Revista Salud y Bienestar

Comer, qué comer y qué no comer

Por Pedsocial @Pedsocial

Tomates crudos y envasadosContinúa abierta la polémica sobre la alimentación infantil y, ahora que comienza el curso la alimentación escolar de la que hemos tratado en unas entradas de blog anteriores.

Al parecer, esta mañana de jueves comparecerá el Defensor del Ciudadanos catalán (el Síndic de Greuges) ante el Parlament, para declarar sobre el informe publicado este verano y que, muy resumido, apuntaba la existencia de colectivos de niños malnutridos y hasta un número de 50.000 niños catalanes que no reciben alimentación adecuada. Ya indicamos que este tema se había politizado algo más allá de lo prudente en una materia tan delicada como son los niños. Pediatras y sus sociedades profesionales (AEPap y SCP) han expresado sus opiniones y discrepancia con las informaciones, básicamente en relación a la metodología empleada en el informe. Estos días el ”conseller”, responsable de Salud del gobierno catalán se ha negado a comparecer ante el Parlament hoy para hablar del tema , a la vez que ha desmentido la existencia de malnutrición de origen económico en Cataluña. Podemos añadir que el ”conseller” es un personaje de dudoso comportamiento y ampliamente desacreditado, cuyas opiniones merecen escaso interés.

Ya se verá que acaba saliendo de todo esto.

Mientras que se dilucida si los niños tienen para comer, vemos en una cadena de televisión internacional un reportaje sobre, precismente, lo que NO se debe comer. 

Sin alarmas: se trata de comentarios sobre alimentos que se nos presentan como recomendados y apetitosos, pero que en realidad su cultivo, composición o envasado los hacen algo menos recomendables, especialmente para los niños. Un componente social importante de la alimentación infantil es el acceso, la compra de alimentos. Y en eso de hacer la compra nunca dejaremos de aprender cosas nuevas que condicionen nuestras preferencias.

Ofrecemos cinco ejemplos:

Fresones. En su cultivo intensivos se utilizan cantidades notables de pesticidas, incluyendo los peligrosos organofosforados. Y la limpieza concienzuda, el lavado, de la superficie puede no ser suficiente para eliminarlos.

Chocolate blanco. Bueno, que no es chcolate. Es manteca de cacao, que no contiene los ingredientes estupendos del cacao y, en cambio, es un producto con un contenido casi exclusivo de grasa: 8 kcal/gramo y ninguna ventaja.

Brotes ( de soja o de lo que sea). Los brotes vegetales se cultivan en suelos con una gran proporción de abonos orgánicos que, naturalmente, contienen mucha más proporción de bacterias, responsables de posibles infecciones digestivas. Como se consumen crudos, hay que asegurarse de su descontaminación, preferiblemente con lejía. Y claro pierden textura y sabor…

Tomates en lata. Los tomates son inocentes. Pero las paredes interiores de los botes de conserva metálicos están recubiertas de resinas orgánicas para evitar la oxidación del metal, que son potencialmente tóxicas. Deben preferirse los tomates en envases de vidrio o en tetrabric.

Pescado fresco de bajura. Ese que nos ofrecen en las pescaderías en la poblaciones costeras como muy fresco porque es “de aquí”. Aparte de poder estar parasitado por anisakis, al ser peces que viven más cerca de la costa están más contaminados por metales pesados de los desagües de rios y torrentes, especialmente mercurio. Sobre todo los peces más grandes, o sea más viejos y que han tenido más tiempo para ingerir metales pesados.

En nuestra sociedad quizá no hay problemas de falta de alimentos. Pero nuestros comportamientos sociales, como son los de la compra de alimentos, distan de estar exentos de riesgos. Y, de momento, son riesgos combatibles con información.

X. Allué (Editor)


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