el conjunto y el elemento. A pesar de que en el colegio nos enseñan en nuestras clases de matemáticas a diferenciar el conjunto de los elementos que lo componen, parece que mucha gente faltó a esa clase, y le gusta pensar que cualquier juicio de valor que se quiera hacer sobre un elemento, es realizar un juicio de valor respecto del conjunto.  En efecto, al haber escrito en anteriores oportunidades sobre cosas que criticaba de A o B persona, inmediatamente algunos concluían que opinaba que todo era malo. Lo mismo ha ocurrido cuando he hablado bien de algo que haya hecho cualquier otra persona.  Inmediatamente me tornaba en amante o seguidor de esa persona  La verdad es que intento que mis juicios de valor sean algo menos básicos que eso.
Lo que siempre ha orientado este espacio ha sido las ganas de expresar lo que considero que está mal y que debe corregirse. Ya hay bastante adulador caminando las calles de esta ciudad como para unirme a ellos de manera irrefrenable. Lo curioso es que en muchas ocasiones creo que quiero más yo a los ‘adulados’ que sus mismos discípulos y seguidores. ¿Será que hay hipocresía rondando por las calles de la ciudad?  Pregúntenle a señores como Rodrigo Rivera, o al Procurador Ordóñez. Creo que hoy en día quiero más a Uribe yo que ellos.
Hasta aquí, la advertencia.  Sería fabuloso que el día de mañana no interpreten la crítica que viene a continuación con que me volví un traidor, o algo así. Precisamente por lo contrario es que me dispongo a repartir un ‘picotazo’ grupal. Los destinatarios, las directivas de las distintas áreas que conforman mi querida Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario.
Análisis del conjunto y de sus elementos:  Universidad del RosarioImagen tomada de:  www.urosario.edu.co
Las causas del ‘picotazo’
Ocurre un fenómeno bien interesante en mi universidad. Durante mucho tiempo, gran parte de la planta de profesores era mayoritariamente compuesta por profesores de hora cátedra, es decir, personas que tenían vida y trabajo por fuera de la universidad, y que dedicaban algunas de sus horas para ir a enseñar en la universidad. Por esa razón, si ustedes ven a alguno de los rosaristas de vieja data (no me incluyo en este grupo), probablemente dirán que tuvieron a grandes maestros en la cátedra que debían dictar. Un 5 o un 0 que impusiera cualquiera de estos ‘monstruos’ del derecho no era cuestionado.
En aquel entonces, la responsabilidad institucional era la de sacar algunos profesionales, pero realmente unos grandes profesionales.  El que no daba la talla, debía irse.  Era así de sencillo.  Ahora, sin embargo, como la idea es infestar a la población de rosaristas porque los javerianos hacen lo mismo, y los externadistas, y los uniandinos también, entonces nos encontramos produciendo profesionales por arrobas. En un par de años, ya no lo mediremos por arrobas sino por cargas, como ocurre con el azucar o el arroz.
Hace algún tiempo a unos genios de la educación –de aquellos que creen que podemos hacer salsa Pesto con Guascas– les dio por imponer en las universidades el famoso sistema de créditos, para ponernos a estudiar al estilo alemán, en donde el profesor no enseña sino que resuelve dudas sobre lo que los estudiantes debieron aprender por su cuenta. Adicionalmente, la idea era que teóricamente cada estudiante podía profundizar en los temas que le interesaran. Hasta ahí, fabuloso.  El problema era que los estudiantes no podían aprender por su cuenta porque les dejaban lecturas de nivel de maestrías, y el profesor no resolvía todas las dudas por considerarlas obvias. De otra parte, como a las facultades se les asignó un presupuesto de créditos para estructurar sus programas.
Estructurar un programa de derecho (no me constan los demás) era como jugar un monopolio. Con un presupuesto de 100 pesos, teníamos que darle una cuota alimentaria suficiente a los constitucionalistas, a los comercialistas, civilistas, penalistas, internacionalistas, y así sucesivamente. Pero por supuesto, cada decano ha tenido su ‘hijo preferido’: sus amores y sus odios. Recuerdo con claridad la decanatura del señor Juan Manuel Charry (Constitucionalista). Podrán adivinar ustedes qué área del derecho era la más ‘consentida’ por parte del señor Charry. Si no recuerdo mal, las únicas electivas que se podían ver inicialmente, eran relacionadas con el derecho constitucional.
