Revista En Femenino

¿Cómo canalizar la rabia infantil {o adulta} de forma positiva?

Por Amormaternal
¿Cómo canalizar la rabia infantil {o adulta} de forma positiva?
Esta es una pregunta que me he hecho varias veces a mí misma, según he ido reflexionando y aprendiendo de la mano de Sam - mi gran maestro - he llegado a la conclusión de que no es bueno reprimir lo que sentimos. Tal y como comentábamos ayer, en una reflexión de Scott Noelle que traduje para ustedes, necesitamos echar mano de la creatividad y del ingenio para dejar fluir las energías primales del enojo y de la rabia cuando surjan tras truncar o frustrar alguna intención de nuestros hijos. Lo mismo pasa con nosotros, ¿o no? 
Pues bien, creo que en primer lugar, podemos ser flexibles y tratar de evitar tener que truncar las intenciones de nuestros hijos, eso a menudo resulta más fácil que canalizarlas luego de que ocurren, tal y como sucede con las rabietas. No podremos evitar que se frustren en algún momento, pero no es lo mismo - a mi parecer - tener la casa decorada con adornos de cristal y porcelana a la altura del niño, que tener las cosas tentadoras, peligrosas y "prohibidas" fuera de su alcance. 
El simple hecho de dejarlas fuera de su vista, reduce la tentación, curiosidad e intención de tocarlas, porque muchas veces ni se percatan de su existencia. El tenerlas fuera de su alcance, por ejemplo guardados o en estantes altos, dejando otras cosas no menos interesantes, pero sí seguras dentro de su alcance, evitará que tenga la intención de tocar cosas delicadas y tengamos nosotros que detener esa actividad. Hablo en casos de objetos peligrosos, los que me leen habitualmente ya saben que no estoy de acuerdo con "poner" límites a los niños, ni con la verticalidad, ni con el autoritarismo en las relaciones materno-filiales. Por ejemplo: "No toques eso porque yo lo dije", sino "No toques el cuchillo que es filoso y puedes hacerte daño."
Aprovechando el ejemplo del cuchillo, podríamos hacer varias cosas: una, no dejarlo dentro de su vista ni de su alcance y dos, enseñarle que se coge por el mango, jamás por la hoja y explicarle que es filoso, mostrándole con qué facilidad rebana un trozo de pan duro por ejemplo. De esta manera estamos enseñando al niño, respetándolo, y evitando tentaciones y rabietas o frustraciones que pudieran desencadenarse al querer explorar un objeto peligroso.
Por otro lado, como comentábamos antes, conviene ponernos creativos, si al niño le gusta la actividad de cortar, podemos comprarle un cuchillo plástico y darle a rebanar frutas o verduras tiernas, como por ejemplo banana (plátano / cambur), calabacín, etc. Otra idea es negociar - según su edad obviamente - y acordar que cuando cocinemos, él puede cortar las verduras con nosotros, evidentemente bajo nuestra supervisión, a poder ser con un cuchillo que no tenga tanto filo - pero que los cuchillos no se tocan el resto del tiempo.
Hablaba también de flexibilidad porque a menudo las reglas inamovibles que establezcamos traerán consigo frustraciones y disgustos evitables, simplemente proponiéndonos vivir el momento y adaptarnos. Ser flexibles y jerarquizar, eligiendo por cuáles situaciones vale la pena luchar y por cuáles no. Un ejemplo de esto sería quedarnos 10 minutos más en la bañera si nos lo pide nuestro hijo, ¿por qué no? ¿Es super indispensable salir del baño a las 8 en punto o podemos dejar alguna otra tarea para después y disfrutar un ratito más? 
Otro ejemplo que a menudo trae disgustos es la comida, ¿y qué pasa si se quiere comer el postre antes que la carne? No sé a ustedes, pero yo suelo dejarlo empezar por el dulce si me lo pide, luego igualmente se come la comida. Obviamente no le doy una porción de pastel que le satisfaga de modo que ya no le quepa la comida, pero si está en mis manos darle el gusto de comer un trocito de chocolate mientras acabo de preparar el almuerzo, ¿por qué decirle que no? - y de paso me como un cuadrito yo también, y todos felices :-)
Si estamos hablando de una frustración de intenciones que no hemos podido evitar, por cualquier razón, también nos vale la creatividad. Podemos canalizar el enojo, nuestro o de los peques, haciendo varias actividades físicas de desahogo. Una de ellas puede ser gritar, golpear un tambor, una almohada, lanzar una pelota blanda contra la pared (obviamente en una habitación en la que el rebote de la pelota no cause daño ni peligro), romper revistas viejas, rajar camisetas que ya no usemos, etc.
¿Y ustedes? ¿Qué maneras sanas han encontrado de canalizar la rabia?
Lecturas recomendadas: 
  • Las raíces de la violencia
  • Casas aptas para niños. Parte I
  • Casas aptas para niños. Parte II
  • Crianza natural: Rabietas y berrinches
  • Rosa Jové: Ni rabietas ni berrinches 
  • Reflexiones sobre necesidades y placer
  • Reflexiones sobre crianza respetuosa y conflictos
  • Carlos González: Los Límites Infantiles y la Edad del "no"
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