Revista Cultura y Ocio

¿Cómo abordar el clímax de una historia?

Publicado el 17 noviembre 2014 por Ana Bolox @ana_bolox

Después de varias semanas, hemos llegado a la última de las preguntas de esta serie con la que intentamos organizar nuestra novela y, por supuesto, la pregunta número diez hace referencia a un elemento fundamental que también deberemos tener muy claro antes de ponernos a escribir: el clímax.

 

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¿Qué es el clímax?

El clímax es la culminación, la solución al problema que se ha venido planteando a lo largo de la historia, es decir, la respuesta a si tu protagonista consigue o no el objetivo que ha perseguido durante la novela.

Durante los capítulos que has escrito para construir tu historia, has mantenido al lector en un estado de suspense mediante la confrontación de dos fuerzas que perseguían objetivos opuestos e incompatibles. Ese suspense ha colocado al lector en un estado de incertidumbre sobre cuál de las dos fuerzas vencerá. Pues bien, con el clímax de la historia das respuesta a esa pregunta. El clímax es la confrontación definitiva que le cuenta al lector quién es el vencedor. Es el momento culmen que nuestro lector ha estado esperando página tras página.

 

¿Por qué es tan importante?

Desde el punto de vista comercial, el clímax es de importancia vital para el novelista. Se dice que el inicio de una novela es el elemento que la vende, pero es el clímax de esa novela el que hará que se venda la siguiente. Un inicio adecuado hará que tu lector desee seguir leyendo. Un final que cumple todos los requisitos exigidos por el clímax ganará un nuevo lector para tu siguiente obra. De modo que, ya sólo por la cuestión económica, te interesa darle al lector algo lo suficientemente jugoso como para que desee volver a leerte.

Luego, además, está el punto de vista literario al que debes prestar tanta atención como al económico porque, si no consigues un buen final literario, te habrás esforzado durante todas esas páginas que has escrito sólo para llegar a un final que… estropea la historia. ¿Cuántas veces te ha pasado como lector que has disfrutado una novela, página tras página, para encontrarte con un final decepcionante que borra de un plumazo toda la diversión anterior? Triste, ¿no?

Como escritor, tienes que construir un clímax que no perjudique a todo ese trabajo que te ha llevago llegar hasta allí y, por supuesto, que no deje a tu lector con un mal regusto y peor recuerdo.

 

¿Cómo construimos el clímax?

Uno de los errores más comunes que comenten los escritores nóveles cuando abordan este punto de la novela es creer que el clímax consiste en un solo momento, asombroso y explosivo, pero en realidad el clímax está construido en torno a cuatro pilares:

    • El desarrollo: momento en que la historia cambia, el ritmo se acelera, la tensión crece y los acontecimientos giran hacia un desenlace inesperado. La presión que tu protagonista viene soportando desde el inicio de la novela está a punto de hacer explosión. Con estos ingredientes, estás apresurando la lectura del lector, que intuye el final muy próximo.
    • La ratonera: en este segundo punto que compone el clímax, colocas a tu protagonista frente a frente con el antagonista y lo emplazas a tomar la decisión final. Y, dependiendo de cuál sea esa decisión, el siguiente paso o elemento de que consta el clímax se desarrollará de una forma u otra.
    • El pitido final: hemos llegado al final del partido, el árbitro está a punto de pitar y la novela, a punto de alcanzar su conclusión. El protagonista va a actuar de un modo determinado que decidirá el final de la historia. Es el momento en el que todo se resuelve y tu protagonista llega al final de su viaje: el que comenzó al proponerse un objetivo, ¿recuerdas? Alcanzado este momento, el escritor tiene la oportunidad de redoblar la tensión y llevar al lector hasta el punto de máxima presión de la historia.
    • La resolución: con ella damos fin a la historia. Lo importante en este punto es ser breve. Si para cerrar la novela necesitas diez páginas más, echarás por tierra toda la emoción que has logrado crear con los pasos previos. Solventa la resolución con un breve capítulo o incluso, mejor aún, con una simple escena.

 

Cómo evitar que nuestro clímax no cumpla las expectativas

  • Si el clímax que hemos elegido no cuadra con la historia, estaremos fastidiando este momento crucial de la novela.
  • Creer que el clímax se construye en torno a un simple enfrentamiento de “fuerza” entre el protagonista y el antagonista en una batalla final de la que el primero sale vencedor es otro error de los escritores nóveles al enfrentarse con este punto. Si el protagonista vence simplemente porque es más fuerte que el antagonista, tu clímax no responderá a las expectativas que has ido creando en el lector.

Lo que de verdad le gusta al lector y, por tanto, lo que espera de tu novela es que pongas a prueba a tu protagonista hasta el límite. Cuanto más le cueste alcanzar la victoria, más lo admirará el lector y más satisfecho quedará con el final de tu novela.

  • Crear una especie de deus ex machina que resuelva la situación es otro de los grandes errores. No puedes haber llevado a tu protagonista hasta ese momento crucial y después resolverlo de un plumazo con la aparición de alguien que salva la situación. Este es un modo muy grosero de engañar al lector. El protagonista tiene que sacarse sus propias castañas del fuego. No engañes al lector con una salida fácil que frustre sus expectativas. Si lo haces, lo habrás perdido para futuras novelas.
  • Provocar un cambio repentino en el comportamiento del protagonista o del antagonista es otro error que el escritor no debe cometer. Tu final debe guardar una lógica con la historia que has venido contando y en esa lógica están incluidos los personajes. No puedes cambiarlo sin avisar ni justificar ese cambio sólo porque conviene al final de la novela. Ésta es otra forma grosera de engañar al lector.
  • Por último, el clímax no puede pasar por tu historia sin dar respuesta al cambio (¿recuerdas el arco dramático del personaje?) que ha experimentado el protagonista a lo largo de la novela a causa de las vivencias que se ha visto obligado a enfrentar.

 

En conclusión, y a modo de resumen, el clímax debe completar la historia, es decir, debe ofrecer la resolución de todos los frentes abiertos y dejar bien atada tanto la trama principal como las subtramas; ha de mantener la lógica de la novela y dar una respuesta satisfactoria a los problemas planteados y, además, debe explicar el cambio que el protagonista ha experimentado en su viaje.

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Fotografía: Kim Daniel, Unsplash.

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