Revista Coaching

Coaching organizacional: ¿El proceso incómodo?

Por Tbenedetti

Supongamos que el proceso de coaching organizacional o personal fuese un personaje. ¿Podríamos ponerle entonces un nombre al mismo? Quizás le podríamos llamar “El preguntón” dado que instala la pregunta  todo el tiempo que aparece en escena. Es más; logra que una persona adquiera la práctica de preguntarse.

Antes de esto, El preguntón (proceso de coaching) suele tener varios accidentes, veamos:

Esa costumbre de poner a la persona en pregunta permanente, no tarda mucho en impactar en su zona de comodidad. ¿A que le llamamos zonas de comodidad?: a esas zonas  que protegen a un sujeto de la gran incertidumbre que acarrea el cambio.

Hagamos un aparte:

Algunas personas declaman a los cuatro vientos que quieren un cambio en sus vidas, pero lo cierto es que en la mayoría de los casos, esa declamación solo queda en ideas o palabras. Pasar a la acción para lograr lo expresado, es otra historia. Hay que atravesar la zona de comodidad. Esa es la tarea donde El preguntón y el interrogado (coachee) se ven más exigidos. Preguntón, coach y coachee forman un sistema.

Sigamos:

Resulta que la zona de comodidad queda como “protección imaginaria” contra la gran incertidumbre que depara el cambio. Parecería ser que aceptar esa incertidumbre y seguir adelante se torna intolerable e inspira miedo; cuando no terror. Se abandona así la búsqueda de nuevos horizontes y se vuelve a la zona de comodidad. Lugar molesto por la insatisfacción que depara, pero siempre más aceptable que la incertidumbre.

Volvamos al tema de la zona de comodidad:

¿Y cuando se puede salir de la zona de comodidad? Es en este punto que nuestro Preguntón tiembla; sabe que el proceso de coaching debe contener las preguntas apropiadas, capaces de cuestionar la conducta que se auto- justifica en la no acción. De esto depende su eficacia…

Si las preguntas resultan poderosas, algo se torna muy claro: recién se sale de la zona de comodidad  cuando la persona está dispuesta a pagar el precio que debe pagar por ese algo que declama querer. Por eso el primer paso para aceptar la incertidumbre y disminuir su explosivo voltaje, es saber y aceptar que se deben pagar precios (o costos) por lo que se quiere. Nada de lo deseado en la vida personal o laboral es gratuito.

Esto es lo que le “va diciendo” – por ejemplo – un proceso de coaching organizacional (El preguntón) a un directivo  que piensa en cambiar la cultura organizacional de su empresa  y debe asimilar que pagará un precio por eso –  entre otras cosas -  tener que lidiar con la resistencia al cambio de sus propios empleados; ardua tarea por cierto.

Y esto también “le va diciendo” un proceso de coaching (El preguntón) a un estudiante que quiere hacer una pasantía en una organización. El precio a pagar tendrá que ver con poder hacer pedidos, ofertas, invertir tiempo que podría dedicar a otras cuestiones, luchar contra el cansancio, etc.

Cuanto más ambicioso el proyecto, mayor será su precio.

Cuando los precios comienzan a pagarse, la zona de comodidad va perdiendo su razón de ser; las personas se dan cuenta que no es desde la comodidad donde se generan los desafíos. Es así que se va ganando confianza  dado que comienzan a aparecer los primeros resultados que traen bajo el brazo grandes o pequeñas satisfacciones. Ese es el comienzo del cambio.

Y El preguntón, ¿Qué hace a esta altura?

Sigue su tarea incansable, sigue preguntando, sigue confrontando a la persona con lo que ella cree sus límites y no lo son (salvo en su imaginación) .Tiene que lograr que ese coachee que ya va entendiendo su cabeza y es capaz de observarse en su conducta, se transforme en su propio preguntón para que pueda seguir solo, haciéndose las preguntas correctas; aquellas que funcionan como “abre- puertas” y no como obstáculos a la acción.

Recién ahí, es tiempo de tomarse unas vacaciones, concluirán cuando sea convocado nuevamente por algún otro descreído de su propio cambio y recomience nuevamente su eterna misión: expandir la capacidad de acción y aprendizaje de las personas para mejorar la calidad de sus vidas.

Lic. Teresa Benedetti

 


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