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'Coherence': Una sala de estar, Schrödinger y unas cuantas barritas luminosas

Publicado el 25 octubre 2014 por Muchcine @muchcinecom
'Coherence': Una sala de estar, Schrödinger y unas cuantas barritas luminosas http://www.muchcine.com/2014/10/coherence-una-sala-de-estar-schrodinger.html 'Coherence': Una sala de estar, Schrödinger y unas cuantas barritas luminosas
Sinopsis: En Finlandia, en 1923, el paso de un cometa hizo que los habitantes de un pueblo quedaran completamente desorientados, originando comportamientos muy extraños, incluso una mujer llamó a la policía alertando de que el hombre que estaba en su casa no era realmente su marido. Décadas más tarde, un grupo de amigos recuerda este caso mientras cenan, brindan y se preparan para ver pasar un cometa. ¿Puede repetirse la misma historia?
Ficha Técnica: Dirección: James Ward Byrkit País: USA Año: 2013 Duración: 89 min Género: Ciencia-ficción, drama Interpretación: Emily Foxler (Em), Maury Sterling (Kevin), Nicholas Brendon (Mike), Lorene Scafaria (Lee), Elizabeth Gracen (Beth), Hugo Armstrong (Hugh), Alex Manugian (Amir), Lauren Maher (Laurie) Guión: James Ward Byrkit; basado en un argumento de James Ward Byrkit y Alex Manugian Producción: Lene Bausager Música: Kristin Øhrn Dyrud Fotografía: Nic Sadler y Arlene Muller Montaje: Lance Pereira 'Coherence': Una sala de estar, Schrödinger y unas cuantas barritas luminosas
Crítica: Hay una contraposición de elementos en el primer largo de James Ward Byrkit, curtido guionista en filmes como “Rango” encargado del apartado artístico de la franquicia “Piratas del Caribe”, que ayudan a entender las pretensiones de esta película: convertir un concepto tan difícil de asimilar para cerebros no cuánticos como el gato de Schrödinger en un pasatiempo inteligente con sólo ocho personajes y unas cuantas barritas luminosas de colores. Como si Stephen Hawking tratase de explicar sus sesudas teorías cosmológicas con caramelos, y que no nos aburramos por el camino. Es más, que sintamos que juega con nosotros, y que participamos en dicho juego. Eso es “Coherence”, un divertimento de noventa minutos que juega con las leyes de la física cuántica a su antojo, pero como dice su título, con coherencia. O valiéndose de la incoherencia presente en dichas leyes. Un proyecto low cost repleto de casas al final de la calle, identidades intercambiadas y misterios por resolver que al final encajan a la perfección. Una proeza de la ciencia-ficción que merece convertirse en un clásico del género desde ya por lo bien que hace uso de los pocos recursos de los que dispone. Ocho convincentes actores, prácticamente una sala de estar como escenario, una técnica de filmación cuasi dogmática –por sus fotogramas se asoma el Thomas Vinterberg de la prodigiosa “Celebración”- y un torrente de ideas ingeniosas que su director consigue guiar por el buen camino, sin que nos perdamos y sin que acaben en una amalgama de incoherencias argumentales. Algo, por otro lado, en lo que es muy fácil caer en un producto de estas características, que se va complicando a medida que avanza. Y listo, poco más merece la pena decir sobre ella sin destriparla. Porque en una película como “Coherence” es primordial asistir virgen, sin saber mucho más que lo que se nos presenta en sus primeros minutos. Ocho amigos que se reúnen en torno a una mesa justo en la noche en que un cometa surca el cielo, un acontecimiento que no volverá a repetirse en mucho tiempo. Un clima de falsa cordialidad –por supuesto, hay rencillas escondidas o conscientemente olvidadas- que se romperá en cuanto… y hasta ahí se puede leer. Lo que viene después podría ser una especie de “Cube” mezclado con “Another Earth”, aunando la tensión y el amor por la ciencia-ficción de la primera con ese juego de dobles espejos de la segunda, pero con un mayor sentido del entretenimiento cinematográfico. Un must see para todo amante del género –a los demás puede que les deje indiferentes, o a los que se pierdan por el camino- con el que Byrkit explora a sus personajes y los expone ante sí mismos para que se intervengan quirúrgicamente sin miramientos, y que en última instancia plantea una moraleja sincera, directa y sobrecogedora por su visión del ser humano: ante todas las opciones posibles que tenemos, la más cómoda y convincente es la que muestre el reflejo más positivo de nosotros mismos y de los que nos rodean. Lo dicho, coherente. NOTA: 8 sobre 10 Gerardo Medina Pérez
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