Luego vino el señor Alejandro Venegas, quien aún sigue siendo el decano de la facultad. Se le dio un giro a la facultad, para mejorar (realmente Charry había dejado un record difícil de batir). Sin embargo, lo que no hizo directamente el decano, lo hicieron sus vasallos.  Perdonarán que utilice el término propio del medioevo, pero realmente así se comportan en la universidad. Están los Lancaster y los York, los Capeto y los Borbón.  Vamos a ver cómo influyen estos grandes apellidos en el día a día de la facultad.
Dentro del paquete de cambios que involucraba el sistema de créditos y el plan de acreditación, se buscó que se ampliara la base de profesores de planta de la universidad es decir aquellos cuyo trabajo es estar en la universidad, investigar, escribir y dictar clase.  Es decir, aquellos encargados de liderar los destinos de la academia. El problema es que esto vino acompañado de dos fenómenos diferentes, pero que casi siempre han caminado juntos.
El primero de estos fenómenos hace referencia al afán de poder de los Capeto, los York y los demás. El señor feudal se encargó de interceder por sus apadrinados, y en consecuencia, empezaron a adquirir puestos dentro de la burocracia de la universidad, formando ‘bancadas’. Es decir, la academia del rosario empezó a funcionar como las cuotas burocráticas de los gobiernos. Esto por supuesto, traería la consecuencia directa de las envidias, las luchas de ego, y los acuerdos de oligopolio entre los grandes señores feudales.
Por ejemplo, son estos Valois, y los Estuardo los que deciden qué materias electivas se abren y se cierran, cuales serán electivas y cuales indispensables. Como resultado, les importa un bledo qué requieren los estudiantes o qué no requieren.  Lo importante es que ellos sigan al mando, y sus vasallos sigan acaparando poder. No es realmente relevante si la Teoría del Estado y Teoría Constitucional son una sola materia. No es realmente relevante que un estudiante vea todo el derecho penal general con 4 horas semanales y en un solo semestre.  No es importante, por ejemplo, que un estudiante de derecho sepa de qué se trata aquello de la responsabilidad civil.
El segundo de los fenómenos va de la mano del anterior.  Resulta que para justificar el sueldo, cada profesor de planta tiene que dictar un número mínimo de materias, y publicar cierto número de artículos o de libros en un tiempo limitado.  En consecuencia, es allí donde se crean las materias que se acomodan al gusto del profesor y no a la necesidad del estudiante.  Es allí donde empezamos a producir una cantidad de panfletos sin mucho análisis, o es allí donde nuestros académicos se convierten en compendiadores.
Solo a manera de chisme, reto a que a alguno de los lectores que realmente le interese el tema pregunte en la universidad sobre qué temas versaron las últimas jornadas en materia de derecho penal, y cuáles serán las siguientes.  Es probable que cuando empiecen a poner nombres a estos temas, encuentren que al mejor estilo pontificio medieval, veamos que nuestros Habsburgos buscan mantenerse vigentes a sí mismos, y no buscan realmente el mejoramiento académico. Ahh, por cierto, averigüen los resultados de las últimas pruebas de Estado en este tema. Adicionalmente, podría tentativamente inferir que en materia de Derecho Privado seguiremos hablando de la propiedad intelectual y del comercio electrónico como vigésimo año consecutivo. Quizás también en materia procesal nos adentremos por cuarto año consecutivo en el procesal constitucional.
Mientras tanto, es bueno ir diciéndoles a los futuros estudiantes que probablemente nunca llegarán a saber quién era un tal Edward Coke y cuál fue su importancia en el mundo del derecho. Quizás aquello de la noción de culpa civil quede para el olvido, y probablemente empecemos a enseñar que los bienes muebles son algo muy parecido a la propiedad industrial.  Pero, ¡eso sí!, seguro discutirán uno o dos años sobre la responsabilidad penal de miembros de juntas directivas de sociedades, que aunque no se encuentra prevista por la legislación colombiana, es importantísima.
Dedicatoria:
Con profundo cariño para nuestros señores feudales.  Porque sigan creyendo que el bien superior de la institución sigue siendo lo que constituya el bien mayor para ellos.
Con profundo respeto para aquellos que creemos que la universidad no es un juego de monopolio sino un centro de saber para explotar el saber y no para castrarlo.
Con admiración por los estudiantes que tendrán que saber realmente qué es el autoaprendizaje después de la universidad y no en la misma.

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