Cuando me encargan algo y me dan absoluta libertad para realizar el trabajo me siento feliz como una perdiz. Justo lo que ocurrió en esta ocasión.
Todo empezó con: "quiero un collar como el que me hiciste a mí" y terminó con: "¿confías en mí, me das libertad?" Y como la respuesta fue un sí rotundo, ya no hubo más que hablar. Llegué a casa, saqué todo el material y manos a la obra con estos dos collares que acabaron siendo un par de bolas Fabinettes, un modelo que me encanta y que ya he hechoen otras ocasiones, como aquí o aquí.
Es una bola muy vistosa que llama mucho la atención y que siempre termina siendo un éxito.
Al final el collar elegido fue el de tonos verdes, pero el morado también voló ya.
Y como en casa del herrero, cuchillo de palo, yo aún no tengo el mío. Habrá que poner remedio para empezar a lucir uno ahora que el buen tiempo está llegando.